sábado, 12 de marzo de 2011

Dos formas de encarar un siniestro

Las personas con temperamento científico, ven la catástrofe de Japón como un fenómeno renovador que potenciará su desarrollo (humano, industrial, comercial). Las personas con temperamento idealista, ven la catástrofe de Japón como una desgracia deprimente y llorarán como si les hubiese ocurrido a ellas.

En estos días (marzo de 2011), Japón está padeciendo las consecuencias de un sismo cuya fuerza destructiva supera varias veces a las bombas atómicas que Estados Unidos dejó caer sobre ellos en Hiroshima y Nagasaki (agosto de 1945).

Otros países han sufrido estas pérdidas causadas por fenómenos naturales o bélicos.

También las personas podemos sufrir pérdidas que, a nuestra escala individual, sean tan difíciles de enfrentar como estos desastres lo son para una nación.

En otro artículo (1) les decía: «Todo lo que nos provoque necesidad o deseo, es tan valioso e imprescindible como todo lo que nos permita su satisfacción, pero tiene que estar en ese orden: primero precisamos necesitar y desear y luego tenemos que encontrar cómo satisfacerlos.»

La diferencia que hay entre una persona con temperamento científico y otra con temperamento idealista, es que la primera disfruta reprimiendo sus preferencias personales y la segunda disfruta satisfaciéndolas.

Es por eso que un científico cristiano, si el método deductivo lo conduce a que no existe Dios, lo aceptará aunque le cueste sangre, sudor y lágrimas, mientras que el idealista, antes que llegar a una conclusión que lo moleste, se detendrá para tomar otro camino más placentero.

Por lo tanto, quienes de ustedes posean un temperamento científico, aceptarán que, tanto este infortunio de Japón como cualquier otra desgracia —colectiva o individual—, genera, provoca, estimula, favorece el fenómeno vida.

Quienes de ustedes posean un temperamento idealista, lamentarán la desgracia, intentarán colaborar en recuperar los daños, hablarán mucho del asunto porque poner en palabras disminuye la angustia.

(1) El paradójico negocio de ayudar

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9 comentarios:

Marcia dijo...

El ejemplo que ud pone acerca de cómo se puede ver la catástrofe de Japón, no sirve. Ninguna persona puede ver las cosas de un modo tan unilateral, por suerte nuestro pensamiento es más complejo.

Luján dijo...

Esperemos que la radiación atómica no supere a la que produjeron antes las bombas.

Adela dijo...

Conozco gente con temperamento científico que no padece psicopatías.

Ricardo dijo...

Cuando las pérdidas son personales no se encaran con espíritu científico; por más temperamento científico que uno tenga.

Lucas dijo...

Para llorar una tragedia ajena como si fuese propia, también hay que estar enfermo.

el oriental dijo...

La verdad es que el alto desarrollo del Japón no hacía necesaria la catástrofe. De pronto a nosotros nos habría venido mejor.

Maruja dijo...

Hay personas que de tan positivas dan asco, mire.

Damián dijo...

Vaya a consolar a los damnificados diciéndoles que "todo lo que nos provoque necesidad es valioso e imprescindible".

Carolina dijo...

No me parece que el Licenciado sea un loco que aplauda cada catástrofe o desastre como una bendición. Simplemente nos está planteando una realidad que es nuestro paradojal modo de funcionamiento psíquico, como operan las motivaciones, como la destrucción y la vida son más complementarios que opuestos.