sábado, 22 de enero de 2011

El olfato erótico

Pagamos para que amen nuestros malos olores.

Desde siempre, los perros se han llevado muy bien con los humanos.

Me pregunto por qué tantas personas actualmente gastan mucho dinero para alimentarlos, abrigarlos, cuidarles la salud.

Hasta los más amarretes, avaros y mezquinos seres humanos, toleran de buen grado mantener una o varias mascotas, a cambio de nada.

Rápidamente me rectifico y digo: quienes mantienen a una mascota lo hacen a cambio de recibir de ellas un servicio que intentaré describir.

Acá tenemos un fenómeno económico, porque alguien alimenta y cuida a otro, utilizando sus propios recursos y sin imponerle (al perro, por ejemplo) algún tipo de producción, como le exigimos a un empleado que nos cobra un salario.

Les propongo una hipótesis que algún día podrá servirnos para encontrar soluciones para la pobreza patológica.

Los perros ofrecen y entregan a su amo el invalorable beneficio de aceptarle lo que otros no le aceptan.

Efectivamente, todos tenemos características muy queridas que resultan intolerables para la mayoría de quienes podrían acompañarnos.

Me refiero particularmente a los olores fétidos (pestilentes, hediondos) que pueden salir de nuestro cuerpo.

Observemos que cada uno de nosotros tolera perfectamente lo que para otros puede provocar asco.

Estos olores que toleramos (y disfrutamos), pero que resultan impopulares para otros semejantes, representan nuestra verdadera esencia.

Todo lo que nos pertenece y sentimos como propio, pero que simultáneamente es rechazado por los demás (olores, ideas, conductas), representan (simbolizan):

— a nuestro narcisismo,
— al amor por nosotros mismos,
— al amor que nadie más es capaz de darnos y que por eso valoramos especialmente.

Pues bien, le pagamos (alimentamos, cuidamos) al perro por su tarea de hacernos algo que sólo nuestra madre pudo hacer: amar nuestra esencia más fétida.

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6 comentarios:

Gregorovius dijo...

Haga la siguiente experiencia: meta a su mujer y a su perro en la valija del auto; ábrala dentro de dos horas y dígame quién arma la maleta y se va para lo de su madre.

Silvana dijo...

Usar perfume nos aporta una esencia grupal.

Selva dijo...

Mis desperdicios me dan asco, por más míos que sean.

Anónimo dijo...

Heredar ropa de mis hermanos, de modo que siempre terminaba usando ropa de segunda mano, me molestaba pero no me daba asco. Eso me sucede cuando compro ropa usada, por más lavadita que esté.

Margarita dijo...

Por eso insisto: mis hijos no nacieron de un repollo; vinieron en una magnolia.

Getulio dijo...

Es mal negocio mantener una mascota y comprar desodorante. Si tiene una mascota, al menos ahorre en productos de limpieza.