martes, 15 de junio de 2010

Una discreta forma de comprar amor

Cuentan que al cantante argentino Jorge Cafrune (1937-1978), le presentaron una condesa que —según quien los presentó—, acababa de donar unos terrenos de la familia al gobierno de Sevilla, para construir un gran parque.

Fue entonces cuando el «turco» Cafrune, preguntó: «¿donó o devolvió? »

La costumbre de hacer regalos es tan antigua, que no sabemos cuándo comenzó.

Tampoco sabemos de dónde salió la palabra aguinaldo.

Lo más probable es que provenga del estribillo (hoc in anno [en este año]) de algunos villancicos que se cantaban en las fiestas de fin de año.

El aguinaldo es una remuneración extra que entrega el empleador a sus empleados, una o más veces en el año, generalmente coincidiendo con fechas religiosas o patrióticas, en las que se producen gastos extras en festejos, vestimenta, obsequios.

En algunos países, este regalo o retribución, es obligatorio y en otros es voluntario.

También existe la costumbre de aumentar discrecionalmente el pago obligatorio.

Me interesa comentar que en este obsequio, sería oportuno recordar el desplante de Jorge Cafrune ante la generosa condesa, y así preguntarnos: ¿El aguinaldo es un regalo o la cancelación de una deuda que el empleador tenía con sus empleados?

La necesidad de recibir regalos está presente en muchas personas, que lo interpretan como un gesto de aprecio, interés, amor y deseo.

Quienes disfrutan con los regalos, se saltean la obligación de devolver su valor aproximado en poco tiempo, para concentrarse exclusivamente en la sensación mencionada (aprecio, interés, amor y deseo).

Estos cuatro sentimientos son comprados compulsivamente, pues quien nos hace el regalo nos impone un gasto (retribuirlo).

Es interesante comprender la fuerza obligatoria que asume este compromiso (retribuirlo), pues está demostrado que los seres humanos de todas las culturas y épocas, no asociamos ‘regalo recibido’ con ‘gasto a realizar’.


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13 comentarios:

Maristela dijo...

Sí, los seres humanos de todas las culturas asociamos regalo recibido con gasto a realizar.
Cuando al recibir una caja envuelta con un moño rojo, decimos: "no te hubieras puesto en gastos". En realidad eso es algo que nos decimos a nosotros mismos, porque cuando llegue el momento vamos a tener que retribuir el regalo haciendo un gasto similar, con el fin de evitar las odiosas comparaciones (fijate que para su cumpleaños le regale un par de botas y ahora ella quiere arreglarme con bijouterie barata). Así son las amigas.

Elbio dijo...

La condesa devolvió terrenos que en realidad correspondían a su nación. Su familia pudo apropiárselos gracias a su privilegios. El poder económico de la condesa y del padre de la condesa, probablemente no proceda de su capacidad de trabajo.

Oviedo dijo...

Yo me pregunto... los regalos que los Reyes Magos les hicieron a María y José por el nacimiento del niño Jesús, habrán sido una muestra de respeto o servirían para comercializarlos y comprar pañales?

López dijo...

Las jovencitas reciben regalos de sus novios y no se sienten en la obligación de retribuírlos. Ellas saben que la retribución vendrá después, el día que entreguen su virginidad.
Después de todo, el negocio es bueno.

Jaime dijo...

Cuando uno hace regalos le encanta decir "lo hago porque me hace feliz, esa es la retribución que necesito", y eso no es una en mentira, tiene un buen porcentaje de verdad. Pero hay otro porcentaje que nos dice, si no somos retribuídos, nos tomaron por tontos.

M. Eugenia dijo...

No sabía que la palabra aguinaldo provenía de algo tan sucio.

Humberto dijo...

Los empleadores que pagan el aguinaldo son unos patriotas. Son conscientes de la importancia que tiene el consumo de sus empleados para el crecimiento del país.

Rulo dijo...

Antiguamente las tribus se hacían obsequios cuando estaban hartos de la guerra y querían parar.

Violeta dijo...

A través de este democrático medio de comunicación, les hago saber a mis regaladores que si alguna vez no fui retributiva, se trató de un olvido nomás, y que no hubo mala intención. Tamo?

Getulio dijo...

No te creemos Violeta, sólo tu inconsciente es quien dice la verdad.

Orosmán dijo...

Para los novios que regalan una fiesta de casamiento, la balanza comercial es desfavorable, porque nunca los regalos de casamiento alcanzarán a cubrir los gastos invertidos en la fiesta. Lo único que compensa es que la celebración también es para ellos.

Lola dijo...

Una docena de rosas se retribuye, como mínimo, con una semana de amor. (más o menos hasta cuando se marchitan las rosas, si son frescas)

el Manso dijo...

Gracias a Lola he comprendido que conviene regalar rosas en invierno; aunque de todos modos, la calefacción puede arruinarlo todo.