sábado, 8 de mayo de 2010

Libre albedrío, venganza y justicia

Creo que sería un despropósito invertir energía en lograr que todos los seres humanos fuéramos idénticos.

Si la ciencia lograra que todos fuéramos de la misma estatura, talento, vocación, seríamos infelices porque caeríamos en el peor de los sentimientos: la indiferencia ( ya que nos daría lo mismo Fulana que Zutana).

Sin embargo, es posible que cada uno tenga sus necesidades básicas satisfechas.

Trabajar para mejorar la distribución del ingreso, parece más realista y de mejor pronóstico.

En el artículo titulado La envidia es progresista, les comentaba que «… la envidia es un sentimiento que busca la igualación …».

Cuando las diferencias en calidad de vida son interpretadas bajo el supuesto de que poseemos libre albedrío, no demoramos en concluir que alguien tiene la culpa de nuestras carencias.

La asociación de la envidia con la creencia en el libre albedrío, genera violencia (porque se cree que alguien es responsable de que tengamos que envidiar).

La violencia que genera la creencia en el libre albedrío, ante el hecho de que algunos pasan demasiado mal y otros obscenamente bien, instala los deseos reivindicativos de venganza.

Por el contrario, la creencia en el determinismo, nos haría buscar pacíficamente las causas de la pobreza en lugar de buscar a los culpables.

La agresividad puesta en juego para buscar causas, no incluye ataques personales como sucede cuando la agresividad es puesta en juego para buscar culpables.

En todas las culturas existe algún sistema de justicia que pretende evitar la relación directa (confrontación, justicia por mano propia, saqueos) entre los envidiosos que luchan por la igualación y los vengativos que atacan a los supuestos culpables de la mala distribución de la riqueza.

En suma: el sistema judicial amortigua la furia vengativa que provoca la creencia en el libre albedrío.

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12 comentarios:

Sandra39 dijo...

Estoy de acuerdo con usted. Igualarnos en la satisfacción de las necesidades básicas, es algo que sí podemos.

Filisbino dijo...

La función que cumple el sistema judicial es importantísima, aunque no podamos creer en la justicia.

Rosana dijo...

Tendríamos que empezar por dejar de buscar a los culpables de las desgracias cotidianas de nuestra pequeña vida.

Marisa dijo...

Usted llama envidiosos a los que luchan por la igualación y vengativos a los que atacan a los culpables. En la escuela me enseñaron que unos y otros eran héroes.

Elbio dijo...

La creencia en el libre albedrío genera violencia, pero si elimináramos esa creencia, aún tendríamos que seguir avanzando y profundizando en la búsqueda de encauzar nuestra violencia. La agresividad natural de nuestro ser se convierte en violencia fácilmente. Las contrariedades, la lucha por la vida, los desórdenes metabólicos, los celos, la envidia, en fin, son muchísimos los sentimientos y las situaciones que inspiran nuestra violencia.

Marta dijo...

Junto con el sistema judicial, el cristianismo se instaló, entre otras cosas, para reprimir nuestra violencia y disfrazar la envidia.

Arturo dijo...

Así como la envidia busca la igualación, la entronización de la pobreza congela las desigualdades.

Elena dijo...

Yo creía que Zutana se llamaba Sultana por ser la esposa del Sultán. También creía, como tantos otros, que la señora indicará era la que nos daba la hora por teléfono y que mucho en realidad era muncho, porque así sonaba que era más.

Luján dijo...

Desde que leo sus blogs siento como que nos desencontramos. Usted se me tira a la izquierda y yo cada vez más, me mando cada centros!

Evangelina dijo...

Ahora somos capaces de clonar. Estamos más cerca de crear individuos muy parecidos que de repartir el pan y el vino.

Jaime dijo...

Mi abuelo tenía una fábrica de medias. Allí trabajó toda mi familia; de hecho ese fue mi primer trabajo.
Seguramente nadie tuvo la culpa, pero desde que se empezaron a importar las medias chinas, dimos quiebra.

Cané dijo...

Son ingeniosas sus deducciones. Me queda la duda si serán algo más que eso: x ej: acertadas.