martes, 5 de febrero de 2008

Neurotransmisores – Gragea Nº 40

Se le oye decir a alguien: «Me va mal por culpa de...» y luego viene la lista de culpables: el gobierno, el empleador, el sindicato, la crisis, la esposa derrochona, el hijo haragán, los familiares pedigüeños, etc., etc.

Esta culpabilidad puede ser verdadera pero nótese que todos los posibles culpables siempre están fuera del control del quejoso. Eso le permite dos cosas: No hacerse cargo de lo que le pasa y segundo (y acá va lo novedoso) asegurarse de que nada cambiará, puesto que el que se queja no tiene control sobre los responsables.

Las personas disfrutamos de algunos placeres que son secretos y que a veces ni el mismo gozador sabe que lo disfruta, pero se puede deducir que lo está pasando muy bien por la poco creíble incapacidad que demuestra para cambiar su situación.

Esta gragea tiene por objetivo señalar algo que suele estar oculto detrás de lo obvio. Lo obvio es que si alguien tiene un presupuesto familiar deficitario, la pequeñez salarial parece ser la única causa de sus lamentaciones, sin embargo detrás puede estar el esfuerzo que inconcientemente hace el quejoso por no cambiar nada.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Si no interpreto mal, estas son las ideas que pregonan los que trabajan en psicosomática.

Hubo un médico homeópata que un día me dijo: "Ud se va a curar del asma el día que ya no la necesite" y me dejó con esa.

Anónimo dijo...

A diferencia de otros textos de este psicólogo, esta me parece que no es tan polémica. Tengo más que claro que nos hacemos trampa al solitario.

Anónimo dijo...

Una vez tuve que consultar a un alergista porque me salían unas ronchas que me daban mucha picazón. Me recetó un corticoide que me alivió pero me dijo: Mire que rascarse es una manera de acariciarse. Quizá le convenga tener una pareja para hacer el amor más seguido. Me dejó helada pero desde que vivo con mi novio desaparecieron las ronchas. Claro que ahora tengo otros problemas.

Anónimo dijo...

Esta parece una explicación complicada de la famosa resistencia al cambio. Pero igual está buena porque ahora entiendo cómo las causas de nuestra mala suerte tiene que estar fuera de nuestro control para que nadie nos eche la culpa de lo mal que nos va.