viernes, 18 de abril de 2008

Dificultar las dificultades

Los países avanzan luchando contra las dificultades en todos los frentes posibles. Uno de esos frentes son las inversiones en investigación para que su ventaja comparativa (ganadería, industria petrolera, turismo) pueda desarrollarse en todo su potencial.

La otra forma de luchar contra las dificultades es procurar que los ciudadanos tengan las máximas oportunidades y acceso a los recursos productivos.

¿Y por qué digo en el título «Dificultar las dificultades»? Porque las personas en general tratamos de conseguir lo máximo haciendo el mínimo esfuerzo. Así es nuestra especie. Para poder tener cierto éxito en el crecimiento humano de una nación hay que llegar al extremo de ofrecerles a los ciudadanos ventajas tan convenientes que se les vuelva vergonzoso rechazarlas.

Cuando a nuestra natural indolencia se le presenta un ámbito lleno de dificultades, incertidumbres, complicaciones burocráticas, escasez de crédito, costos tributarios desmoralizantes, los seres humanos lo que hacemos es protestar en voz alta contra todas esas dificultades pero alegrarnos íntimamente porque nos están ofreciendo un buen pretexto para quedarnos tranquilos, haciendo el mínimo esfuerzo y no teniendo que soportar la humillación de que la responsabilidad de nuestro fracaso sea exclusivamente nuestra.

Los gobiernos que logran ofrecerle al ciudadano las mejores condiciones para su desarrollo humano cuentan con la sorda resistencia de quienes prefieren contar con pretextos para no complicarse la vida aunque su confort sea escaso. Esta resistencia la vencen sólo los mejores gobernantes.

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22 comentarios:

Anónimo dijo...

El asunto es cómo un gobierno puede generar una psicosis favorable. Es muy fácil provocar una conmoción social negativa, generando miedo para que la gente salga despavorida. Estoy pensando en aquel famoso programa de Orson Welles cuando emitió una especie de radioteatro en el que se decía que en ese momento (1938 creo)se comunicaba a la población que los marcianos nos estaban invadiendo y la audiencia se lo creyó y no sé si no hubo algún muerto en la estampida.

¿Cómo se podría lograr una conmoción pública hacia la productividad? Difícil ¿no?

Anónimo dijo...

Hay una consigna que es extraordinaria por todo lo que dice en tan pocas palabras: "Cuanto peor, mejor".

Anónimo dijo...

Ese payaso parece la imagen de la depresión. Asociado con el texto podría estar pensando: "¡Qué horrible! Este gobierno está haciendo todo bien. ¿Y ahora a quién critico?"

Anónimo dijo...

Conozco a un dirigente gremial del sistema financiero de mi país que hace unos años me decía acongojado cómo se empezaban a complicar las cosas con el advenimiento de los autómatas bancarios (o cajeros automáticos o sistemas de autogestión, no recuerdo bien cómo se les dice).

Fíjate que ahora las pesonas no padecerán tanto cuando hagamos huelga, me decía.

Anónimo dijo...

Creo un poco en lo que se sostiene en este artículo. Alguna vez he pensado que los medios de comunicación van para donde los lleva el viento y mentira que ellos nos mantienen prolijamente informados. Ellos solamente dicen lo que tienen que decir para que los anunciantes paguen por publicidad que es de lo que al final viven, los dueños y los empleados.

Acá en Uruguya hay una emisora que se llama El Espectador que estuvo haciendo una campaña en contra de la burocracia. Emitía anécdotas en las que se ridiculizaban actos administrativos especialmente irracionales pero nunca creí que la empresa estuviera genuinamente comprometida con esa cruzada.

Con este artículo reverdece mi suspicacia y vuelvo a pensar que los anunciantes de El Espectador necesitaban ridiculizar a la burocracia de nuestro gobierno porque los oyente-usuarios-clientes nos encantábamos escuchando esas anécdotas. Gracias a este programa yo habré comprado más galletitas, jabón, y vaya a saber cuantas cosas más sin darme cuenta que me estaban manipulando.

Es legal. No puedo quejarme.

Anónimo dijo...

"Esta resistencia la vencen sólo los mejores gobernantes" termina diciendo el artículo y NO ESTOY DE ACUERDO. No depende de la calidad de los gobernantes. Esto es una creencia falsa. Un gobernante común y corriente puede obtener esos resultados si la suerte lo ayuda justo a él y no a los anteriores. Los parámetros que influyen en que una nación se ponga las pilas son variados y me animaría a decir que su ocurrencia está totalmente por fuera de alguna voluntad humana. Una epidemia, un cataclismo, una guerra, una amenaza, una crisis económica que haya provocados estragos, el nivel de los precios internacionales, el valor de las monedas extranjeras y miles de parámetros más influyen para que en determinado momento una población reaccione como un sólo hombre, tanto sea para ponerse a producir con un afán de superación nunca visto o para que se eche al abandono y todo vaya de mal en peor. Casi lo mismo que le puede suceder a un individuo aislado.

Anónimo dijo...

Dificultar la dificultades equivale a dos negaciones contiguas que se convierten en una afirmación. Si digo No, no, estoy negando el segundo no, por lo tanto es SI.

Anónimo dijo...

La mentalidad positivista que se menciona en algún lugar de estos tres blogs, es la que impide que las cosas salgan más fácil.

Con esa mentalidad acartonada nos creemos que si la gente se queja de que no hay estímulos suficientes, es porque no se han provisto elementos materiales suficientes y creo que lo que falta realmente son elementos psicológicos suficientes.

Además del problema del positivismo hay otro problema más y es que cuando hay un problema uno tiende a creer que la solución ideal es aquella que puede dar y por eso, como es fácil conseguir préstamos, crear centros de enseñanza, agregar ministerios o cualquier otra cosa tangible y que se ha hecho ya en otros países, todo se va a arreglar.

La solución no es aquella que se pueda dar de manera más fácil sino aquella que funcione realmente como una solución, aunque por el momento no se sepa cómo implementarla.

Anónimo dijo...

Si hablamos de dificultar las dificultades, lo que deberíamos hacer los países es ver cómo podemos evitar que los demás que funcionan como competidores nuestros (porque venden lo mismo), tengan suficientes motivos y razones para dejarnos ganar.

La ciencia de la negociación es partir de la mentalidad que uno gana sólo cuando logra que la contraparte también gane. Me estoy refiriendo en el largo plazo. A veces pasa que en una única transacción una de las partes hace un negocio hiperganancioso, pero esto no es más que una excepción. A largo plazo lo que sirve es que los que negocien estén satisfechos con los tratos que se logran. Igualito que en un matrimonio. Si uno es feliz y el otro no, en algún momento se restablecerá el orden y cada uno se irá por su lado.

Anónimo dijo...

Si está en la naturaleza humana buscar el camino más fácil, no gastar energía inútilmente, no veo por qué pueda ser un fracaso insistir en echarle la culpa al gobierno. Eso es lo acorde a nuestra propia naturaleza.

Anónimo dijo...

Los gobernantes que van en contra de la tendencia humana más profunda y auténtica, fracasan.

Anónimo dijo...

Para mi ese payaso y todos los payasos, muestran una sonrisa pintada. Por eso diría que el payaso representa el autoengaño del que somos todos complices cuando nos juntamos para echarle la culpa a los demás.

Anónimo dijo...

Los mejores gobernantes son en realidad las mejores circunstancias.

Anónimo dijo...

Me encantó la idea de Julián de crear una psicosis positiva. Sería algo así como lograr una super-productividad en los ciudadanos, sin que nadie los obligue. A los japoneses parece que les ha ido bien. ¿O son los chinos los que trabajan como chinos? ¿por qué a los chinos no les va tan bien como a los japoneses? En este caso capaz que tener un territorio más grande sea una desventaja.
¡por favor que opine alguien que sepa!

Anónimo dijo...

Ud dice que el estado hace lo medianamente correcto pero los que fallan siempre son los ciudadanos. Pregunto.

Anónimo dijo...

No siempre funciona el cuanto peor mejor, ni en las naciones, ni en los individuos. A veces si, después de la guerra o el cataclismo o en el caso de un individuo la enfermedad o el accidente, pueden traer una reacción imparable. Otras veces lo imparable es el desbunde.

Anónimo dijo...

¡Cómo nos gusta quejarnos! Si no es por la basura, es por el humo, si no es por el frío, es por el calor. Es natural, estamos desconformes. No podemos volar, ser ángeles sexuados, hombre y al tiempo mujer,jóvenes e inmortales... ni siquiera comer chocolate hasta que te salga por las orejas.
Una lista en la que no se puede ser exaustivo. No tenemos otra que quejarnos.
¿Cómo sacar afuera la bronca acumulada desde que salté de la cucheta con el traje del hombre araña y me rompí la cara?

Anónimo dijo...

Si no aparecen inversionistas extranjeros, la culpa es exclusivamente de ellos.

Anónimo dijo...

No me queda claro ¿para ud. qué es mejor? No complicarse la vida y obtener un confort escaso o producir y sudar para vivir mejor?

Anónimo dijo...

Como dentro del sistema capitalista las distintas corporaciones deben competir por su pedazo de torta, siempre algún grupo queda de rehén y sale jodido. En ese sentido, como dice un querido amigo, son más poderosos los recolectores de basura que las empresas familiares y las pymes. Entonces el fin de agruparse es para pelear, los distintos sectores no pueden ser eficientes para sí mismos si miran al país en su conjunto.

Anónimo dijo...

Si el gobierno ofrece las mejores condiciones para el desarrollo humano, el camino va a ser fácil y los perezosos no nos vamos a quejar. La sorda resistencia será de los maratonistas con bajo nivel auditivo.

Anónimo dijo...

Me gustaría muchísimo ser un factor capaz de provocar una psicosis positiva. Buena onda, energía, humanismo, productividad, placer, afecto. Hace miles de años que lo intentamos, pero la esperanza es lo último que se pierde.