martes, 4 de mayo de 2010

Los intereses del deseo

Si usted y yo creáramos un banco para recibir depósitos y prestar dinero, tenemos que invertir en publicidad.

Esto tiene que ser así porque nuestro negocio se basará fundamentalmente en la confianza que logremos inspirar

— entre quienes tienen más dinero del que necesitan (depositantes e inversionistas), y

— entre quienes tienen menos dinero del que necesitan (prestatarios).

En otras palabras, usted y yo, representados por nuestra institución financiera, nos colocaremos entre dos personas que están en situaciones opuestas (lo que a uno le sobra, al otro le falta).

Como comentario al margen, a usted y a mí nos conviene que estos dos ciudadanos no se conozcan pues podrían negociar dejándonos afuera.

El manejo de la publicidad es algo que quiero comentarle hoy.

Le propongo que gastemos una pequeña parte de nuestra inversión en convencer de que somos honestos y eficientes (como hacen nuestros competidores), y que gastemos la mayor parte de nuestra inversión publicitaria, en incitar (estimular, excitar) a que la gente tenga deseos muy intensos.

Trataremos —disimuladamente— de que los vendedores de bienes y servicios prescindibles, aumenten sus ventas al máximo, contando con nuestro financiamiento, por supuesto.

Estimularemos a los vendedores de artículos superfluos (vehículos lujosos, televisores, joyas) y de servicios prescindibles (cruceros, cementerios privados, organizadores de fiestas).

La prosperidad de nuestro banco depende de quienes tengan deseos muy intensos.

Es lo que hacen los organismos multilaterales de crédito con los países (Fondo Monetario Internacional [FMI], Banco Mundial [BM], Banco Interamericano de Desarrollo [BID]): los inducen a endeudarse y luego se dedican a tratar de cobrarle puntualmente los intereses, aunque prefieren no cobrar el capital, porque los países, cuando cancelan sus deudas, dejan de pagar los intereses.

Usted y yo tendremos que hacer lo mismo.

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12 comentarios:

Lola dijo...

Está diciendo queee... ud y yo nos estimulemos, nos exitemos disimuladamente... hasta que nuestros deseos sean muy intensos... y entonces cobremos interés y...
TERMINEMOS A LAS PUTEADAS PORQUE NO NOS ENTENDEMOS!!!

Jacinta dijo...

Un banco jamás debería hacerse llamar BID. A mí no me genera ninguna confianza un banco que casi como un BIRD, en cualquier momento se te vuela.

el chapita dijo...

Yo hace tiempo que eliminé los bienes superfluos de mi vida:
para qué toalla, me seco con la camisa
para qué jabón, me lavo agua
para qué calefón, me baño con agua fría
para qué zapatos, más cómodas las pantuflas
para qué ir al médico, me curo yo solo
para qué comprar comida, me regalan las sobras en las pizzerías
para qué agua, alcanza y sobra con la que tomo cuando me baño
para qué casa, ahora los bancos de las plazas son anatómicos
para qué abrigo, me caliento mostrando mis partes íntimas en esas mismas plazas.
Para qué preocuparse por algo; cuando muestro el pajarito me llevan al loquero, y ahí consigo:
toalla, jabón, agua caliente, zapatos, médico, casa, abrigo y comida.

Fulgencio dijo...

No sirvo para financiar disimuladamente a naide. Cuando invierto dinero me pongo caudillo y salgo al galope con la bandera, pa arrear gente al partido.

Ramón dijo...

La prosperidad de nuestro banco depende de quienes tengan deseos muy intensos; tanto que se animen a utilizarlo a cualquier hora burlando los controles acostumbrados. Sólo así un banco adquiere clientes!
Te dije Maruja, era una idea muy romántica tener nuestro banco particular en la plaza, pero debemos resignarnos a que lo usen otros.

Jaime dijo...

Todo negocio se basa en la confianza; el negocio bancario, la venta de antigüedades, las prestigiosas casas de remates, el matrimonio, la venta de inmuebles, etc, etc.

la gordis dijo...

Esa quiero ser yo! La persona que se ubique en el medio entre una que le sobra y otra que le falta.

Prudencio dijo...

Es humillante. Mi mujer me dejó afuera porque le sobra con ese perro al que le falta tanto cariño.

Soledad dijo...

Para vivir bien sólo pago refinanciamientos e intereses, total no tengo herederos a quienes dejarles mis deudas.

Efraín dijo...

No podemos endulzarnos con las tarjetas de crédito. Es vivir para hacer lo que a otros les interesa que hagamos: le damos vida a las empresas de publicidad y morimos en los bancos.

Irène dijo...

Ja! cuánta cruedad que se oculta aunque esté a la vista!!!!!

Romina dijo...

No sé si estaría muy de acuerdo con usted, pero tb creo que al capitalismo lo mueven quienes tienen muchos deseos y los anciosos.