sábado, 15 de diciembre de 2007

La víctima condenada

Uno de los resortes del cuento del tío consiste en que el estafador le hace creer a su víctima que por muy poco dinero está dispuesto a entregarle una gran fortuna porque existen para el victimario otras urgencias impostergables. Un billete de lotería premiado puede venderse un día domingo por el 10% de su valor de cambio «debido a que su tenedor tiene que viajar urgentemente al interior porque un pariente cercano está gravemente enfermo».

La víctima ve la oportunidad de aprovechar el infortunio de este sujeto y accede a comprarle el billete premiado por la décima parte de su valor. Naturalmente que el billete no tiene ningún premio y que el exitoso comprador perdió el importe completo de su inversión.

Cuando nos afiliamos a ciertos organismos, instituciones, servicios, mutualistas, compañía de seguro, puede pasar algo parecido. El comprador es alguien que se ve tentado a comprar algo que vale mucho por un valor irrisorio. En realidad accede a esa compra porque su ambición lo compele a aprovechar la oportunidad. En este estado de cosas, un afiliado a un servicio de medicina prepago puede estar abonando mensualmente una pequeña cantidad porque tiene la expectativa de que algún día se ahorrará una increíble cantidad de dinero.

Tanto en la estafa como en la afiliación referida, el cliente cae porque se siente un ganador abusivo, está comprando algo por mucho menos de su valor.

Acontece con los servicios prepagos que el día que se tienen que usar, surgen dificultades que la ciega ambición del afiliado nunca llegó ni a imaginar.

¿Corresponde reclamar contra los administradores del servicio prepago o sus omisiones quedarían eximidas de sanción dado que la intención del socio fue aprovechar abusivamente con esa transacción? En realidad hizo un contrato leonino en la esperanza de que finalmente pudiera obtener jugosas ganancias y no consideró si la contraprestación era razonable o no. Sólo fue movido por su deseo de estafar.

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8 comentarios:

Anónimo dijo...

No estoy muy de acuerdo con ud aunque admito que las instituciones que ofrecen servicios prepagos suelen apelar a una publicidad ligeramente engañosa precisamente porque saben que los compradores de sus servicios decidirán en base a la expectativa de grandes beneficios.

Anónimo dijo...

Cuando participamos en juegos de azar hay una razonamiento similar: pensamos que por esa pequeña apuesta podremos recibir un importe increíblemente superior. En este caso no se trata de una estafa ni de un engaño sino de una esperanza, quizá de una ilusión. Pensamos que la suerte estará de nuestro lado y que esa pequeña cifra se multiplicará mágicamente. Con los servicios prepagos sucede algo parecido, pensamos que algún día tendremos la "suerte" de tener que usarlo y que nos saldrá gratis.

Anónimo dijo...

¡Ehhh! Otra vez el tema de la estafa, el engaño, la mentira...

Miren que si viviéramos en un mundo de verdades puras, esto sería un infierno. Estamos de acuerdo con que algunos muchachos son demasiato traviesos y hacen un uso lucrativo de la mentira, pero convengamos en que si no fuera por ésta, la existencia sería insoportable.

Anónimo dijo...

Yo lo resumiría bien sencillito: "Lo barato sale caro".

Anónimo dijo...

lo que no me cierra es que algún día desee usar el servicio fúnebre prepago...

Anónimo dijo...

yo trato de ser una mina positiva, de ver el medio vaso lleno, como vos decís. En cuanto a lo de adquirir cosas baratas no me preocupo demasiado, pero intento, en la medida de que no me autoengañe, de "comprar" personas "honerosas", de esas con las cuales es un honor estar

Anónimo dijo...

UNAS SON AGRANDADAS Y LAS OTRAS NO VALEN, NO CREEN SIQUIERA EN SÍ MISMAS

Anónimo dijo...

Un día la Madre Teresa me pidió que cobrara su boleto del Gordo de Fin de Año porque tenía algo impostergable que hacer: reemplazar el vendaje sucio de un niño quemado. Yo que soy un ciudadano intachable, entregué inmediátamente a la Madre T. el dinero cobrado, sin esperar, sinceramente, recompensa alguna. La Madre T. me dijo:"¿qué es eso que me entregas?". "No recuerda Madre, ganó el Gordo de Fin de Año", a lo que me contestó : no creo en la casualidad, creo en la causalidad, por algo Dios me envía este dinero. Apropósito, hermano, conozco un lugar apartado en las afueras del poblado... un lugar con muchos juguetes para personas como nosotros, que aún mantenemos vivo nuestro espíritu infantil