martes, 4 de marzo de 2008

Otra historia de mediocres

El mito de Giges cuenta que un humilde pastor encontró un anillo que al hacerlo girar en su dedo, lo convertía en invisible.

La historia sigue como para que surja la inevitable moraleja que tiene cualquier cuento viejo. Cuando el pastor se dio cuenta del poder que había adquirido, mató al rey de su comarca y se casó con la reina.

La enseñanza moral que nos deja este mito es que el poder nos tienta lo suficiente como para que surjan los más bajos instintos.

Luego de emocionarnos con esta tremenda historia (?), la mayoría de nosotros saldremos corriendo de cualquier candidatura a la presidencia que nos ofrezcan, de cualquier ofrecimiento para hacer de juez en un partido de fútbol callejero, de ascender a jefe en el trabajo, de tener que cumplir algún horario, de tener casa propia, de fundar una familia, de casi cualquier cosa.

Esta y otras historias que demonizan el poder, la riqueza y en última instancia cualquier responsabilidad, nos dan legitimidad a los mediocres para facilitarles el trabajo a esos pocos que sí aceptan ser poderosos, ricos y responsables.

Claro que luego olvidaremos prolijamente todo este proceso e integraremos algún partido político cuyo lema sea lograr que «los más infelices sean los más privilegiados».

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14 comentarios:

Anónimo dijo...

Si querés conocer a Carlitos, dale un carguito.

Anónimo dijo...

¡Cómo me gustaría poseer el anillo de Giges para poder escuchar algunas conversaciones donde estoy segura que se habla de mí pero no sé qué dicen! También desearía ser una mosca.

Anónimo dijo...

Ahora se me está yendo un poco pero cuando escucho lo que dice algún personaje importante de mi país pienso que yo podría hacer mejor.

Digo que se me está yendo un poco porque me tocó integrar la comisión de un club de football infantil como vocal y a veces termino con un terrible dolor de cabeza porque las presiones de los padres y de los pequeños me ponen contra la pared y no sé cómo solucionar nada, me dan ganas de abandonar todo y seguir siendo el que sólo critica.

Anónimo dijo...

En mi corta vida de 32 años no conozcí aún a nadie que teniendo poder no me haya causado por lo menos una molestia grande. ¿Tuve mala suerte o todos los que tienen que ver siempre molestan?

Anónimo dijo...

Apuesto hasta lo que no tengo que cualquier psicoanalista que lea este artículo, inmediatamente pensará que el haber matado al rey y el haberse casado con la reina, es otra versión del mito de Edipo.
¡Hagan apuestas señores! ¡Nooo va más! ¡Colorado el Edipooooo! Ji-ji.

Anónimo dijo...

Ya entendí, entonces (continúo con la idea del gambler) el post indica que los demás no queremos hacernos cargo de las responsabilidades porque hacemos algo parecido a lo que hizo Edipo que fue quitarse los ojos para no ver el trabajo insoportable que es ser rey (aunque el mito más bien alude a que se autocastigó por haber transgredido la prohibición del incesto, pero a mi me dijo un amigo que sabe que el trabajo de rey no le resultó lo que él se esperaba y se autocastigó, no por sentirse con culpa sino por sentirse un imbécil: si una madre es insoportable, agregándole la condición de esposa debe ser de morirse. El incesto no es tanto que esté prohibido, está desaconsejado). Este blog está perdiendo seriedad ... ja-ja-ja

Anónimo dijo...

No entiendo la relación ente el último párrafo y el resto del relato.

Anónimo dijo...

el pastor era un cobarde ¡da la cara pastor! ¡da la cara en lugar de tanto anillito!

Anónimo dijo...

¿Ud. se atreve a pensar distinto de Artigas? Tenga cuidado, lo van a condenar al ostracismo.

Anónimo dijo...

Si tratamos de que los más infelices sean los más privilegiados, los estamos condenando a la sobreprotección, la niñez eterna y nunca van a asumir responsabilidades.

Anónimo dijo...

Ese que no se puso nombre no le da el mate para pensar que se trata de privilegiar con oportunidades a los que no tuvieron la fortuna de tenerlas. Esas oportunidades les darán la posibilidad de enriquecerse y asumir responsabilidades.

Anónimo dijo...

Enriquecerse y asumir responsabilidades no es para todo el mundo. Cuando te das cuenta que no servís para eso, lo más sabio es reconocerlo y no andar forzando la situación.

Anónimo dijo...

El pastor se casó con la reina porque no le quedaba otra, ella se había enamorado de él y le ordenó casarse, además como no sabía quién había matado al marido...o no! capaz que sí sabía y quizo compensarlo.

Anónimo dijo...

cuando el pastor mató al rey no se sintió poderoso enseguida, le llevó un tiempo asimilarlo; le vino bien el tiempo que demoraron en organizar la boda.