sábado, 31 de mayo de 2008

Ni bueno ni malo sino todo lo contrario

En el artículo de ayer titulado ¡Gane poco! - ¡Gaste poco! - ¡Viva poco! comentaba sobre algunas particulariades del escenario capitalista casi-neoliberal en el que vivimos la mayor parte de la población hispanoparlante (a quien va dirigido este blog).

Varios lectores comentaron o enviaron sus e-mail entendiendo que yo estaba demonizando esta forma de organización de nuestras economías.

En realidad no es mi intención estar ni en contra ni a favor, sino simplemente definir, describir, interpretar, ponerle palabras a los acontecimientos en los que estamos inmersos.

Genéricamente considero que cualquier cosa que suceda a un individuo o a una sociedad, es el resultado de un conjunto de causas que se organizaron espontáneamente para lograr esa situación y que, por lo tanto, la misma posee un equilibrio que la hace sustentable. Simultáneamente, quienes participamos de alguna manera en esa situación (como protagonistas o como simples observadores) es muy probable que adjudiquemos ideas de valor (bueno, malo, peor, mejor, etc.) pero estas opiniones no son más que simples sensaciones personales del tipo «me gusta» o «no me gusta».

Lo que puede eventualmente tener alguna consecuencia es lo siguiente: Si los participantes de una cierta situación ven escrita una descripción que ellos consideren correcta (que es lo que intento hacer todos los días con estos artículos) es probable (no es seguro) que su postura ante las adversidades les resulte menos penosa y hasta quizá reaccionen de algún modo como para modificarlas a su favor.

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8 comentarios:

Anónimo dijo...

Esto me recuerda la diferencia que hay entre el determinismo (la cadena irrompible de causas y efectos que DETERMINA cualquier evento) y el fatalismo (que dice más o menos lo mismo pero suponiendo que la historia ya está escrita, así que alguien puede saber lo que acontecerá).

El determinismo admite que hasta una palabra podría cambiar el curso de la historia pero sostendría que esa palabra fue dicha por alguien que no sabía lo que estaba diciendo y mucho menos las consecuencias que traería su enunciación.

Anónimo dijo...

A mi me parece que el Determinismo y el Fatalismo son lo mismo pero en diferentes versiones. El primero tiene un aspecto más bien científico y el segundo posee un look religioso o supersticioso.

Anónimo dijo...

Me hacen acordar a los comentaristas deportivos cuando opinan a favor y en contra sobre algo que jamás podrían llegar a realizar (porque suelen ser viejos, gordos, antideportivos).

Acá el licenciado y los que agregamos comentarios hablamos a favor o en contra de algo que está fuera de nuestro alcance modificar.

Anónimo dijo...

Es muy divertido opinar. Yo me siento poderosa criticando a las actrices de los culebrones, o a los bailarines y mi hermano que es sádico me dice "Callate gorda".

Anónimo dijo...

Cuando las personas creen que son marionetas dirigidas por algún ser superior o por la pura casualidad, se comportan irresponsablemente y la convivencia se convierte en un caos. Me parece que no es la mejor doctrina para una sociedad aceptar el determinismo o el fatalismo.

Anónimo dijo...

Pensé que ya había sido superada la suposición de que los seres humanos no tenemos libre albedrío. Me extraña en un egresado de una Universidad prestigiosa como la uruguaya que sostenga ideas tan perimidas.

Anónimo dijo...

Como abogada debo decir que suponer que los ciudadanos no tienen libre albedrío implica entender que no están sujetos a la ley y eso es inadmisible.

Anónimo dijo...

Creo en las dos cosas: existe un determinismo porque millones de factores están determinando hasta el crecimiento de las plantas pero también es cierto que las personas, dotadas de un instinto muy pobre (a diferencia de los animales que lo tienen hiperdesarrollado) no tenemos más remedio que pensar cada cosa que hacemos y por eso podemos equivocarnos o acertar.