lunes, 19 de septiembre de 2011

Robin Hood, presidente

Los votantes apoyan a quien les dice lo que quieren oír y quieren oír que el gobernante hará lo que harían ellos si tuvieran tanto poder.

En otros artículos (1) he mencionado algo sobre nuestras aspiraciones de recibir beneficios gratuitamente (salud y educación), incluyendo en ellos alguna mención sobre que tal gratuidad es poco probable aunque nos quedemos con la sensación de que hemos recibido un servicio sin costo.

Una mayoría de personas (al menos en Latinoamérica), tiene la sensación de que los políticos son personas muy poderosas y que pueden ser buenos administradores del poder.

Uno de los sueños más difundidos entre los pequeños poseedores de poder es que los ricos paguen o devuelvan toda su fortuna, para que en el reparto los pobres puedan terminar definitivamente con las carencias que los abruman.

El modelo perfecto está en la leyenda de Robin Hood, quien en alguna época le robó con audacia a los ricos para repartir con generosidad entre los pobres.

Exactamente este modelo es el que predomina en las promesas preelectorales.

Como los modestos votantes suponen que si tuvieran suficiente poder les quitarían toda la riqueza a los ricos para repartirla entre sus hermanos los pobres, suponen que los políticos cumplirán su promesa de «repartir mejor», de «terminar con las injusticias distributivas», «de exigirle a quien más tiene para darle al que menos tiene».

Si los pobres no soñaran con practicar ellos mismos el rol de Robin Hood, no aceptarían como promesas válidas la expropiación, confiscación, nacionalización, cancelación de privilegios, decomisos, incautación y otras formas de robo legalizado y romántico.

Los políticos, antes y después de llegar al poder, no tienen más remedio que decir lo que sus votantes piden que digan: «robaremos a los ricos y repartiremos entre los pobres», pero en la realidad no podrán hacerlo.

(1) La salud y el aire son bienes públicos

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11 comentarios:

Sandra39 dijo...

No se trata de robarle a los ricos.
Se trata de que los ricos no sigan robando.

Facundo Negri dijo...

De todos modos Sandra... no podrán hacerlo.

Olegario dijo...

Con la expropiación, confiscación, nacionalización y cancelación de privilegios, te la llevo.
Pero los decomisos y la incautación van en contra de nuestra cultura de frontera.

Ma. Eugenia dijo...

Existe para ud una equivalencia entre el robo legalizado y romántico y la injusticia?

Ernesto dijo...

Redistribuir es sólo una parte. También hay que educar, profesionalizar, producir, socializar, democratizar, tecnificar, industrializar, comercializar, etc.
Pero nada de eso dará resultado si no subimos un peldaño más como seres humanos.

Margarita dijo...

Los 11 de setiembre, ya no se acuerdan de lo que le pasó a Allende.

Andrea dijo...

Es cierto Margarita; el poder no es de los políticos.

Robin dijo...

Y bueno, alguien tenía que revertir las cosas. Tanto robarle con generosidad a los pobres para repartirle con audacia a los ricos... algún día había que revelarse.

Lautaro dijo...

El poder de los políticos depende de quienes los voten.

Rolando dijo...

Hay una minoría que se deja ver. Esa es la que piensa que los políticos podrían hacer algo. Los jóvenes no creen en la política ni en los políticos, la mayoría de los viejos están de vuelta (salvo que integren el aparato), y los adultos hacen la suya para sobrevivir. En realidad de los políticos cada vez se espera menos, se piensa menos, se cree menos. Los que se acercan a sacarse fotos con ellos o van a los actos políticos, parecen muchos, pero son minoría.

Adela dijo...

Sospecho que los pequeños poseedores de poder que ud menciona, sueñan con otras cosas menos pretenciosas. Muchos soñarán con las vacaciones.