domingo, 19 de junio de 2011

Los gobernantes son menos corruptos de lo que aparentan

El pueblo prefiere suponer que los gobernantes son ineptos o corruptos antes que aceptar que sus aspiraciones son irrealizables, desinformadas, a veces delirantes.

El poder no siempre corrompe. Me atrevo un poco más y digo: el poder casi nunca corrompe.

Aunque estoy convencido de que los humanos somos una gavilla de criminales precariamente controlados por el sistema judicial y penal de cada pueblo, igual puedo decir que el ser humano es más noble que despreciable.

Corresponde agregar que no creo en esto porque idealizo a nuestra especie en términos morales suponiendo torpemente que somos buenos, considerados, generosos por naturaleza.

Llego a la visión optimista indirectamente, entendiendo —como ya lo mencioné en otro artículo (1)— que siempre hacemos el menor esfuerzo posible y puesto que la corrupción y la delincuencia están especialmente gravados con obstáculos que interpone el mencionado sistema judicial y penal, entonces la mayoría somos gente de bien porque ser malas personas da mucho más trabajo.

¿Por qué entonces la casi totalidad de los gobernantes terminan su gestión sin haber complido totalmente sus promesas electorales?

Desde mi punto de vista los gobernados podemos justificar estos incumplimientos considerando por lo menos dos causas dignas de crédito:

1) Quienes se postulan a la gobernación son personas que pertenecen al pueblo y están convencidos de que las aspiraciones populares son legítimas, merecidas y —sobre todo— ¡realizables!, pero recién cuando llegan al poder se enteran de todo lo que ignoraban;

2) Quienes se postulan a la gobernación son personas que pertenecen al pueblo y saben que muchos de sus reclamos son totalmente descabellados, que sólo gente muy ignorante e ilusa puede pretender semejantes logros, pero que simultáneamente no está en condiciones de saber la cruda verdad y que el mal menor es mentirle para poder llegar al poder y hacer lo mejor posible.

Nota: La imagen ambivalente muestra al presidente electo (2011) del Perú Ollanta Humala y su esposa.

(1) Sobre la indolencia universal

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11 comentarios:

Anónimo dijo...

LA IGNORANCIA NO DEBE SER PRETEXTO...

Germán dijo...

Creo que tiene razón, pero es mucho mejor creer que uno es más capaz y noble que los gobernantes.

Olegario dijo...

No! Déjese de jorobar. Que hay maneras de mentir y de mentir. Los políticos que en campaña electoral ofrecen el oro y el moro subestiman a la gente. Si piensan que los votaron por sus promesas, se equivocan.

Mariana dijo...

Sé que ser mala persona me da mucho trabajo, pero me veo compelida a ello!

Ma. Eugenia dijo...

Siempre los que se postulan son personas que pertenecen al pueblo?!

Paty dijo...

Ollanta, Osama, Obama... qué entrevero!

Darío dijo...

Uno se toma el trabajo de ser malo cuando no encuentra ningún otro puesto vacante en la vida.

Marcos dijo...

Me parece que en el grupo 2 de los postulantes, hay un 'no' delante del verbo pertenecer, que ud por algún motivo no lo quiso poner.

Alba dijo...

Imitando a Marcos, digo que el grupo 1 es para ud la izquierda y el grupo 2 la derecha. Pero está bien, quizás no lo puso para no desviar la discusión a otros asuntos.

Rolo dijo...

La esposa de Humala parece el monumento a la rectitud.
(son impresiones nomás)

Oliverio dijo...

Mis reclamos están totalmente pelados de vanalidades, aunque algo perlados por mi narcisismo.