domingo, 24 de abril de 2011

Las necesidades son proveedoras

Las necesidades y los deseos no son enemigos sino oponentes, estímulos, desafíos, activadores. No merecen odio sino actitud productiva.

Ante cualquier fábula que ande por ahí sin autor conocido, alguien dirá con total firmeza que es «una fábula de Esopo».

A su vez, aunque parezca extraño, no hay seguridad de que este gran fabricante de fábulas haya existido.

Una de las fábulas de Esopo (¿?) refiere a la gallina de los huevos de oro.

Brevemente: un granjero detectó que una de sus gallinas ponía huevos de oro y estimulado por la ambición, buscó en su interior una mina que lo sacara de la pobreza, con lo cual ... ya sabemos cómo termina la historia.

Varios siglos después los humanos ya estamos en condiciones de pensar que a veces la ambición desmedida resulta contraproducente, generando más infortunio que riqueza.

A medida que la humanidad fue haciendo más y mejores conquistas en el dominio de la naturaleza, también se fue envalentonando.

Parece que los humanos tenemos una clara predisposición a creernos omnipotentes.

Por eso la Revolución Industrial y otras conquistas nos llevaron a la convicción de que estábamos a un paso de lograr el gran anhelo: vivir sin trabajar, eternamente felices, dándole satisfacción a todas las necesidades y los deseos.

Y es en este punto donde retomo la fábula de Esopo y al ingenuo granjero.

Existen algunas señales de que las necesidades y los deseos más que molestias inútiles son nuestra verdadera fuente de energía, la que nos estimula para trabajar, pensar, reflexionar, estudiar, asociarnos, investigar, arriesgar, luchar, innovar y demás acciones que son las verdaderas características de la vida.

En suma: Ni es una buena estrategia matar a la famosa gallina para resolver de un plumazo nuestras carencias ni estas carencias son tan negativas como el sentido común nos sugiere pensar.

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12 comentarios:

Anónimo dijo...

Necesitar y desear a la persona que amo, es lo que me hace tan feliz.

Amanda dijo...

Cuando mi abuela abrió el huevito de Pascuas, se encontró con que era de oro, no de chocolate. Ella gritó "Santas Pascuas", y luego todos comprendimos que Dios y el dinero no estaban divorciados.

Celeste dijo...

Claro! El granjero buscó en su interior una mina, es decir, buscó su propia riqueza espiritual y allí encontró el tesoro... o entendí mal...?

Yoel dijo...

A la ambición hay que tenerla medida, y luego no volver atrás. Des-medirla sería catastrófico.

Pitufo dijo...

Estoy seguro de que un día los humanos vivirán sin trabajar. Ojalá para ese entonces alguien rescate este post y diga "miralo al Pitufo, qué adelantado!".

Fulgencio dijo...

El granjero no era ingenuo, lo que pasa es que estaba desesperado. Fijesé que ese año cuenta Esopo que hubo seca y todos los bichos se le estaban muriendo.

Ulises dijo...

Yo mato la gallina. Después con renovadas energías, trato de inventarme algo.

Guillermo dijo...

Creo que dejaré de preocuparme tanto por mi futura jubilación.
Y bueno, pasaré necesidades... pero capaz que ellas se convierten en mi fuente de energía.

Alba dijo...

No sé Guille... a esa altura de la vida, no sé.

Gimena dijo...

Nunca es una buena estrategia matar a la gallina. No importa si es famosa o es una simple gallina anónima. Para qué mata a la gallina, eh? Para comérsela verdad?! Usted consume muerte, usted es un come cadáveres. La crueldad humana empieza por los bichos y termina en los propios semejantes!

Oriente dijo...

A ver, ordenemos un poco las cosas. Una es vivir sin trabajar, y otra distinta es vivir eternamente felices. No existe continuidad entre ellas.

Tiago dijo...

Parece coherente matar a la gallina para resolver las cosas de un 'plumazo'. Aunque la gallina no pueda volar, aves y plumas dan la sensación de algo rápido.