domingo, 24 de octubre de 2010

Los errores imposibles

En un artículo publicado recientemente (1), les decía que los animales que estamos dotados de un Sistema Nervioso Central (SNC), compartimos la particularidad de asustarnos, salir corriendo, padecer ataques de pánico.

Los animales humanos agregamos otra particularidad y es que, como tenemos un instinto tan subdesarrollado y —para peor— nos jactamos de esta pobreza instintiva, también nos descontrolamos a impulsos del deseo, esto es, de esas ganas locas que tenemos de hacer ciertas cosas, convenga o no convenga, sea legal o ilegal, cueste lo que cueste.

Para poder cuidarnos de esta debilidad de la especie, hemos inventado leyes, reglamentos, códigos, castigos, amenazas, cárceles, y todo tipo de método punitivo y disuasivo que pudo ocurrírsenos, para —en definitiva—, defendernos de nosotros mismos.

Escribo este artículo porque tengo la sensación de que aún no se ha comentado suficientemente, qué gran ayuda (en este sentido) recibimos de la informática.

Cuenta la mitología, la leyenda y la literatura, que Ulises, el gran guerrero y navegante griego, se hacía atar al mástil de su barco y taponear los oídos con cera, para poder evitar las acciones perjudiciales que cometería influenciado por el canto de las sirenas que habitaban (en la ficción), los mares que él surcaba.

Este y otros miles de dramas ocurridos por nuestra trágica incontinencia, se resuelven gracias a los sistemas informáticos corporativos, con los cuales es el software (la programación) la que determina con rigor inapelable, qué se puede hacer y qué no.

Los trabajadores, jerarcas, empresarios y demás ejecutantes de los procedimientos (trámites, controles, resoluciones), sólo deben ingresar datos y cumplir rigurosamente lo que exige el sistema informático del cual es usuario.

Los antojadizos humanos ya no tienen que hacerse atar a un mástil para no dejarse llevar por un canto de sirenas: simplemente no tendrán libertad ni facultades discrecionales.

(1) El contagio inevitable

Artículos vinculados:

El canto de las sirenas
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9 comentarios:

Magela dijo...

Para defenderme de mí misma tengo que estar muy atenta, y ni aún así.

Iñaqui dijo...

Acá podés atarte a todos los mástiles que quieras y ni las sirenas te van a dar bola.

Aldo dijo...

Y ud. qué quiere? Un software que sirva para todo?

Norton dijo...

Vea el lado positivo, el sistema informático evita que intervengan subjetividades injustas.

Roque dijo...

Cuando te llega el viejazo no hay sistema informático corporativo que te frene la incontinencia.

Orosmán dijo...

En mi caso, influenciado por el canto de sirenas de las alarmas, saldría al balcón a tirar bombas.

Delmira dijo...

Mi mar de lágrimas es surcado por sirenas que mueven su cola con la frialdad plateada de un pez.

Ingrid dijo...

Me gustaría delegar ciertas tareas maternales, a un robot de fallo inapelable.

Marcia dijo...

Aldo no entendió nada. Le cuesta controlarse para pensar antes de opinar.