sábado, 21 de mayo de 2011

La discriminación como objetivo personal

No toleramos la discriminación que nos perjudica e imponemos la discriminación que nos beneficia.

Conocer sobre los seres humanos es más útil que conocer sobre el sistema planetario, pero como nos caracteriza buscar siempre el camino más corto y el de menor esfuerzo, entonces sabemos más de Júpiter que de nosotros mismos.

A veces pienso que somos tan complejos que más me valdría dedicarme a la astronomía, por lo menos para poder morir algún día pensando que sé algo.

Pero ahora ya estoy embarcado en esto y me privaré de saber sobre tan grandioso planeta.

Observe esto a ver si coincide conmigo.

Solemos gritar hasta la afonía defendiendo la igualdad y atacando la discriminación, pero resulta que en nuestra vida privada somos fuertemente discriminadores, principalmente para defender nuestros intereses.

Les cuento un caso imaginario que incluye datos que nos son familiares.

Una persona joven está decidida a ingresar al mercado laboral.

Los padres ya le han hecho insinuaciones de variado tenor y decibeles, la situación está muy tensa, las hormonas parece que también se pusieron de acuerdo con los padres para fundar otro hogar y hay que salir a buscar trabajo.

El principiante sabe que tiene que empezar de abajo, que debe ingresar al mercado laboral por la puerta chica, que sus pretensiones deben ser especialmente moderadas.

En esta etapa de su vida, está dispuesto a considerarse injustamente inferior a los que ya están trabajando y luchará por la igualación.

Cuando logra la igualación, detiene transitoriamente su reivindicación igualitaria y abandonará las preocupaciones por la discriminación.

Sin embargo, en unos años, comenzará a luchar para que también sean admitidos sus gustos, características personales, preferencias, ideas, creencias, es decir, tratará de imponer sus diferencias y sentirá razonable discriminar a quienes les exijan igualarse a ellos.

La excelencia suele justificar sentirse diferente.

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12 comentarios:

Maruja dijo...

En todo somos así doc. Nos falta autocrítica.

Ma. Eugenia dijo...

Ud habla de los problemas intergeneracionales?

Rubén dijo...

Diferenciar es "justo y necesario", como dicen los católicos.
Ahora se habla tanto de discriminación, que cualquier diferencia evidente que uno señale, se interpreta como una falta a los derechos humanos.

Alfonso dijo...

Cada cual lucha por sus porotos y sus cebollas, salvo que los tenga en demasía.

Fulgencio dijo...

Desembarque compadre! y disfrute los placeres de Venus.

Valentina dijo...

Estamos llenos de defectos porque no sabemos amar. Por amar me refiero a poca cosa. A mirar al semejante sin tanta suspicacia.

Roque dijo...

Algunos ya empiezan a trabajar con grandes pretensiones, sin nada de humildad. El que viene de familia "bien" está acostumbrado a creerse superior.

Marcia dijo...

No entendí que tiene que ver la excelencia con todo lo demás.

Daniel dijo...

Creo que Mieres con lo de la excelencia se refiere a que cuando se está en un nivel superior, no se acepta ser igualado con otros que aún deben recorrer un largo camino para llegar a donde nosotros estamos. Es algo justo y lógico.

Gabriela dijo...

En general luchamos por objetivos personales, y a veces nos plegamos a la consecución de fines que nos trascienden. Eso no está nada mal.

Ismael dijo...

Los que entraban al mercado laboral por la puerta chica, venían con trapo de piso y detergente.

Ludmila Metáfor dijo...

Los que entran por la puerta chica, tendrán que tener paciencia y esperar antes de engordar. (si es que quieren seguir pasando)