lunes, 8 de marzo de 2010

«¿Cuánto te debo mamá?»

El amor es un sentimiento que surge de la gratitud y la dependencia.

Aprendemos a amar con lo que sentimos hacia nuestra madre cuando nos provee de alimento, abrigo, caricias. En síntesis: cuando nos satisface.

Entonces: el amor es algo que sentimos hacia quien nos satisface (y por lo tanto, no sentimos amor hacia quien no nos satisface).

Todos sabemos qué es la satisfacción de una necesidad (comer cuando tenemos hambre, dormir cuando tenemos sueño, abrigarnos cuando tenemos frío) y de un deseo (pasear, recibir un regalo, ser acompañados).

Para explicar lo que es el amor, digo que es lo que sentimos hacia un proveedor de satisfacción.

Los sentimientos (como el amor y otros) están bastante desvinculados de la racionalidad. A veces queremos controlar los sentimientos tratando de razonar, pero perdemos el tiempo.

Como decía al principio, esa necesidad de agradecer es tan incontrolable como el apego (dependencia) que sentimos hacia esa persona que nos inspira amor porque nos provee satisfacción.

Esa dependencia es casi idéntica a la que padecemos con las drogas adictivas (alcohol, cocaína, opio). Éstas también proveen una satisfacción y por lo tanto son amadas por el consumidor.

¿Y qué sucede con el pago que les hacemos a los buenos proveedores de satisfacción (almacenero, odontólogo, peluquero)?

El pago con dinero mata al amor porque éste se siente solamente cuando de alguna manera quien ama puede encontrar algún parecido con el amor que sintió hacia su madre cuando lo proveía de satisfacciones.

Quizá quienes amamos a alguien, entregamos mucho más de lo que recibimos, pero lo esencial es que las satisfacciones no se paguen con dinero.

La mercadería-dinero es la que determina que una satisfacción recibida forme parte de un trueque y el amor (a nuestra madre y similares) escluye el trueque (pago, toma y daca, retribución explícita).

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12 comentarios:

Mirna dijo...

A mí me resulta difícil no medir cuanto doy y cuanto recibo. Me parece horrible pero lo hago, y cuando siento que recibo de menos me enojo mucho.

Tatiana dijo...

El deseo incontrolable de agradecer es tal cual ud dice. La dependencia también. Se soportan muchas cosas por la necesidad de cariño o amor y se agradece para compensar las limitaciones de uno.

Marta dijo...

Las madres también damos a cambio de algo. Cuando tienen menos de 1año, nos dan más satisfacciones que sacrificios (si las condiciones del entorno son buenas). Durante ese primer año nos sentimos compensadas; luego, para ser madres satisfechas necesitamos la retribución de nuestro hijo en cariño, buen comportamiento, docilidad, en fin, todo lo que no dificulte nuestra tarea para que la maternidad resulte gratificante. Distinto es el caso cuando se tiene un hijo enfermo, por lo general se soportan más angustias y sacrificios y alcanzan pequeñas cosas para sentirnos agradecidas.

Ingrid dijo...

Cuando el Licenciado habla de la relación madre-hijo, dice que lo que queda excluída es la retribución EXPLÍCITA. ¡Por supuesto que es necesaria la retribución, Marta! Pero casi nunca en dinero (aunque cuando se trata de padres divorciados, la pensión implica mucho).

Damián dijo...

En la enorme mayoría de los casos somos los padres quienes debemos pagar la pensión alimenticia porque no convivimos con nuestros hijos. Esto resulta agraviante, porque el amor que sentimos por ellos, de pronto pasa a tener un precio. A eso se le suma la lejanía de los hijos; la relación con ellos sufre un cambio muy profundo y rápido. Se sufre mucho.

Anónimo dijo...

A la que hoy es mi mujer la conocí cuando tenía que pagarle las satisfacciones que me entregaba.

Carlitos dijo...

El dinero es sucio porque nos aleja de la inmaculada relación madre/hijo característica del Río de la Plata.

Sandra39 dijo...

El trueque me resulta más simpático que la compra-venta porque de esa forma se intercambia algo mío por algo tuyo. El dinero, en cambio, no es de nadie y es de todos. Excluye el vínculo personalizado.

Lola dijo...

Aunque el oftalmólogo me cobra un ojo de la cara, estoy caliente con él por como se me aproxima!

Roque dijo...

Ese niñito... ¡pobre inocente! No se imagina la deuda que está generando.

Lydia dijo...

Una vez que le pagué al peluquero, tengo la certeza de que no me invitará a un café.

Marcos dijo...

Las drogas adictivas producen un enorme conflicto entre el amor/necesidad y el miedo/odio.