viernes, 4 de junio de 2010

¡Basta!

Solemos criticar a los intolerantes.

Son los que no aguantan a un niño travieso, a un anciano conversador, a un joven ruidoso, a un conductor de ómnibus que hace maniobras muy bruscas, al ruido que hacen los aviones que aterrizarán cerca de su casa, a las ramas de los árboles que le quitan luminosidad a los focos de luz, y una larga lista de incomodidades, insatisfacciones, estímulos para la queja.

Todos necesitamos ganar dinero para atender los gastos personales y familiares, necesarios para tener una calidad de vida satisfactoria.

El joven que termina sus estudios, se para en la puerta del instituto de enseñanza que le entregó el tan deseado título y se pregunta: — Y ahora: ¿qué hago?

Las opciones parecen muchas, pero para ese joven parecen muy pocas.

La creencia en que «ayudar es rentable», conduce a muchos trabajadores hacia las tareas de la intermediación.

Así como en nuestra cultura es normal criticar a los intolerantes, es normal alabar a los que ayudan.

Colaborar es una acción que connota superioridad, generosidad, solidaridad.

— El productor de hortalizas no tiene tiempo de venderla, entonces aparece un voluntarioso intermediario que lleva su producción al mercado, cobrando una cierta comisión por la tarea.

— Cientos de fabricantes, necesitan a los comercios que venden pocas cantidades a muchas personas, quedándose con una cierta ganancia.

— La naturaleza nos dota de muchos recursos para la autocuración, pero nos aliviamos antes si un médico nos suministra un calmante, cobrando honorarios razonables.

Aceptada la existencia de intermediarios, llega la segunda etapa: estos procuran ganar más dinero.

¿Cómo lo hacen? Un procedimiento que está funcionando muy bien consiste en estimular la intolerancia.

Los intermediarios invierten bien su dinero si nos estimulan (por medio de la propaganda) para que no aguantemos ninguna molestia, demora, esfuerzo y compremos su intermediación, ayuda, solución.

Artículos vinculados:

El arte de vender
La pasión de Pedro
Los 40 ladrones chinos
La teoría del «bolsillo tibio»
Justicia tributaria por mano propia

●●●

8 comentarios:

Roque dijo...

Un buen trabajo de logística permite hacer realidad el ideal de "la tierra al plato". Para eso es necesario invertir en puentes y carreteras.

Facundo Negri dijo...

El joven que está parado frente al instituto de enseñanza fue robado y ya no posee su título.

Facundo Negri dijo...

El joven que está parado frente al instituto de enseñanza fue robado y ya no posee su título.

M. Eugenia dijo...

Qué hay más, productores o intermediarios?

Marianela dijo...

El mundo moderno nos vende la idea de que cada vez es posible vivir con más confort, sin embargo las ciudades aumentan su densidad de población, su tráfico automotriz, polución.

Natalia dijo...

Para la autocuración nada mejor que un libro de autoayuda. Lo puedes comprar por internet.

Normando dijo...

Creo que quien produce está más expuesto a la crítica que quien comercia.

Alicia dijo...

Los intolerantes que ayudan me dejan confundida.