lunes, 30 de agosto de 2010

Las pérdidas de la ganancia

Los economistas (y cualquier otra persona que lo desee), llaman costo de oportunidad a lo que debe renunciarse para obtener una cosa.

También podría decirse: «Cuando queremos algo, tenemos que dar algo a cambio»; «nada es gratis»; «si quieres casarte con alguien, deberás privarte del resto».

Dicen que una tribu caza los monos porque estos no asumen el costo de oportunidad.

Efectivamente, construyen un cesto con una boca tan pequeña que permita entrar la mano de los simios. Adentro ponen una sabrosa banana y la tragedia sobreviene cuando el mono no puede sacar la mano agrandada por la banana que aprisiona.

En este caso, el animalito (del cual, descendemos según Charles Darwin), debería estar dispuesto a renunciar a la banana para obtener su liberación.

Para ganar dinero siempre hay que tener renunciamientos:

— renunciamos a dormir todo el tiempo necesario;

— renunciamos a ponerle los puntos sobre las íes al capataz autoritario e irrespetuoso;

— renunciamos a expulsar de nuestro local a esta señora que quiere ver y probarse todos los zapatos, aún cuando sabemos que no hará ninguna compra.

Las ocasiones en las que tenemos que renunciar (perder) para ganar, son infinitas.

Alguien podrían plantearse seriamente la siguiente interrogante: ¿cuánto debo pagar para cobrar?

Este artículo puede parecer demasiado obvio en sus postulados, pero está aquí porque, una cosa es comprender racionalmente lo que estoy diciendo y otra es tener presente cuánto necesitamos renunciar (¿morir?) para poder vivir.

El psicoanálisis utiliza otra expresión cuando quiere referirse al costo de oportunidad.

En psicoanálisis se habla de asumir la castración.


Es más, el psicoanálisis es de gran ayuda para mejorar nuestra calidad de vida en términos materiales, porque es excelente ayudándonos a elaborar los duelos inherentes a todos esos renunciamientos.

En suma: Asumir la castración es imprescindible para salir de la pobreza patológica.

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10 comentarios:

Lucas dijo...

Creo que a mí no me convendría asimir como costo de la oportunidad dormir menos horas de las que necesito. En esos casos no rindo bien.

Evaristo dijo...

Una de las ocasiones de la vida en la que se hace patente la dificultad para asumir la castración es cuando nos vemos obligados a elegir una carrera u oficio, renunciando a todas las demás posibilidades que se nos presentan.

Isabel dijo...

Vamos hombre! Ud consigue hasta boxeadores de traje y corbata.

Florencia dijo...

Del mismo modo, negociar también exige renunciar.

Lola dijo...

Es difícil soltar la fruta...

Anónimo dijo...

Como ud menciona, al casarnos renunciamos a las demás oportunidades de tener relaciones íntimas con otras personas. Lo único que justifica esto es el sentimiento de sentirse incapaz de compartir a la persona que se ama, en ese nivel de intimidad. Esta forma de sentir proviene de la cultura en la que estamos incertos, razón por la cual son pocas las personas que sienten diferente.
Por otro lado, esta elección monogámica podría ayudarnos a cultivar un vínculo más profundo con el compañero que se ha elegido, pero es frecuente que desaprovechemos esta oportunidad por múltiples razones. Compartir la cotidianeidad lleva a la pérdida de la hipocresía social, que a pesar de tener sus aspectos negativos, tiene como positivo que nos ayuda a mantener vínculos cordiales.

Aldo dijo...

Aprovechar las oportunidades implica aceptar que podemos fracazar. Si esos fracazos nos achican, terminaremos privándonos de hacer buenos negocios.

Sarita dijo...

Algunas personas continúan toda la vida como niños, exigiendo que se les de y sin que se les ocurra corresponder.

Nolo dijo...

A menudo siento que pago más de lo que cobro. Tendré que hacer algún cambio en mi vida.

Filisbino dijo...

Lo digo con respeto pero quizás pecando de soberbia: no me parece un término feliz "asumir la castración". Dicho de esa manera es difícil que se quiera asumir algo.