jueves, 25 de junio de 2009

Un costoso seguro de vida

El temor a la muerte se asocia al desconocimiento científico sobre qué es el pensamiento para permitir la creación de una creencia con la que es posible suponer que, si bien existe la muerte, esta no es ni total ni definitiva.

No es total porque esa falta de conocimiento nos permite suponer que tenemos una parte no material (alma, espíritu) que no muere.

No es definitiva porque esa parte inmaterial continúa una existencia con otras características diferentes a las que conocemos mientras estamos «atados» a un cuerpo.

Un seguro de vida es algo que pagamos periódicamente para que cuando nos llegue la muerte, alguien reciba una cierta cantidad de dinero.

Por lo tanto existe en nuestra mente la posibilidad de pensar que pagando una cierta cantidad de dinero, obtenemos una prolongación de los actos de nuestra vida: alguien disfrutará gracias a nuestra contribución económica.

Ahora junto las dos ideas y concluyo que algunas personas pueden pensar que si durante la vida material «pagan» una cierta suma (a veces tan alta que los empobrece), estarán «ganándose» una confortable vida eterna.

¿Cómo «pagan»? El pago se realiza cumpliendo con las exigencias de quien determinará esa «confortable vida eterna»: Dios. En general ese pago consiste en rendirle homenaje, amarlo más a Él que a sí mismo, respetarlo, sacrificarse, entregar lo mejor de sí para homenajearlo, «ahorrar» placeres terrenales.

Si las personas que piensan así cambiaran su parecer y aceptaran que la muerte es total y definitiva, dejarían de «pagar» ese «seguro de vida espiritual eterna y confortable», con lo cual tendrían una vida terrenal más confortable y, sobre todo, contribuyendo al bienestar de los demás, porque no olvidemos que el único inconveniente de la pobres patológicos es el perjuicio que le provocan a la sociedad (por lo que no contribuyen y/o por lo que tenemos que donarles).

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15 comentarios:

Lilián Dondo dijo...

Me sugiere una idea muy loca: Las personas somos pobres porque tenemos que juntar riqueza (de distinto orden aunque no monetaria) para poder vivir cuando no podamos trabajar, es decir, cuando tengamos el cuerpo muerto.

Guyunusa dijo...

Me parece importante que aclare que el único inconveniente que los pobres patológicos le provocan A LA SOCIEDAD es no contribuir y/o tenerles que donar o subsidiar. Digo que me parece importante que aclare su postura porque para otros existen más inconvenientes, de orden irracional, que debemos tener en cuenta: en muchas personas los pobres producen el mismo rechazo o fobia que los locos, los homosexuales, los negros, etc.

Mª del Carmen dijo...

Aceptar que la muerte es total y definitiva se hace difícil cuando perdés un ser querido. La muerte propia sucede y punto. Mucho más me cuesta aceptar el envejecimiento y lidiar con el temor a una enfermedad que prolongue un padecimiento.

Marcelo Sandrini dijo...

Ud empieza el artículo diciendo: "El temor a la muerte se asocia .." En cambio leí: "El temor a la muerte social..."
Me parece un tema interesante este del temor a la muerte social, es decir, el miedo a desaparecer como persona significativa para alguien. Los que no hemos hechado raíces en un pueblo o en un barrio, sabemos que caminamos por las calles en estado de anonimato. Un barrio en el que nadie te saluda o se detiene a hablar, pasa a ser un lugar cualquiera, no es tu territorio. Tu territorio se circunscribe a tu hogar. En caso de vivir solo, esa sensación de andar suelto se fortifica.
Sé que para muchos este estado que describo se hacerca bastante al ideal... Bueno, queda claro que para mí no es así.

Jorge Pascuale dijo...

Me interesó el comentario de Marcelo y me quedé pensando que para tener ese sentimiento de anomia no alcanza con ser desconocido en un barrio o vivir solo. Yo hace poco que me mudé, no conozco a nadie aquí y vivo solo, sin embargo nunca sentí algo parecido. Creo que la diferencia está en que vaya a donde vaya y por más solo que esté, llevo incorporado a lo que soy un grupo de personas queridas para las de verdad existo.

Galindez dijo...

Tener un seguro de vida me parece una demostración de amor y de confianza irrefutables.

Raúl Fuentes dijo...

de verdad es mucho más cristiano quien paga un seguro de vida que el preocupado por ganarse el paraíso

Damián Leguello dijo...

Creo en Dios porque la experiencia de la fe la viví. No puedo transmitírsela a otro ni explicarla. Mi vida intenta ser acorde a los valores cristianos pero nunca creí seriamente en el Paraíso. Creo que practicar esos valores nos conduce a un lejano paraíso utópico EN LA TIERRA. Y aún así, lejano y utópico, parece ser el único posible.

estela cambre dijo...

La diferencia entre los que pagan un seguro y los que se sacrifican para pagar la vida eterna es que los primeros lo hacen por un ser amado (hijos, cónyuge, etc) y los segundos lo hacen por su adorado ombligo.
No digo que esté mal, sólo marco la diferencia.

Graciana Podestá dijo...

Por favor! si voy al Cielo no quiero andar de zapatos como esa fulana del dibujo.

Anónimo dijo...

Por suerte existen distintas ideas acerca de cómo rendirle homenaje a Dios.

Leticia Óliver dijo...

Siempre me chocó que se dijera que un buen cristiano debe tener temor de Dios, no sé capaz que interpreto mal lo que quieren decir con eso.

Lorenzo dijo...

Todas las patologías existentes le causan perjuicio a la sociedad en general.

Ana Luisa dijo...

Me gustaría saber dónde dice que la vida eterna es confortable.

Diana dijo...

El mayor problema para no encontrar una solución es ser exceptico.