martes, 29 de junio de 2010

Se lo digo por millonésima vez

Para ganarnos el sustento, contamos con nosotros mismos, igual que el resto de los seres vivos.

Las plantas orientan sus hojas hacia donde encuentran luz, para realizar el proceso digestivo (fotosíntesis) y hunden sus raíces para ganar firmeza e «ingerir» líquidos nutrientes.

Las flores son —por su forma y su función—, vaginas.

O sea que, cuando uno quiere agasajar a una dama, le regala una docena de hermosas vaginas, rojas, aromáticas y ella, narcisísticamente, queda encantada y lo agradece con amor.

Me fui del tema.

Luego de referirme a la lógica básica de los vegetales, quiero continuar con la lógica básica de los animales (humanos incluidos), los que, en condiciones salvajes, hacemos más o menos lo mismo: recolectamos, comemos, digerimos, (regalamos flores) fornicamos, nos reproducimos.

La debilidad de nuestra especie, es compensada con miles de artilugios que convierten a nuestra existencia en una interminable cadena de ideas, estudio, reflexiones, creencias, tanteos, decisiones, aciertos y fracasos.

Por ser tan débiles, tenemos un instinto de conservación híper sensible, reactivo, crispado.

Los demás animales no son tan miedosos, conservadores y precavidos como nosotros.

De hecho, podemos encontrar actitudes neuróticas sólo entre mascotas contagiadas por sus amos.

El exceso de celo, nos lleva a que nuestra percepción subjetiva sea totalmente diferente a la percepción objetiva.

En otras palabras: si evaluamos un riesgo subjetivamente (por lo que nos parece, «a ojo de buen cubero», intuitivamente), podemos tener resultados diametralmente opuestos a la evaluación de ese mismo riesgo observado con procedimientos objetivos y —con exactitud— una vez ocurrido el evento evaluado.

Para ganarnos la vida, es bueno tener en cuenta que nuestra percepción subjetiva de los peligros siempre es exagerada, sobredimensionada, dramatizada.

En suma: Cada uno debe conocer su «factor de exageración» y usarlo (al revés) para rectificar las evaluaciones dramáticas que lo inhiban.

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11 comentarios:

Silvana dijo...

Cuando de enfermedades se trata, no puedo calmarme. Fantaseo con dramatismo si aparece un síntoma sospechoso. A veces pienso con amargura, cuantas cosas podría hacer con la energía que gasto en eso.

Alicia dijo...

Me gusta ser exagerada para expresar sentimientos amorosos y tiernos. En realidad no sé si soy exagerada; es que disfruto del sentimiento en su exageración, me gusta sentir que me doy por entero.

Rosario dijo...

Siempre me quedó la duda si la palabra fornicar significa tener sexo o más específicamente, hacerlo con "la mujer del prójimo"

Maristela dijo...

A mí me pasa al revés, peco por minimizar todo. Cuando mi esposo está llamando al médico por una enfermedad de los chicos, yo siento que se podría esperar un poco más.

José M. dijo...

Entiendo el simbolismo de las rosas rojas, pero ese color no me gusta. Quizás lo asocie al color de la sangre. Adoro las rosas blancas.

Julio dijo...

Además de la gratificación narcisística que provoca todo regalo, creo que en la mujer, recibir flores del hombre que ama, produce un sentimiento de pertenencia recíproco, que refuerza de algún modo la identidad de ambos como pareja.

M. Eugenia dijo...

Cómo hacemos para evaluar un riesgo objetivamente?

López dijo...

Un empresario debe arriesgar, sea que exagere o no.

Adrián dijo...

Aún en la balística, el comportamiento del proyectil en su trayectoria, es imposible de determinar con exactitud.

Iris dijo...

Qué sucede? Nuestro instinto se ha debilitado, o es que nuestra inteligencia nos ha dado un mayor margen para la creación? O ambas cosas?

Elbio dijo...

Nuestra debilidad como especie nos lleva a intentar controlar la realidad. Por eso la fragmentamos a los efectos de analizarla (por supuesto desde un punto de vista humano, el único a nuestro alcance).