jueves, 15 de abril de 2010

Tranquilicemos a los pobres

La interpretación humana de la realidad es tan valiosa y realista como la interpretación felina, porcina o equina.

Como no tenemos acceso al punto de vista de estas otras especies, no podemos compararlas con la nuestra.

Esto no sé si lo estoy diciendo con seriedad o humor. Parece ridículo suponer que los demás animales tengan opiniones, pero es mejor no hacer afirmaciones de ningún tipo.

En nuestra calidad de animales, es muy probable que a medida que aumenta la amenaza de extinción de la especie, aumente el deseo sexual.

Esta propuesta contradice el sentido común porque todos imaginamos que cuando tenemos problemas económicos tan graves que está en duda la alimentación, es imposible tener deseo sexual.

Le propongo eludir esta intuición tan convincente.

Podríamos pensar de esta manera:

Cuando un ser humano percibe que por alguna causa (hambruna, guerra, epidemia), podría extinguirse la especie, su deseo sexual aumenta en vez de disminuir.

La vida depende de muchas reacciones compensatorias.

Por ejemplo, cuando estamos enfermos, queremos reposar porque el organismo destina la energía al proceso de autocuración, o se activan procesos inflamatorios que modifican la circulación sanguínea, entre otras reacciones compensatorias.

Todas las especies soportan alteraciones en el acceso a los recursos esenciales para la supervivencia (abundancia o escasez por causas naturales) y, en momentos de escasez, los más fuertes comen más que los débiles ... igual que los humanos.

Para evitar la reproducción de la pobreza, debemos calmar la angustia de quienes, por falta de recursos, reaccionan reproduciéndose compensatoriamente.

El ser humano, con un moderado bienestar económico, no produce una explosión demográfica.

En suma: para abatir la expansión de las clases económicamente menos favorecidas, es preciso evitar que sus integrantes teman por la extinción de la especie.

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7 comentarios:

Rosario dijo...

Qué extraño. Parece como si el temor por la extinción de la especie, viniera de Dios.

Luis16 dijo...

Quienes acceden al bienestar económico, no quieren perderlo. Por ese motivo tienen pocos hijos, para no dilapidar su fortuna.
Los que no tienen nada, no tienen nada que perder; por el contrario, más hijos implican una mayor ayuda del estado.

Renata dijo...

En momentos de escasez, los más fuertes SE COMEN a los más débiles.

Alicia dijo...

Durante las épocas de catástrofe aumenta el deseo sexual, porque el ser humano se dedica a disfrutar del presente.

Eliana dijo...

Por el bien de la humanidad, los psicólogos deberían calmar la angustia de los pobres, pero claro, no podrían cobrar.

Leticia dijo...

Mi perra opina que debería tener menos apuro cuando la saco a pasear. Aunque haga frío. Y no le importa si estoy cansada.
Sus opiniones son inflexibles.

Samuel dijo...

Primero evitemos la reproducción de la desesperanza. Luego, lo que tenga que hacerse con la pobreza, será más sencillo.