martes, 10 de mayo de 2011

Las pérdidas de energía por orgullo

Somos pobres porque nuestro esfuerzo rinde poco pues no aceptamos que somos esclavos (de las necesidades y los deseos).

Dos de las definiciones de la palabra «esclavitud» que nos informa el Diccionario de la Real Academia , dicen:

2. f. Sujeción rigurosa y fuerte a las pasiones y afectos del alma.
3. f. Sujeción excesiva por la cual se ve sometida una persona a otra, o a un trabajo u obligación.

La palabra «sujeción» nos permite visualizar una atadura, ligazón, vínculo y cuando se agregan las palabras «rigurosa» y «excesiva», tenemos que pensar en la imposibilidad material de apartarnos de esa conexión.

Detrás de ambas definiciones están presentes algo tan incontrolable como las necesidades y los deseos.

Tenemos acá nada menos que los motivos casi exclusivos de por qué no somos libres, de por qué el libre albedrío es una ilusión popular y de por qué nos cuesta tanto asumir que estamos firmemente determinados, obligados, prisioneros de coacciones que no responden a nuestro control.

Es cierto que somos «esclavos» de nuestras necesidades: comer, descansar, abrigarnos, beber, reproducirnos.

También es cierto que somos «esclavos» de nuestros deseos: satisfacer la curiosidad estudiando, viajando, experimentando; sentir los placeres que nos brinda el erotismo no reproductivo; gratificarnos con las expresiones artísticas.

Lo que evoca nuestra mente estimulada por la palabra «esclavitud» es lo económico, eso que comenzó hace milenios para abusar de los prisioneros de guerra y que luego continuó con el tráfico de personas.

Siempre la evaluamos negativamente y de esa manera decimos rechazarla con mucho énfasis, determinación, convicción, ... sólo para negar que realmente somos esclavos de nuestras necesidades, deseos y de quienes compran nuestra producción o fuerza de trabajo.

Este torpe autoengaño nos roba energía, nos desmoraliza, nos quita eficacia. Aceptar humildemente que somos esclavos, aumentaría el rendimiento de nuestro esfuerzo.

Nota: La imagen corresponde al óleo de Jean-Léon Gérôme titulado El mercado de esclavos y es del año 1884.

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11 comentarios:

Evaristo dijo...

Somos esclavos porque carecemos de libre albedrío.
Somos humanos porque podemos hacer uso de nuestra libertad.

Leticia dijo...

Parece contradictorio que pueda existir la libertad, si no existe el libre albedrío.

Alberto dijo...

Algunos hombres no soportan a las mujeres que adoptan una actitud de sumición cercana a la esclavitud, con respecto a ellos.
Otros exigen esa actitud y la disfrutan hasta la exitación.
También habemos los que tenemos una contradictoria mezcla de ambos sentimientos.

Lola dijo...

La virtud está en tener la plasticidad suficiente como para pasar de ser ama a esclava en pocos minutos.

Rosana dijo...

No conviene creerse omnipotente; suponer que somos capaces de dominar nuestros deseos y necesidades al punto tal de no depender de nadie. Quien ejerce una profesión liberal, quien dirige su propia empresa, no deja de necesitar de otros para trabajar.

Filisbino dijo...

Si soy diabético, intento abstenerme al deseo de comer dulces. Y así con todo.

Eladia dijo...

Somos esclavos de las necesidades y los deseos propios, así como de los ajenos; aunque en menor medida.

Anónimo dijo...

La verdad verdadera es que mi esfuerzo rinde poco porque soy torpe.

Valeria dijo...

Si no me sintiera sujeta a las obligaciones que me corresponden, sería mi ruina.

Elbio dijo...

Una sujección excesiva a un trabajo, sería la imposibilidad de abandonarlo si el mismo nos resulta inconveniente. Lo mismo con las relaciones humanas.

.- dijo...

QUERÈS SER SABIO GRACIAS A LOS OTROS...responde vos, Fernando, QUE PICARO...