sábado, 11 de julio de 2009

Mi amigo el policía

En el artículo de ayer titulado Yo y tú digo que Adam Smith propuso hace 233 años que el egoísmo bien entendido es esencial para que se genere el «crecimiento económico» necesario para lograr el «bienestar social», pero que sin embargo aún hoy existen «quienes con la mejor intención están saboteando ese necesario egoísmo».

Para convivir en paz tenemos que mantener el orden y para lograrlo hace falta ponerle ciertos límites a la libertad individual. Aunque nos moleste, tenemos que aceptar la existencia y cumplimiento de miles de normas, reglamentos y leyes que nos imponen prohibiciones y los correspondientes castigos para los infractores.

Como la sola existencia de esas normas no es suficiente para garantizar una convivencia pacífica —sobre todo porque es imposible controlar eficazmente su cumplimiento— la educación hogareña y escolar nos condiciona para que algo de nuestra psiquis se encargue de inhibirnos, frenarnos, dificultarnos el cometer ciertas acciones.

En otras palabras: como la sociedad no puede poner un policía vigilando a cada ciudadano, entonces la educación nos instala una especie de policía interior. La vergüenza, el miedo, el asco son las manifestaciones visibles de esas auto-prohibiciones, de ese «policía interior» que la educación nos instaló para que en definitiva la convivencia social sea lo más pacífica posible.

Un efecto secundario indeseable de esa educación es el negar que primero debemos atender nuestras necesidad y luego las necesidades ajenas.

La cultura nos adiestra para ser buenos ciudadanos pero indirectamente nos distorsiona un punto de vista que es imprescindible para que se genere el «crecimiento económico» necesario para lograr el «bienestar social», bloqueándonos excesivamente el egoísmo.

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15 comentarios:

Mauricio Valente dijo...

Lo que le entiendo es que las personas han tenido que arrasar el egoísmo completo por ser incapaces de ser "moderadamente egoístas".

Esto me lleva a pensar que hoy continúa criterios mágicos (brujería, magia, milagros) propios de la Edad Media.

Lo que quiero decir es que algunas personas lograron moderar el egoísmo así algunas personas (quizá las mismas) lograron moderar el pensamiento primitivo.

Gladys Tambasco dijo...

Ese policía es lo que otros llaman "conciencia moral", "superyó", "autocontrol".

Rubén Andrade dijo...

Es posible que en una minoría de ciudadanos exista este problema de tener excesivamente bloqueado el egoísmo. Lo predominante parece ser lo contrario; una exaltación del egoísmo.

Rubén dijo...

Lo felicito por la foto que eligió hoy. Es así como nos sentimos los padres!

Rogelio Duarte dijo...

Para convivir en paz necesitamos justicia y libertad.

Mª Eugenia dijo...

¿Qué está primero, el individuo o la sociedad?

Mariana Plá dijo...

Me gustó mucho el artículo de hoy. Es claro, inteligente y polémico. Además no es efectista, no busca el escándalo, como sí lo hacen tantos otros blogistas que se divierten enturbiando las aguas.

Humberto dijo...

Para muchos individuos es difícil soportar la presión que implica la vida en sociedad.

Elbio Vallestero dijo...

Quizás quienes saboteen ese necesario egoísmos sean las Hermanitas de María del Sagrado Corazón de Jesús.

la gordis dijo...

Si no existiera el asco, entraríamos a los restaurantes y picaríamos de los platos de los clientes, simplemente pidiendo permiso.

Prof. Lima dijo...

Conozco a unos cuantos a los que la mala educación hogareña terminó convirtiendo en pequeños tiranos.

Yoanna dijo...

Tenemos un montón de costumbres muy cómicas que parecen querer negar la realidad de que en primer lugar nos atendemos a nosotros mismos. Me refiero a dejar pasar primero al vecino cuando subimos en el ascensor, que un hombre le de el asiento a una mujer sana y jóven, servir nuestro plato en último lugar, etc, etc.

Efraín dijo...

Mi policía interior todos los años se toma sus merecidas vacaciones.

Luis Shepard dijo...

En mi país somos nada más que 3 millones. Perfectamente podríamos importar policías a razón de uno por cabeza y terminar con la inseguridad.

Jorge Lapido dijo...

Un efecto secundario de nuestra educación es que muchos optamos por abandonar la secundaria.