jueves, 10 de abril de 2008

La vida vale más que una banana

Hay ahorros que son demasiado costosos. O dicho de otro modo: lo barato sale caro. ¿Recuerda aquella historia en la que se dice que una tribu africana caza a los monos poniéndole una banana dentro de un recipiente de boca tan chica que si no sueltan la banana no pueden sacar la mano?

A los humanos nos pasa algo parecido. En el Río de la Plata les decimos «agarrados» a los que padecen muchas pérdidas por no gastar lo necesario en el momento adecuado.

Muchos no me creen cuando les digo que la psiquis humana funciona con criterios económicos y que los contadores saben mucho de la psiquis pero no saben qué saben y mucho menos que lo saben. (Releer si es preciso)

Uno de los “ahorros costosos” que hacemos los humanos es el de no aceptar que somos mezquinos, egoístas y depredadores. Pensar que somos generosos, solidarios y benefactores nos lleva a tener permanentes tropiezos contra la realidad y pasamos muchas horas del día y décadas de la existencia tratando de disimular lo que está en nuestra propia naturaleza.

La fórmula sería: Aceptad que somos mala gente pero los únicos dignos de ser amados. Cuando llegamos a esta infernal conclusión y actitud (somos un desastre pero dignos de amor) las piezas comienzan a acomodarse en forma lenta pero sin pausa.

Recuerde que por no soltar la banana de que somos maravillosos, vivimos atrapados en una trampa. Es un gran negocio manejarse con la realidad por más fea que parezca al principio. Después vienen tiempos mejores. ¡Délo por hecho!

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19 comentarios:

Anónimo dijo...

Los lacanianos son tipos duros. Tengo dos amigas que se analizan con ellos porque dicen que nadie es más efectivo. La crudeza de sus posturas filosóficas complace a quienes prefieren sufrir un poco más pero asegurarse resultados positivos. Allá ellas. A mí no me gusta sufrir y prefiero a un psicoterapeuta hortodoxo, más tranqui, más dialoguista, que me cobra un poco menos, quizá esté más tiempo en terapia, pero adoro a mi "viejito bonachón".

Anónimo dijo...

Copio y pego del artículo: "...no aceptar que somos mezquinos, egoístas y depredadores." Seguramente que el licenciado no hacen grandes esfuerzos por aumentar las visitas a su blog. Su destreza política, marquetinera y diplomática no existen.

No me parece un idiota, pero ...

Anónimo dijo...

Soy psicóloga y también creo que hay algo de economía en la psiquis humana. Cuando tenemos un desequilibrio de estímulos, por exceso o por defecto, surgen problemas. Angustia, ansiedad, insomnio, arritmias, gastritis, dermatitis, disfunción erectil, astenia y muchos etcéteras más.

Deberíamos trabajar un poco más unidos con los expertos en economía, porque a ellos también les serviría que se dieran cuenta todo lo que saben del ser humano sin darse cuenta que lo saben (creo que entendió el trabalengua - ja-ja)

Anónimo dijo...

Eso de ahorro costoso me recuerda una frase que encontré acá mismo y que escribí en un banner que colgué a los pies de mi cama: SOY DEMASIADO POBRE PARA COMPRAR COSAS BARATAS.

Anónimo dijo...

Se que no tiene mucha relación pero quedé impresionado cuando me contaron cómo se pesca un pez que está en los ríos de Argentina y que se llama dorado. Es un pez grande que pesa más de dos kilos, por supuesto que dorado, y que es tan voraz que le ponen un anzuelo remachado contra una cuchara de sopa y con el reel tiran todo eso bien adentro del río y luego empiezan a recoger con rapidez. Si anda por ahí alguno de estos peces, se lanza sobre la cuchara con el anzuelo e intenta comérselo de un tarascón. Lo demás ya lo saben. Puede hacerse al horno con papas, a la marinera con bastante harina y en abundante aceite. ¡Pobre dorado! Con tan lindo nombre y que fea costumbre que tiene para alimentarse. Por eso, desde que me contaron esta historia verídica, como bien despacio y no cualquier cosa.

Anónimo dijo...

Corrijo: Soy del Río de la Plata y no es exactamente así: Les decimos agarrados a los amarretes, a los tacaños, a los miserables, avaros, roñosos, cicateros. No necesariamente a los agarrados les va mal por su condición de tales. A algunos les va más que bien. Por ejemplo a mi patrón le va muy bien y siempre nos paga los sueldos lo más tarde posible, nunca nos da un aumento, y le va muy bien.

Anónimo dijo...

Reparo en lo que dice Josue (sobre la falta de tacto del licenciado) pero opinando sin embargo que a mi me sirve más que me digan que soy una basura a que me digan que soy divina y que me claven un puñal por la espalda. Recelo de los adulones, se expresen por el medio que sea. Si alguien me hace sentir bien me pongo muy desconfiada porque ya me pasó que alguien primero me hizo sentir una diosa y cuando estaba yo por allá arriba, me sacó la escalera y quedé agarrada del pincel. Por el contrario, nunca me pasó que alguien me diga que soy una mala persona y que luego haya intentado perjudicarme. Mi experiencia dice eso y quizá el que escribe acá no quiere agarrar a nadie descuidado adormeciéndolo con piropos.

Anónimo dijo...

En Panamá le decimos "agarrado" al hombrón, al grandote y fuerte. Sueño con que me agarre un agarrado. ¡Uauuu!

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo en que hay un gran desfazaje entre lo que en realidad somos y lo que creemos ser. Sobretodo en lo que se refiere a nuestras motivaciones. Siempre las maquillamos, las adornamos.
Ante cualquier decisión que vayamos a tomar lo natural, bueno y esperable es que midamos la conveniencia de lo que vamos a hacer. Sin embargo en algunos asuntos, como los afectivos (que son esenciales para nuestra vida) nos negamos a aceptar que medimos la conveniencia.

Anónimo dijo...

No me parece que tenga razón Paula, es de lo más común comentar en flia. o con las amigas si fulano es o no buen candidato, y ahí no nos estamos refiriendo a la pureza de su alma.

Anónimo dijo...

He llegado a la conclusión de que no hay esperanzas con respecto al amor. Los seres humanos no somos capaces de amar. Somo seres necesitados y buscamos desesperados calmar nuestras necesidades. Pero nunca lo logramos de manera definitiva. Vivimos permanentemente en la inestabilidad.

Anónimo dijo...

Soy tan caprichosa que por no soltar la banana soy capaz de permitir que me trituren la mano.

Anónimo dijo...

No quiero seguir tropezando con la realidad por pensar que soy generosa y solidaria. Prefiero admitir que soy una mugre porque tanto dolor de moretones no me deja vivir. Supongo que debo tener paciencia y permitir que esa nueva idea se vaya infiltrando en mi cerebro "soy una porquería digna de amor"

Si soy digna de amor ¿podrían amarme un poquito más?
Que horror, además de porquería, insaciable...

Anónimo dijo...

No puedo soltar la maravillosa banana que me tiene entrampada. Debería ver la realidad, pero de verdad, cuanto más la miro, más maravillosa me parece ¿no sé si lo interpreté bien?

Anónimo dijo...

Me asusta un poco pensar las decisiones que puedo llegar a tomar si soy completamente sincera conmigo misma.

Anónimo dijo...

Estoy decidida a intentar lo que Ud. propone. No tengo idea cómo será el proceso, porque incluye un cambio de identidad tan profundo, que en fin, no sé cómo será el recorrido.
Estoy muy agradecida por sus aportes.

Anónimo dijo...

Adelina, los lacanianos no cobran más que otros psicoterapeutas. No actúan corporativamente con una tarifa uniforme. Incluso la Coordinadora de Psicólogos ya no lo hace.

Anónimo dijo...

Es increíble que no aceptemos que somos depredadores como todos los animales. ¿Cómo pretendemos sobrevivir si no aceptamos que somos depredadores?

Anónimo dijo...

Tengo una amiga que dice que prefiere inventarse la realidad que necesita, vivir en un mundo de sueños que la completa, mirar siempre hacia la utopía...pero yo pienso que con esa postura un día va a caerse en un pozo metafórico peor que el de Onetti.