martes, 6 de abril de 2010

La sUERTE angustia tanto como la mUERTE

La expresión «Ver para creer» merece alguna aclaración:

1º) Un perfume no se ve pero sabemos de su existencia;

2º) Ciertos volúmenes del universo no los vemos pero sabemos de su existencia;

3º) No quedan testigos de la Revolución Francesa, pero sabemos de su existencia.

En un artículo titulado Comer la verdad les comento que nuestra capacidad perceptiva sólo capta la realidad fragmentándola.

En otro artículo publicado hoy con el título Los análisis de Hiroshima y Nagasaki agrego que somos diestros analizando pero siniestros sintetizando (sabemos desarmar pero nos cuesta re-armar).

Por azar entendemos la forma en que se presentan los acontecimientos imprevistos, cuando parecen obra de la casualidad, o se registran como eventos fortuitos.

Con las ideas presentadas más arriba podemos elaborar la hipótesis según la cual «creemos en el azar porque los humanos no podemos percibir y comprender las causas de ciertos eventos».

Si observamos cómo vuelan las esferas numeradas de un bolillero de lotería, no podemos detectar por qué causa aparece primero una de ellas y no alguna de las otras 99.

Entonces afirmamos: El azar quiso que esa fuera la bola sorteada o el azar quiso que todas las demás permanecieran dentro del bolillero.

Lo cierto es que existieron muchas causas convergentes y sincronizadas para que saliera ese número y ningún otro, pero lamentablemente nuestro cerebro no puede ni conocerlas, ni abarcarlas ni organizarlas en una respuesta concluyente.

Ahora observe esto: si lo que está en juego es nuestra propia existencia, nos negamos a reconocer que no controlamos nuestras circunstancias. Nuestro cerebro rechaza su falta de protagonismo y nula influencia sobre lo que le toca vivir, disfrutar o padecer.

De forma antojadiza, arbitraria e irracional, afirmamos que el azar influye sobre los objetos pero que es nuestra voluntad la que determina nuestras circunstancias.

●●●

10 comentarios:

Elisa dijo...

Hay pequeñas decisiones cotidianas que podemos tomar y no me resulta fácil argumentar que estén predeterminadas. Por ej. decidir a qué hora vamos a levantarnos, escoger dentro de lo que tenemos qué desayunar, cómo nos vamos a vestir. Son pequeñas cosas que a la larga se vuelven importantes.

M. Eugenia dijo...

Por qué la gente que puede mover objetos a distancia no se dedica a ganar la lotería?

Andrés dijo...

Creemos en muchísimas cosas que no vemos; en proporción, lo que hemos visto, o experimentado por alguna otra vía, es poquísimo.

Nelson dijo...

No me haga acordar! Cuando desarmé el motor del auto y luego intenté rearmarlo, siempre me sobraban piezas.

Lucas dijo...

Dicen que siempre se puede aprender algo más y que el saber no ocupa lugar. Yo estoy aterrado.

Tiago dijo...

No alcanza ver para creer, ni tampoco ver para crecer. Hay que vivir la experiencia.

Sergio dijo...

Si yo fuera Messi no podría soportar tanta suerte y tanto elogio. Me quedaría hasta con miedo de tocar la pelota por el terror a hacer algo mal.

Martín dijo...

Mi madre cuando me llama por teléfono me da tantos detalles irrelevantes, que puedo dejar el teléfono descolgado, preparar un huevo frito y luego seguir escuchándola sin que se percate.

Sonia dijo...

Mire que está lleno de gente incapaz de analizar nada. Lo más que pueden es contarte alguna parte de un partido de fútbol.

Facundo Negri dijo...

Estoy defraudado. Sólo creo en el azar, y que a mí no me va a tocar nada bueno.