martes, 23 de marzo de 2010

La cobardía de los jueces

Existe enriquecimiento ilícito cuando un servidor público (empleado, funcionario, parlamentario electo por la población) no pudiere justificar el legítimo aumento de su patrimonio o la legítima procedencia de los bienes a su nombre.

Por ejemplo, el funcionario que autoriza la construcción de una obra pública, puede quedarse con una parte de la inversión y enriquecerse ilícitamente.

En todos los países existieron, existen y existirán personas que aprovechen el cargo que ocupan para beneficiarse personalmente.

Todos ellos aceptaron el cargo enterados de que cobrarían una cierta remuneración a cambio de realizar una tarea específica.

¿Por qué esos funcionarios o gobernantes abusan del poder que tienen, perjudicando (robando) a toda la población al apoderarse del dinero que aportaron con el pago de impuestos?

¿Qué diferencia existe entre un punguista que nos quita dinero del bolsillo en la calle y un «ladrón de guante blanco»?

Una de las diferencias está en que el importe que nos lleva el punguista es mucho menor que el que nos llevan los funcionarios y gobernantes corruptos.

Otra de las diferencias está en que el robo que nos hace el punguista solemos descubrirlo cuando notamos la inesperada ausencia de nuestra billetera, mientras que el robo que perpetra el jerarca no lo percibimos en absoluto. Sólo suponemos que se apoderó de nuestro dinero porque los medios de comunicación informan sobre el proceso y condena por «apropiación indebida de fondos públicos».

Podemos ver además que nuestra reacción es mucho más violenta contra el punguista que contra el corrupto, porque:

— Nos robó en forma expresa y personalizada. Fuimos elegidos por él y el daño se convierte en algo personal entre el punguista y yo.

— Contra el delincuente nos sentimos fuertes pero frente al gobernante nos sentimos débiles y los cobardes siempre atacamos a los débiles y toleramos a los fuertes.

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12 comentarios:

Marta dijo...

Hoy sus palabras han sido muy duras, doc.
Creo que ha logrado que todos nos sintamos cobardes.

Roque dijo...

Lo que sucede es que contra el corrupto es poco y nada lo que podemos hacer.

Celeste dijo...

Ud habla del ladrón de guante blanco y yo me pongo triste porque me acuerdo de Michael Jackson.

Nolo dijo...

La foto está buenísima! el elefante punguista, ja, ja.

Pasto dijo...

Celeste insinúa que M. Jackson era ladrón?

Celeste dijo...

No, lo que digo es que usaba guantes blancos; sobre su intimidad no sé nada.

Elbio dijo...

También el enriquecimiento es ilícito cuando el responsable es un empleado o un jerarca del sistema privado.

Anónimo dijo...

Nunca pongo mis bienes a mi nombre.

Leticia dijo...

Cuando era niña y escuchaba hablar a mi tío, yo imaginaba que el tenía una habitación llena de cometas.

Tatiana dijo...

Otra diferencia entre el punguista y el ladrón de guante blanco es que el punguista se lleva tu billetera, y yo estoy encariñada con mi billetera porque me la regaló mi padrino y tengo la foto de mi sobrina y además tengo todos los documentos y lo que hace el guante blanco no me importa porque ojos que no ven, corazón que no siente.

Zulema dijo...

Muchas empresas pequeñas quiebran porque alguno de los socios mete la mano en la lata y no le pueden comprobar nada.

Anónimo dijo...

El poder corrompe. Hay que ser muy macho para mantenerse limpio.