jueves, 11 de noviembre de 2010

Renunciar es una cagada

La tónica general de mis artículos, refiere a que no podemos seguir pensando de forma tradicional, porque de esa forma la pobreza seguirá instalada entre nosotros como hace miles de años.

Como he comentado en otros artículos, es muy probable que el lenguaje contenga ideas que sólo son captadas inconscientemente.

Por ejemplo, en dos artículos recientes (1) les comento que el contacto del hueso sacro con los genitales, permite suponer que las religiones —dedicadas al tratamiento de lo sacro (sagrado, sacrílego, sacrosanto)—, aunque se presentan como represoras de la sexualidad y criminalizando el sexo recreativo, no lo hacen por rechazo sino —quizá— por exceso de proximidad (dada la cercanía del hueso sacro a los genitales).

En otro artículo (2), les comento que para algunas personas puede existir una asociación inconsciente, en la que se vinculan: éxito = exit = salida = muerte, generando entonces una aversión al éxito provocada por el instinto de conservación que nos protege de la muerte.

En otro caso (3), les comento que vivimos inmersos en un lenguaje que nos determina, rodeados de ciertas palabras que son altamente significantes para nosotros.

En este caso les haré un comentario que va en una línea similar:

En todos los países de habla hispana, es de uso vulgar la palabra «cagada», para indicar un error.

No es nada vulgar, aunque sí está en nuestro idioma y cada uno puede contenerla en su inconsciente, el vocablo «defección», que significa renuncia.

Observe que este vocablo —no tan popular—, prácticamente dice «defecación», esto es, expulsión anal de los excrementos, que en términos vulgares se dice «cagar».

En suma: es muy probable que nuestra captación inconsciente nos indica que renunciar es una cagada, que corresponde ser perseverantes, «que debemos seguirla para conseguirla», que los abandonos son indeseables.

(1) La sexualidad sacrosanta

La sexualidad femenina es sagrada

(2) El fracaso saludable

(3) Inmersos en el lenguaje que nos determina

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11 comentarios:

Marta dijo...

Si digo o escucho la palabra cagada, me resulta completamente insípida; pero qué mal huele cuando se lee porque está escrita!

Marcia dijo...

La palabra defección no está en mi inconsciente. Ya busqué y no la tengo y nunca la escuché.

Filisbino dijo...

Algunos abandonos demoran demasiado en producirse, o no llegan a producirse nunca porque se da una sobreadaptación de la persona a la situación penosa. Los que han leído sobre el tema dicen que es muy frecuente encontrar este modo vincular en las personas cancerosas.

CHECHU dijo...

JAMAS RENUNCIO

Lucio dijo...

Ahí está otra vez la fundamentalista. Qué te pasa? Te duele la cabeza cuando pensás?

Damián dijo...

Nos cuesta cambiar de trabajo porque cualquier cambio atemoriza, y en este terreno somos muy sensibles porque los trabajos son bastante inestables.

Oriente dijo...

Los abandonos son indeseables cuando le tocan a uno.

Cacho dijo...

Cuando dejé el trabajo los mandé a cagar. Así que cagaron ellos y cagué yo.

Chapita dijo...

Seguí a una muchacha que me gustó por cuadras y cuadras. Capaz que la seguí demasiado cerca. No sé. A mí mi primo me dijo que si quiero tener novia, tengo que encarar. Así que caminé bien rápido para pasarla y darle la cara. Cuando lo logré le sonreí. Ella me respondió que te pasa imbécil. Yo le dije que quería encararla. Y ella me mandó a cagar. Me abandonó.

Lautaro dijo...

Las mujeres estreñidas son las que no quieren cometer errores. Entonces se tensan, se aprietan todas por el estrés que le provoca eso de necesitar que todo sea perfecto. Y ahí es que se les estropea el humor porque nunca nada les sale del todo bien. Se amargan y no quieren saber nada con el mundo. Se llevan mal con sus compañeros de trabajo y especialmente con el esposo, que sin dudas siempre está lleno de defectos. Los únicos que se salvan son los hijos porque son de ella. Y las cosas de ella no serán perfectas, pero se acercan bastante.

Clarisa dijo...

Cuando pienso en forma no tradicional, siento que me parezco a usted y me asusto.
No lo vaya a tomar a mal.