miércoles, 2 de marzo de 2011

¡Rápido! ¿Qué hora será dentro de un rato?

La publicidad nos conmina a ser ineficientes en beneficio de quienes la contratan.

Muchas veces decimos que el cuerpo humano es una «máquina casi perfecta» aunque sería más adecuado decir que las máquinas son una copia imperfecta del cuerpo humano.

Pensar a nuestro cuerpo como una máquina nos permite manejar conceptos biológicos como si fueran mecánicos, entonces, en lugar de alimentarnos correctamente decimos que usamos el mejor combustible; en vez de decir que vamos al médico buscando recuperar la salud, podemos metaforizar diciendo que «entramos a taller»; en vez de decir que padecemos ansiedad, decimos que andamos un poco acelerados.

El principal motivo de este apego a las metáforas automotrices está provocado porque las máquinas no mueren. Si podemos convencernos de que somos «máquinas casi perfectas», quedaremos arrumbados (fuera de uso), pero nunca fallecidos.

Utilizaré esta comparación tan popular para referirme a otro tema afín a este blog sobre la pobreza patológica.

Se denomina ralentí a la mínima aceleración que tiene un motor sin que se detenga. Como puede deducirse, el ralentí es el funcionamiento de menor consumo de combustible. Asimismo es el funcionamiento menos potente. Para mover el vehículo hace falta aumentar la aceleración.

Un vehículo es económico si logra las mayores prestaciones con el mínimo consumo.

El principal objetivo de los avances tecnológicos en mecánica automotriz consiste optimizar la productividad, es decir, más velocidad, carga, duración y seguridad, a menor precio.

La publicidad nos convence de que debemos comprar objetos y servicios cuyo costo nos demandará más horas de trabajo y cuyo uso nos demandará más horas de vigilia.

Un auto acelerado mientras espera la luz verde, aumenta las ventas de los países petroleros y una persona ansiosa dentro de un ascensor, aumenta las ventas de psiquíatras, psicofármacos, antisudorales, relojes, celulares, gastroenterólogos, champús anticaspa, asesores matrimoniales, psicoanalistas.

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10 comentarios:

Elbio dijo...

La publicidad logra el efecto contagio. Si la publicidad da resultado genera una conducta que luego se multiplica por imitación o por convencimiento, provocado este último por la presión social.

Sandra39 dijo...

En nuestra sociedad se valora a la persona ambiciosa. Por lo general cuando se dice que alguien es ambicioso, se refiere a que esa persona aspira siempre a mejorar su nivel económico.
El ambicioso tiene que demostrar su empuje gastando. Me refiero por ej, a que debe tener un buen auto, una buena casa y vestir bien. También puede demostrar su condición haciendo grandes y arriesgadas inversiones.
Para el ambicioso es más importante la mirada que los demás le devuelven de si mismo, que su calidad de vida.

Nicolás dijo...

Desde que me compré la compu vivo en otra dimensión y no sé como llegar al liceo!

Orosmán dijo...

Tener un 0k no es una cuestión de consumismo. Un auto nuevo es más seguro porque te expone a menos posibilidades de sufrir un accidente a causa de una falla mecánica.

Mercedes dijo...

La mayoría de los accidentes automovilísticos se deben al factor humano, Orosmán.

Celeste dijo...

Nunca imaginé todos los males que te acechan dentro del ascensor!

Damián dijo...

No soporto la impotencia. Ni siquiera unos minutos frente al semáforo.

Canducha dijo...

Quedar arrumbado fuera de uso es mucho más horrible que morir.

Estela dijo...

La maestra me dijo que mi hijo no tiene freno. Qué manera de cosificar a los niños!

Luis dijo...

Pensar al cuerpo humano como una máquina, nos genera la ilusión de que lo podemos manejar, dominar, desarmarlo y volverlo a armar.