sábado, 5 de abril de 2008

La fuerza de gravedad es algo grave

En mi persistente búsqueda de los motivos por los que tantas personas tienen dificultades para relacionarse con el dinero, he encontrado muy variados motivos que, por el sólo hecho de enunciarlos, de describirlos, de ponerlos en palabras, han empezado a ser superados por quienes «padecían» ese tipo de obstáculo inconciente.

Está comprobado que una de las preocupación más importantes del ser humano es la infalible muerte. Es cierto que en general sólo se percibe claramente cuando le ocurre a otros pero en el fondo todos tenemos el temor de ser alcanzados por ella y este temor nos impulsa a tomar medidas con lo cual desciende nuestra angustia porque tenemos la esperanza de haber encontrado la fórmula para ser la excepción a tan dramática regla.

En muchos países el signo monetario se llama «Peso» y entre quienes usan una moneda llamada así es fácil que inconcientemente piensen que cuanto más peso tengan más atraídos estarán al centro de la Tierra, lo cual equivaldría directamente a ser enterrados.

De manera más universal, el concepto «exceso de peso» hace estragos en la psiquis de millones de personas por el mismo motivo y varias industrias engordan sus patrimonios lucrando con esta preocupación cuyo origen no está tan desvinculado con el temor a la muerte porque, además del problema gravitacional sobre el que estoy haciendo centro, se agrega que la medicina dice desde su púlpito que el sobrepeso es un factor de riesgo vital.

En suma: El sobre peso induce a muchas personas a suponer que están permitiendo que la tumba los convoque con mayor énfasis, suponen que si fueran pájaros serían inmortales (o por lo menos maravillosamente longevos) y por eso tratan de tener poco dinero cuando éste se llama «Peso» (además de preferir la delgadez, pero ese es otro tema).

La imagen corresponde al cuadro de Fernando Botero "Odalisca".
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15 comentarios:

Anónimo dijo...

Como estoy demasiado gordo y desde mi hija al médico pasando por mi jefe, insisten en que estoy gordo y no se cansan de darme la primicia, digo ahora que Fernando Botero es un extraordinario pintor (¿y creo que escultor también no?), y la dejo por ahí.
Claro que desearía ser flaco, elegante, estilizado, apolíneo, pero no lo soy. Por qué no harán lo mismo con los ciegos que se llevan todo por delante o con los sordos que hay que andar gritándoles, o los paralíticos que molestan con esas sillas que no funcionan en cualquier lado. ¿No podríamos repartir más democráticamente tanto afán de perfeccionamiento de la especie?

Anónimo dijo...

Bajaba Jorge Luis Borges por una escalera muy empinada y quien lo cuidaba por su ancianidad y ceguera le preguntó respetuosamente ¿No convendría bajar más despacio? y el le respondió - Es Newton que me empuja.

Anónimo dijo...

Lo genial de Botero es que casi cualquiera de los no expertos podemos reconocer su estilo. Esto es maravilloso. Ojalá yo pudiera ser tan original como informático. Es un genio.

Si existieran más personas así no sería posible verlas. Es tan exclusivo porque todos los demás somos domasiado parecidos entre nosotros. Al final, ¿sabés qué? Fernando Botero tendría que estarnos agradecido de que seamos tan mediocres. Sin nosotros él no sería nadie.

Ahora me quedo más tranquilo.

Anónimo dijo...

No es que yo sea envidioso pero ¿alguien sabe cuánto pesa este tipo? Para mí que es flaco reprimido que debe pesar como 120 quilos.

Anónimo dijo...

Pobre licenciado, si quiere tener lectores va a tener que abandonar el psicoanálisis y dedicarse a la crítica del arte.

Pero debo confesar que Botero me encanta. Para mí tiene la gracia de hacer gordos sensuales, firmes. No son grasientos fofos sino firmes, tersos, seguros de sí mismos, sensuales. No son gordos: son voluminosos, redondeados, grandes. A igual volumen, ellos pesan bastante menos que otro con exceso de tejido adiposo.

Si hubieran gordos así me gustaría acostarme con ellos, acariciarlos, recorrer con mis labios su inmenso territorio.

Anónimo dijo...

Si esto fuera cierto me gustaría que funcionara en realidad porque mis profesores más pesados me gustaría que se muerieran por lo menos durante todo ese tiempo que se paran delante de la clase a martirizarnos con sus temas aburridos. No tendría problema que resucitaran una vez que suena la campana de salida. De hecho algún evangelizador muy pesado ya lo mataron y después resucitó.

Anónimo dijo...

Según mi profesor de filosofía, las personas hemos construido a las máquinas copiando la anatomía y fisiología humanas pero luego, como las máquinas resultan ser menos vulnerables que las personas, suponemos que nuestro organismo funciona como si fuera una máquina.

Qué es que sucede? que por lógica una máquina que tiene que transportar mucha carga va a tener menos vida útil que otra similar que transporte poca carga. De acá entonces que pensamos que el sobrepeso es algo que nos acorta la vida (además de la hipótesis de la fuerza de gravedad, de cómo Newton representa a la muerte como trajo inteligentemente Luis José).

Me encanta aclararlo: Mi profesor de fílosofía vive conmigo desde hace hoy 5 años, 3 meses y 26 días.

Anónimo dijo...

Está mejor que ninguna esta suposición de que uno quiere mantenerse pobre de dinero, para sentirse limpio, puro, casto, bueno, digno del amor más grande.

Mi padre nos inculcó a todos nosotros (4) que el dinero sólo trae problemas con alguna solución entreverada.

Contaba la historia de una familia igual a la nuestra en la que el padre un día vino y contó que al día siguiente tenía pensado hacer un gran negocio, que le reportaría mucho dinero y que con él podría mejorar los alambrados del campito, y comprar una segunda vaca y zapatos nuevos para cada uno.

Uno de los hijos dijo que él quería también un pantalón, pero otro hijo dice que no, que mejor era que le compraran una camisa porque no tenía ninguna en condiciones, y la hermana más chica se puso a berrear porque nunca había tenido una muñeca y el mayor de todos dijo que por ser el mayor tenía derecho a elegir primero, comenzaron a discutir, luego a golpearse y terminaron todos castigaso por el padre quien los mandó a dormir sin cenar.

De hecho el negocio aún no se había realizado y ya empezaban a surgir los problemas por el maldito dinero.

Anónimo dijo...

Hay fuerzas de las que no podemos escapar. La fuerza de la gravedad por suerte nos tiene sobre la tierra, pero podemos experimentar en variadas ocasiones como esa fuerza gana y nos baja de la superficie. Por ej. caminando por la arena, entrando al agua, pisando barro. No queremos que el peso nos hunda, ni en sentido real ni metafórico.

Anónimo dijo...

hace algunos siglos lo amenazante era ser demasiado liviano y que el viento te llevara al cielo junto con las hambrunas y la fiebre amarilla.

Anónimo dijo...

Anoche soñé que cruzaba la avenida con una manguera azul y del otro lado me ponía a regar un extenso parque mientras el cielo se iba coloreando, anunciando la salida del sol. Regaba con gran placer y fui adentrándome en el parque hasta que encontré a un grupo de mujeres que habían estacionado sus autos y trabajaban de cuclillas en la tierra. Me acerqué más y comprobé que estaban desenterrando plantas. Les pregunté por qué hacían eso y una de ellas me contestó frunciendo la frente "son para hacer algún peso en la feria".
Está clarísimo, la riqueza está bajo tierra. Nosotros queremos ser ricos pero sobre la tierra.

Anónimo dijo...

A mi el peso monetario me resulta muy liviano. Nunca me quejo de que las monedas me rompen los bolsillos o que los billetes están sucios o rotos. Pero eso sí, la gordura en grasa no la soporto. Esa me achata y me saca las ganas de vivir.

Anónimo dijo...

Propongo que llamemos a nuestro dinero plumas uruguayas. Es un homenaje a los indígenas que inauguraron estas tierras y de pronto nos sirve para hacer más dinero sin tener la sensación de que moriremos jóvenes.

Anónimo dijo...

El médico me tiene cansada, la gente de obesos anónimos ya no me contiene, me miran con desprecio. Mi hijo no quiere que lo acompañe a la escuela para que sus compañeritos no se burlen de mí.
Tengo mucho dinero. Leyendo sus reflexiones Licenciado, pienso que mi problema es que no le tengo miedo a la muerte. Quizás si la muerte me da un buen susto podría solucionar mi problema de sobrepeso, pero no querría empezar también a perder dinero. ¡Qué dilema!

Anónimo dijo...

El miedo a la muerte nos trae un montón de complicaciones. ¿Por qué pedagogos y psicólogos no se ponen a estudiar cómo educar para evitar ese problema? Lograríamos sociedades más prósperas y menos negadoras.