sábado, 2 de febrero de 2008

Lechuga a las brasas

Mi hija salió a cenar conmigo después de no vernos desde que falleció su madre. Las relaciones habían quedado muy tensas por un increíble mal entendido que no viene al caso que yo cuente ahora. Quizás otro día con más tiempo y otro contexto.

Es una mujer. Es una niña alta, de rostro pequeñito y nariz aún más pequeña, con el pelo rebelde a lo Mafalda, sus deditos flacos y tamborileantes a lo «que lento que sos papá», y ese «no» que alguna vez se estacionó en sus labios como si le hubiesen robado las cuatro ruedas.

Naturalmente que la invité a una parrillada típica de nuestra ciudad de Montevideo y una vez más todo se repite: ella es vegetariana. Aquella leona ahora es una gacela.

¡Qué le pasó a mi chiquita omnívora que ahora se cruzó para la vereda de los herbívoros!

Hablando de plantas, asocio para decir que «los jóvenes son pasto de las modas» y me inclino a pensar que las modas son funcionales al sistema.

Siempre pensé que las dificultades mundiales para aprender matemáticas tiene como causa que a los gobernantes les conviene gobernar gente que no razone. La hipocondría que padecemos respecto a los rayos solares, a la comida chatarra, al cigarrillo, es funcional a la necesidad que tienen los gobernantes de que los gobernados seamos temerosos. Ahora pienso que el creciente número de no-carnívoros está propiciando un descenso en la agresividad de los gobernados, para que no protesten, para que no se quejen, para que sólo pasten y eventualmente rumien, pero que la capacidad de pelear por el sustento como cualquier mamífero superior y de caninos desgarradores, se vaya atrofiando hasta que seamos todos una inmensa majada de personas depredables, como coto de caza de unos pocos gobernadores de rapiña.

Para nada supongo que este fenómeno esté siendo organizado por alguien. Nadie tiene como estrategia este desenlace que yo imagino. Se va dando sólo. Cada vez más personas abandonan la estresante agresividad y lo manifiestan por ejemplo, con su dieta pacífica y típica de las especies que están muy abajo en la cadena alimentaria.

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7 comentarios:

Anónimo dijo...

La hipótesis confabulatoria (de que el vegeterianismo podría estar promovido por quienes desean devorarnos) es un tanto paranoica.

Si el autor me permite (aunque quizá sepa mucho más de psicoanálisis que yo) quizá es él quien se siente muy vulnerable ante los propios congéneres y ve con preocupación su propia falta de agresividad.

Pero esto no pretende ser un psicodiagnóstico aunque poseo título habilitante para realizarlo.

De cualquier forma este relato es un bello texto que lo copiaré y reenviaré a varios colegas y amigos.

Anónimo dijo...

Con Delmira no gastamos mucho dinero para divertirnos. La pasamos muy bien leyendo juntas y comentando. ¡Qué sería de la humanidad sin Internet y la cerveza!

Yo soy vegetariana y muy agresiva. Según algunos, MUY agresiva.

Creo que fue Diane Keaton quien confesó que su ex (Woody Allen) era insufrible. Cuando el periodista le dijo que esto hablaba muy mal del psicoanálisis porque Allen llevaba entonces 20 años de tratamiento, ella dijo: "No, si no fuera por el psicoanálisis él sería un asesino serial".

Quizá si yo no fuera vegetariana, ya habría matado a varios. Y con esto le doy un poco de razón al autor del post.

Anónimo dijo...

Lo de vegetariano no mucho pero me enterneció la dulzura de ese padre con su hija. Ojalá tuviera yo un padre así.

Anónimo dijo...

Yo soy una niña alta que se impacienta con la forma de ser, de pensar, de hablar, de vestirse que tiene mi padre.

Una amiga, de esas que no da lo mismo perderla que encontrarla, me dice para amargarme la vida: "Qué suerte que todavía lo tenés".

Capaz que la maldita tiene razón.

Anónimo dijo...

Cuando cumplí mis 15, mis padres me llevaron en un crucero que paró unas horas en Montevideo.

Nos llevaron a comer carne asada bien cerca del barco y me pareció la cosa más deliciosa del mundo. Todavía me parece sentir el sabor en la boca.

Anónimo dijo...

En mi familia siempre anda alguna embarazada y los niños brotan como hongos. Estudiar acá es una tarea propia de un monje tibetano.

Acá, todas las mujeres estamos convencidas de que el estado más lindo para una mujer es el estar embarazada y dicimos que es el más lindo porque es cuando estamos más sanas que nunca.

Los antojos son una manifestación clarísima de qué es lo que en cada momento está necesitando el cuerpo como alimento.

Por estas ideas familiares es que no creo en los nutricionistas que se creen saber más que la naturaleza y para mi que los vegetarianos son anorexicos de un cierto tipo de comida. Están mal de la cabeza.

Ahora estoy teniendo antojo de quedar embarazada, pero esto ya es otra cosa.

Anónimo dijo...

No sé porqué, pero ese malentendido que tenían el padre y la hija después de que murió la madre, debería ser alguna cuestión de dinero porque es lo que pasa más a menudo y además porque justamente esta puesto en un blog que se llama Dineropsi.

¿Deduzco bien?