lunes, 4 de octubre de 2010

«Sírvenos que te serviremos»

La mayoría de nosotros tiene una buena opinión de las personas cultas, entendiendo por tales, aquellas que han desarrollado su inteligencia, que poseen conocimientos variados y acertados.

En definitiva, una persona culta, suele ser un buen ciudadano, alguien que aporta a la colectividad más de lo que toma, es decir, alguien que da más de lo que recibe y que nos enriquece a todos, tanto en bienes materiales como en bienes menos tangibles como son servicios a la comunidad, buenos ejemplos, tolerancia a la diversidad.

No podemos olvidar que alguien que posee esas características, saca partido de ellas.

Este ciudadano que nos enriquece, lo hace porque haciéndolo mejora su calidad de vida.

Si no recibiera de los demás aquello que beneficia sus intereses biológicos (alimentación, abrigo, casa, familia, seguridad, compañía, afecto, respeto), su gestión sólo duraría lo que tarden en agotarse las energías que no se reponen, es decir, se desilusionaría, se deprimiría, nos abandonaría.

Ahora volvamos a la palabra culto.

Este adjetivo proviene de la agricultura, y significa cultivar, favorecer la producción de vegetales.

Todos tenemos nociones de cómo funciona la producción agrícola: semillas, siembra, cuidados, riego, pesticidas, fertilizantes, cosecha.

Eso es lo que también ocurre con los ciudadanos cultos.

Ellos han recibido un tratamiento adecuado para favorecer un desarrollo que luego les permita obtener beneficios personales que generen y conserven una buena calidad de vida, porque los demás los ayudamos por considerar que su inclusión entre nosotros, nos enriquece, nos ayuda, nos sirve.

Esta simple descripción, nos puede servir para orientar nuestra estrategia de vida hacia la búsqueda de elementos favorecedores de nuestra cultura.

Si bien la buena suerte es la que tiene la primera y la última palabra en cómo nos va, esta percepción de la realidad puede predisponer la acción de la buena suerte.

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13 comentarios:

Marcos dijo...

Una persona culta tomó de la sociedad muchas cosas buenas. Vio que otros no podían hacerlo pero se dijo "mala suerte, pobre gente". Luego fue a devolver su riqueza en bienes intangibles fuera del país, porque allá recibía más bienes tangibles.

Chapita dijo...

Yo tengo conocimientos variados, pero nunca acierto dónde aplicarlos.

Rulo dijo...

Algunos aportan mucho a la comunidad, eso no se puede negar, pero se toman hasta el agua del florero.

Chola dijo...

Ya lo decidí! Me casaré con una persona culta que me enriquezca (en todo sentido).

Augusto dijo...

Soy un buen ciudadano, y uno de los ejemplos que doy es mi intolerancia a esa payasada de la diversidad.

Gastón dijo...

Soy un culto al que nadie le rinde culto. Estoy empezando a deprimirme.

Osvaldo dijo...

Los abandoné. Soy un exiliado económico. Ustedes no estaban preparados para retribuir todo lo que yo tenía para ofrecerles.
En verdad debo admitir que mientras estuve aquí, no me faltó comida en los comedores estatales y los fines de semana en la iglesia del barrio. Ropa siempre se consigue, la que otros dejan de usar. Casa... y bueno, para pagar la pensión me daba. Familia nunca me interesó. Seguridad, la misma que tienen todos, no puedo pedir más. Compañía siempre tuve. Afecto tenía de esas compañías, justamente, y de respeto andaba bastante bien porque nunca tuve hijos.
Pero claro, me fui porque yo merecía mucho más.

M. Eugenia dijo...

Qué era lo que tú ofrecías Osvaldo?

Osvaldo dijo...

Era un mecánico decente, eso era!

Facundo Negri dijo...

La educación formal cultiva a nuestra juventud: favorece la producción de vegetales.

Paula Green dijo...

Los agricultores cultos no utilizan pesticidas químicos. Y menos sin saber cómo deben aplicarlos.

Matías dijo...

Mi papá le regaló una semillita a mi mamá. Mami la cuidó con mucho amor y papi cada tanto la regaba.

Sarita dijo...

A los que más ayudamos es a los políticos, dándoles el voto. Y después nos botan.