jueves, 27 de octubre de 2011

Los fanfarrones disfrazados de valientes

Los varones, quienes culturalmente debemos ser valientes y arriesgados, no cuidamos prudentemente el patrimonio familiar beneficiando así a los ricos.

Con un estado de ánimo que varias veces me he autocriticado como paranoico, escéptico, patológicamente desconfiado, he compartido con ustedes la suposición de que la pobreza también es cultivada sigilosamente por quienes desean generar condiciones favorables para su mejor y más fácil enriquecimiento.

En ese estado de ánimo les he comentado que el cristianismo hace milenios que nos viene diciendo que lo mejor es ser pobre, entre otros motivos porque de ellos será el reino de los cielos, un promisorio sitio al que sólo se accede después de morir (1).

También comenté (2) que algunos filósofos griegos han sido convertidos en «grandes pensadores de la antigüedad» porque desestimulan el enriquecimiento y tratan de concentrar nuestros intereses en los asuntos inmateriales.

Me provocan mucha desconfianza las ideologías de izquierda (3), que se muestran como muy amorosas, protectoras y justicieras con los pobres, alentando las soluciones al estilo Robin Hood, cuando lo que en realidad quieren es conservar a esa mayoría como votantes cautivos que los mantengan en el poder gubernamental.

Estas teorías de estilo confabulatorio que intentan explicar la interminable pobreza patológica, salen a luz una vez más en este artículo para comentarles la siguiente idea:

Es muy alto el porcentaje de personas que se avergüenza de su cobardía.

De cien avergonzados, noventa y ocho son varones. Esto es así porque nuestra cultura reconoce que las mujeres no sólo pueden abrigar temores sino que con ellos se las admira por su «femineidad».

Los varones, generalmente administradores del patrimonio familiar, tenemos que ser audaces, temerarios, valientes, gracias a lo cual, un significativo grupo de nosotros hace transacciones perjudiciales, negocios fracasados, se cree omnipotente, todo lo cual termina logrando que los ricos enriquezcan.

(1) La ineficiencia de nuestra especie
(2) La pobreza filosófica
(3) El robo y las ideologías de izquierda

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12 comentarios:

Filisbino dijo...

Probablemente el cristianismo y las religiones que pregonan a la pobreza como valor, han perdurado (entre otros motivos) porque intentan evitar un importante motivo de violencia entre los humanos: la lucha por la acumulación de bienes materiales, la búsqueda de la riqueza a cualquier precio.

Laura dijo...

Es cierto que a los ricos les conviene que existan pobres. Con el nivel de desarrollo actual, sería imposible la existencia de los primeros sin la existencia de los segundos.

Antonio dijo...

En mi opinión, las ideologías de izquierda son más justas y acertadas que las de derecha. Ahora, si hablamos de los gobernantes de izquierda, podemos concordar en que unos cuantos dejan mucho que desear. Pero en eso, la derecha y la izquierda anda igual.

Evaristo dijo...

Religión y filosofía no han sido suficientes para inclinar nuestros intereses hacia los asuntos inmateriales. Hay de todo en este mundo, pero no se puede decir que predomine la espiritualidad.

Carolina dijo...

Creo que su estado de ánimo no es tan negativo, doc. Además yo siempre aprendo cosas nuevas.

Beatriz dijo...

Es muy alto el porcentaje de personas que desconoce su cobardía.

Yoel dijo...

Los temores abrigados se convierten en estados febriles.

Renata dijo...

Las mujeres nos avergonzamos de todo lo que se avergüenzan los hombres, y además de la vergüenza de ellos.
Cuando se equivocan por corajudos, no los perdonamos. Las mujeres somos bastante jodidas.

Ma. Eugenia dijo...

Quién la votó a Renata para que hable en nombre de todas?

Mariana dijo...

Ud mismo nos eneseñó que no siempre se trata de situaciones de suma cero: que unos fracasen, no implica necesariamente que otros enriquezcan.

Alberto dijo...

Necesito acceder a la estadística de los avergonzados. Creo que me sentiré mucho mejor.

Margarita dijo...

Las mujeres exageramos el temor para que ellos vengan y nos protejan.