viernes, 28 de marzo de 2008

Publicidad subliminal

Estamos de acuerdo en que la palabra concupiscencia no se usa a cada rato, pero mucha gente sabe o tiene idea de lo que significa.

Nada menos que el Diccionario de la Real Academia, en su última versión (no tengo idea sobre las anteriores) la define así:

En la moral católica, deseo de bienes terrenos y, en especial, apetito desordenado de placeres deshonestos.

Lo que quiero resaltar es que en nuestro idioma existe una palabra que pone como sinónimos el «deseo de bienes terrenos» y el «apetito desordenado de placeres deshonestos».

Como el dinero es uno de los bienes terrenos y desearlo, aunque sólo sea para la supervivencia más elemental, nos incluye dentro de la palabra concupiscencia y esta a su vez, está igualada con el «apetito desordenado de placeres deshonestos», entonces puede deducirse, que en algún lugar de nuestro pensamiento compartido entre todos los hispanoparlantes está que desear el dinero es deshonesto.

Me parece interesante que tengamos presente cómo sigilosamente estamos orientados hacia la pobreza por el solo hecho de hablar este idioma.

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16 comentarios:

Anónimo dijo...

No leí el artículo. Sólo tengo para decir que Benedicto XVI es un desagradable. Me extraña en los cónclaves de la Iglesia Católica donde se reunen los mayores expertos en marketing, que hayan elegido a este tipo con esa cara de mala persona.

Anónimo dijo...

Más allá de lo que pueda decir el RAE, para mí concupiscencia se refiere a una actitud hedonista, licenciosa, orgiástica, la búsqueda del placer como objetivo primordial en la vida.

Ahora, eso sí, lo que es novedoso para mí es que la RAE esté redactando la definición en los términos que se transcriben en el artículo (y que confirmé yo mismo).

No me extraña que los retrógrados católicos tengan un rechazo moral por los bienes terrenales porque ellos se especializan en una vida futura, post mórtem, en un lugar que nadie ha visto jamás. Están locos.

Anónimo dijo...

Hay cosas que vienen sucediendo siempre y me parece que no tienen soluciones sino apenas algún paliativo que otro: la enfermedad, las penas de amor, la pobreza, la insatisfacción recurrente, la delincuencia, la muerte.
Luchar contra todo esto es una tarea perdida y en lo que a ud concierne licenciado quizá su cruzada en contra de la pobreza patológica sea una forma más de perder el tiempo.

Anónimo dijo...

La situación está equilibrada: una mayoría de pobres y débiles neutralizan a una minoría de ricos y poderosos. Ambos se temen, se recelan. Es una acto más de la eterna novela humana de la lucha de los contrarios: hombres y mujeres, negros y blancos, chinos y tibetanos.

Anónimo dijo...

En principio doy fe de todo las aseveraciones académicas del licenciado y razono a partir de ellas: La Iglesia Católica siempre ha demonizado al dinero, la riqueza, la ostentación, la ambición materialista, así que no veo de qué nos extrañamos porque, en su jerga, exista un vocablo que iguale deseos materiales con actitud deshonesta.

Reconozco que es demasiado cursi evocar una vez más las riquezas ostentosa del Vaticano, pero no tengo más remedio que caer en este lugar común.

Los mediocres siempre terminamos apoyándonos en la falta de coherencia de nuestro oponente como si la coherencia fuera un valor en sí mismo y una característica obligatoria del ser humano.

Anónimo dijo...

Esta mezcla de definiciones que al final quedan extrañamente asociadas, como si fueran sinónimas, me recuerda a lo que sucede con la palabra "privilegio". Según creo significa aquello que constituye una excepción para unos pocos respecto a una obligación de todos los demás, sin embargo también se usa popularmente para referirse a quienes tienen más cantidad de bienes a su disposición, como si haber trabajado, ahorrado, tenido suerte y acumulado riquezas, sean un privilegio, o sea, una concesión que le hace algún poder superior graciosamente, porque sí, cometiendo una injusticia distributiva. Los privilegios me parece que siempre son desequilibrantes, injustos, irritantes, provocadores de malestar social. ¿Por qué entonces se enfrenta a quienes han tenido la capacidad honesta de acumular riqueza con quienes no han tenido esa capacidad?

Anónimo dijo...

Ud. habla de pensamiento compartido y me hizo acordar a tiempo compartido y tiempo compartido me hizo acordar a hotel y hotel a motel y motel a burdel. Concuspicencia, si, si...

Anónimo dijo...

Al menos en nuestro país (Uruguay) está lleno de católicos que tienen mucha plata, muchas vaquitas y no se hacen ningún problema.

Anónimo dijo...

Si el apetito por los placeres deshonestos es ordenado; ya sea por orden alfabético, orden de prioridad, orden de llegada...entonces si los ordenamos ¿nos traen la carta?

Anónimo dijo...

Pienso que tomarse para la joda lo que dicen los católicos, que son una buena parte de la población mundial y cagarse de la risa de Benedicto XVI que es el representante de Dios en la Tierra para los católicos esTÁ BUENÍSIMO!!

Anónimo dijo...

No entiendo cómo un placer puede ser deshonesto. Nada más honesto que el placer. El placer viene solo, se expresa en c/u de acuerdo a lo que c/u es. Está afuera de intelectualismos y fallutadas. De acuerdo al significado que le damos (al menos en el R. de la Plata) a la palabra "honesto", nunca podría ser un adjetivo adecuado para la palabra "placer"

Anónimo dijo...

Se me ocurre que cuando dicen "placeres deshonestos" se refieren a aquellos placeres que nos obligan a quitarle energía a las labores orientadas hacia el bien común.

Anónimo dijo...

Sin embargo acá todos quieren un terrenito en la playa y los porteños que son más católicos que nosotros se llevaron los mejores!

Anónimo dijo...

Lo que tienen de malo los bienes terrenos es que compiten con los terrenos del cielo. Si ya tenés comprometida una parcela en el paraíso no vas a ser tan estúpido de ponerla en riesgo por un terreno terrenal, por mas bien que esté. (el terreno)

Anónimo dijo...

Me imagino a los hispanoparlantes cono un montón de loros haciendo un bochinche bárbaro en esos nidos desordenados que tienen. Unos discuten a los gritos que habría que hacer los nidos al estilo hornero, con barro, y otros gritando que la paja es más barata y no lleva a la concuspicencia ¿o si?

Anónimo dijo...

Quiero cambiar mi lengua materna porque deseo más que nada en el mundo tener mucho dinero y disfrutar de los bienes terrenales y los placeres deshonestos. Pero mi vieja le da a la lengua que es un disparate. Capaz que si se la cambio cuando está dormida...