viernes, 12 de agosto de 2011

Los orgullosos no estudian

Para estudiar hace falta la humildad de reconocerse ignorante y los políticos adulones jamás les dirían eso a sus votantes.

Casi todos los ciudadanos les pedimos a los gobernantes soluciones a los problemas personales.

Esta pretensión es inaceptable en una persona adulta pues si no logra autosustentarse demuestra estar intelectual y emocionalmente subdesarrollada.

Sin embargo la situación se presenta distinta porque los políticos se desviven por llegar al poder y en ese esfuerzo extraordinario prometen cualquier cosa con tal de ganar votos.

Por ejemplo aseguran satisfacer esos anhelos infantiles tales como solucionar los problemas propios de cualquier ser humano adulto (mayor de 18 años).

Además de prometernos cosas innecesarias y alcanzables por nuestros propios medios, también nos adulan, nos dicen: «son maravillosos, pertenecen a una raza superior, son inteligentes, solidarios, honestos, trabajadores, valientes» y mil piropos por el estilo.

Los gobernantes y gobernados somos seres humanos con fobia a las dificultades, complicaciones y grandes esfuerzos (1). Por esta «noble» causa, los políticos prefieren ciudadanos fácilmente gobernables, es decir ignorantes, mediocres y desinformados.

Por estas razones (la adulación y la tendencia al menor esfuerzo) los sistemas educativos no pueden ser muy exigentes pues en términos generales, para educar a alguien es preciso hacerlo consciente (acusar, denunciar, diagnosticar) de su imperfección, de su incultura, es decir, el individuo en su estado natural no sirve, todo lo cual es ofensivo para los mimosos ciudadanos acostumbrados a escuchar sobre su genialidad, su inteligencia y su amorosidad.

Esta situación causa (entre otros) un problema: los gobernantes no pueden estimular a los inversionistas aunque ofrezcan las mejores condiciones políticas, económicas y jurídicas porque el país carece de suficiente mano de obra calificada … todo lo cual es causa de empobrecimiento.

(1) Sobre la indolencia universal

La solidaridad perversa

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11 comentarios:

Andrea dijo...

Es tan engañoso esto de creerse la gran cosa... en realidad nos parece que somos humildes, decimos reconocernos llenos de carencias y dificultades. El problema es darse cuenta de qué es lo que creemos realmente. A menudo somos conscientes sólamente del discurso que nos hace sentir cómodos. Eso que le repetimos a familiares y amigos. Lo que nos escuchamos decir y nos hace sentir que tenemos una identidad, que esa identidad vale la pena. Por eso la reforzamos cada vez que tenemos la oportunidad de hacerlo. Supongo que deben ser muy pocas las personas que se sientan cómodas admitiendo que son sobervias. Qué pensarán acerca de si mismos los sobervios? Acaso yo misma seré sobervia?
Y se me ocurre pensar que de pronto la única manera de llegar a ser humilde es habiendo sido antes sobervio. Porque humilde, conciente de sus propias limitaciones, la verdad es que no nace nadie. Eso se construye a partir de la toma de conciencia.

Lucas dijo...

Tiene razón Andrea. Ya saben todo el camino que tuvo que andar Sócrates para reconocer que no sabía nada.

Martín dijo...

Uruguay, mi país, se construyó en torno a la idea de que somos gente culta, ilustrada. En parte habrá sido así. Lo cierto es que ya no lo es más. Y parece que cuesta mucho aceptarlo.

Carina dijo...

Es un enorme problema para los estados, la gran cantidad de adultos intelectual y emocionalmente subdesarrollados.

Lola dijo...

Qué hay de malo con los piropos, Doc?

Yolanda dijo...

Muchas veces se dice que los políticos prefieren ciudadanos fácilmente gobernables. Eso es cierto. Pero de ahí a que trabajen para que sean mediocres, es otra cosa. Creo que el político que llega al poder, en su mayoría, trata de hacer las cosas bien. Es decir, va a votar el mayor presupuesto posible para Educación, por ej. Los políticos no trabajan para que los ciudadanos sean mediocres. En lo que sí pienso que trabajan -y cada vez se les va a hacer más difícil- es en mantenernos desinformados, para hacer y deshacer a su antojo.

López dijo...

No hay mano de obra calificada porque se desvaloriza al obrero calificado. Parecería que lo único que vale es ser un intelectual.

Adémar dijo...

Mucha gente se siente desgraciada y cree que la culpa es del gobierno.

Tiago dijo...

Siempre le vamos a tener fobia a las dificultades y grandes esfuerzos. Eso no se puede ni debe cambiar. Tenemos que fortalecernos, ahí es donde va el cambio. Si somos más fuertes, las cosas van a tener que estar muy bravas para que arruguemos.

Cacho dijo...

Los inversionistas vienen igual porque se traen recursos humanos. Sólo nos jodemos nosotros.

Ma. Eugenia dijo...

En el liceo...
siempre fue vergüenza ser buen estudiante?