lunes, 10 de marzo de 2008

Casamiento ideológico

“No creo lo que creo porque lo crea sino porque es la única forma que encontré para que mis amigos sean mis amigos.”

Los seres humanos somos animales gregarios y no podemos vivir desvinculados. La necesidad de pertenencia es tan fuerte que prescindir de los demás es una opción casi impracticable. Me rectifico: es imposible.

Una de los recursos utilizados para sentirnos integrados a un grupo, comunidad, club, o la formación social que sea, es la de compartir ciertas creencias (políticas, religiosas, filosóficas).

El fervor con que se defienden suele caer en la necedad pero debemos comprender que el objetivo no es defender la creencia en sí misma sino poder, a través de ella, seguir sintiéndonos afiliados, incluidos, integrados a ese grupo del cual no podemos prescindir.

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15 comentarios:

Anónimo dijo...

Es cierto que quiero mucho a las personas con las que estoy vinculado pero ¿por qué entonces tenemos discusiones tan acaloradas sobre política nacional?

Anónimo dijo...

Algo que cambio radicalmente en mi vida fue cuando pensaba que mis creencias había sido la conclusión inteligente de mi propio trabajo mental y resulta que en realidad yo creo en lo que me sirve creer para pasar lo menos mal posible. Por ejemplo, no puedo dejar de proteger al sexo femenino pensando que ellas la están pasando mal pero gracias a esta ideología me he llevado a la cama a varias. No se si hubiera logrado lo mismo perteneciendo a otra ideología.

Anónimo dijo...

Sin embargo para mi no es así: ellos me quieren porque yo creo lo que creo y tratan de imitarme. A su vez yo lo quiero a ellos porque han llegado a las mismas ideas que yo. Cuando no estamos de acuerdo en algo, discutimos y generalmente me dan la razón. Pero no me la dan para seguir siendo mis amigos sino porque los argumentos que tengo para pensar como pienso suelen tener más argumentos que los de ellos.

Anónimo dijo...

entonces por qué tengo grandes amigos en otras religiones y tendencias políticas? Esta vez me parece que se equivocó feo.

Anónimo dijo...

Volvemos al viejo tema del "huevo o la gallina". A lo mejor uno realmente elije a los amigos por como piensan y además hace el esfuerzo de comprenderlos en las diferencias como para disfrutar de una buena convivencia.

Anónimo dijo...

Pienso en las creencias que puedan tener esa cantidad de gente que las encuestas llaman "indecisos" y quizá ya estén en condiciones de formar una colectividad, una religión, una nacionalidad, una etnia, un partido político y hasta gobernar ¿por qué no?

Anónimo dijo...

Esto que dice el artículo me molesta, pero precisamente porque me molesta tanto, lo voy a pensar. Por algo me molesta tanto. Quiero tener honestidad intelectual (ya que no tengo de ningún otro tipo - ja-ja)

Anónimo dijo...

No podría vivir sin mis amigos. Algunos emigraron y lo lamento de veras. Los otros que quedaron también los extrañan. Los amigos son más importantes que cualquier familia.

Anónimo dijo...

y así son las cosas, ¿por qué nos vamos a engañar? Siempre hay que renunciar a cosas importantes para obtener otras que son más importantes. No sólo con los grupos de pertenencia optativos sino también con los impuestos, porque los padres serán muy buenitos pero también hacen imposiciones difíciles de tolerar y cuando uno depende de ellos no tiene más remedio que agachar la cabeza y ceder.

Anónimo dijo...

Tal cual, es como el que se casa porque no soporta estar solo (muy bien el título eh!)

Anónimo dijo...

Que Braulio se ponga de acuerdo consigo mismo ¿o es que hay dos tipos con un nombre tan feo?

Anónimo dijo...

La primera vez que voté para mí fue muy importante, no sólo porque era la primera vez sino porque además era la primera vez para todos después de la dictadura. Recuerdo que intenté ser muy responsable en mi decisión y que mi voto fuese un voto pensado.
Ahora viéndolo a la distancia, me doy cuenta que si bien esto que acabo de decir es cierto, no es menos cierto que lo primero que pude percibir fue donde estaba la gente que a mí me gustaba.

Anónimo dijo...

Hay una minoría de personas que teniendo la misma necesidad de afiliación, la convierten en necesidad de dirección y los que se le afilian son sus amigos. Se llaman líderes.

Anónimo dijo...

Ud. tiene razón. Yo me di cuenta la importancia que tiene para mí que los demás sepan en que barrio vivo. No tiene lógica alguna, el barrio no es ni bueno ni malo, yo que sé, pero me enfurece cuando se equivocan. Qué loco no!

Anónimo dijo...

La del comentario anterior (seguro q es una mina) está molesta más por las equivocaciones de nombre que por las de barrio.