martes, 26 de enero de 2010

¿En verdad? ¡Me amo más que a ustedes!

Parece que hace muchos años (quizá miles) nos pusimos de acuerdo en mentirnos.

La mentira consiste en negar que espontáneamente nos amamos más que al resto del universo (personas y objetos).

También es mentira cuando decimos o creemos que podemos amar a alguien igual que a nosotros mismos.

Como para poder disfrutar de ese amor máximo que sentimos por nosotros mismos tenemos que ser coherentes (porque de lo contrario nos perderíamos la protección de la sociedad), organizamos toda nuestra conducta de tal forma que nadie descubra nuestros verdaderos sentimientos.

Imaginemos un caso sin esta gran falsedad.

El padre de familia se asegura de que no les falte nada ni a él mismo ni a su compañera.

Ambos hacen lo posible para que lo que les sobra de lo que ganan, alcance para que los hijos tengan lo mínimo imprescindible para crecer sanos y fuertes, pero sin las necesidades y deseos tan cubiertos como para que nunca deseen desarrollarse y ocupar esos lugares de privilegio que detentan sus padres.

Hay consenso en que los hijos criados en la abundancia se convierten en adultos vagos, deprimidos y casi inútiles.

También estamos de acuerdo en que el consumismo es dañino... pero simultáneamente tratamos de que a nuestros hijos «no les falte nada», hacemos regalos erosionando nuestra economía o —además de pagar impuestos— hacemos donaciones para carenciados que el Estado debería atender.

El psicoanálisis siempre trata de quitar la causa de los problemas y no pierde tiempo en eliminar los síntomas. Sabe que estos se irán definitivamente cuando desaparezcan las causas que los provocan.

Opino que el (síntoma) consumismo desaparecería si pudiéramos aceptar

— que cada uno se ama a sí mismo más que a nadie,

— pero que lo disimulamos haciendo exactamente lo contrario.

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12 comentarios:

Paty dijo...

Estoy de acuerdo en que nadie me ama más que yo. Es que el resto no sabe apreciarme.

Gonzalo dijo...

Algunos se aman tanto que hacen lo que sea para pasar a la posteridad.

Daniel dijo...

Los padres deseamos que nuestros hijos nos superen; ellos son nuestro orgullo.

Sandra39 dijo...

El día que llegue a las causas de mis síntomas está muy lejano.

Zulema dijo...

Es cierto que mantener la coherencia se trata de algo difícil, pero lejos de renunciar a nuestros verdaderos deseos, nos permite unificarnos y eso nos provee de energía para enfrentar la vida.

Marcia dijo...

Los líderes o grandes figuras, son adorados más allá de que sean o no coherentes.

Lucas dijo...

Muchas veces los hijos de los ricos son criados en la abundancia, pero también son educados en el arte de mantenerla.

Martina dijo...

Atenuar el consumismo no depende sólo de atender su aspecto psicológico.

Anónimo dijo...

Primero tengo que eliminar el síntoma y después buscar las causas, de lo contrario me echan de casa.

Carina dijo...

Tendríamos que asumir que a nuestros hijos siempre les va a faltar algo. Y es bueno que así sea.

Soledad dijo...

La verdad es que no me importa perder la protección de la sociedad, como ciudadana siento que ya la perdí.

Anónimo dijo...

cuando leí el dineo y la pobreza patologica es curable, pense que alguien mas habia sido descolonizado, es decir, q habia cambiado su lente cultural... y leyendo esto de que aceptando q me amo mas a mi, q al projimo, destruimos la antitesis mentira y siendo concientes q el consumismo es dañino, sin embargo hacemos donaciones y regalos caros; llego a armar mi opinion diciendo q para terminar con las patologias de la sociedad hay q conocer, entender y saber sobre los sintomas q nos agovian sin bajar la cabeza... reflexionar y comprometerse, no solo con nosotros mismo y nuesta familia, sino tambien con la sociedad... Combatir el capitalismo, la competencia, la obediencia, el egoismo Y darle entrada al entendimiento, la cooperacion, la solidaridad, el acto de habla, el dialogo sincero... en fin la razon...