miércoles, 12 de octubre de 2011

Nadie, en su sano juicio, desea pagar

Este comentario refiere al vínculo que existe entre quien paga (comprador, empleador, paciente) y quien cobra (vendedor de bienes o servicios).

Para ir directo al tema podemos tomar como punto de partida las siguientes premisas:

— Todos queremos cobrar pero no queremos pagar;

— Todos queremos que nuestro trabajo sea muy valorado pero que los demás trabajen para nosotros en forma gratuita.

A partir de estos datos generales, surgen diferencias, distorsiones, excepciones, rarezas, tales como:

— Si no se puede evitar, pagaremos (bajo protesta, contrariados, frustrados) por las mercancías o servicios que nos entregan;

— Aunque parezca obvio que los intercambios son justos cuando ambas partes se entregan valores equivalentes, tendremos que luchar en cada ocasión para que nuestro cliente, paciente o empleador no intente quedase con nuestro dinero, honorario o salario.

Este clima de tensión que describo aparenta ser exagerado, imaginario o imposible porque ya estamos acostumbrados a vivirlo con naturalidad y los actores económicos acostumbrados a pagar y a cobrar dan por sentado que dependerá sólo de su vigilancia que el otro no lo perjudique, robe o estafe.

Ya todos sabemos que tenemos que contar el dinero recibido antes de que el pagador se aleje, que deberemos ir a cobrar personalmente a quien nos pagará en forma diferida (compra a crédito, a plazo) y que no podemos quedarnos cruzados de brazos esperando que llame a nuestra puerta para entregarnos el dinero con una imborrable sonrisa de satisfacción.

Este artículo sirve para no perder de vista el dato más importante de nuestras transacciones económicas: que nadie quiere pagar, que todos queremos recibir los bienes y servicios en forma gratuita y que nuestro deudor (quien nos debe dinero) encontrará razonable que tengamos que perseguirlo, insistirle, rogarle, esperarlo, hacerle regalos, avisarle con anticipación, cumplir puntualmente con el día, hora y lugar en que prometió pagarnos.

Artículo vinculado:

Sólo una reja marca la diferencia

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10 comentarios:

Alicia dijo...

Todos queremos recibir pero nadie quiere dar. Y sin embargo todos somos capaces (en mayor o menor medida) de dar. No se puede decir que exista alguna persona que no haya dado algo en algún momento de su vida. Esto es así porque aprendimos que es necesario dar para recibir. Aunque nos negáramos a haceptar esta regla, en alguna ocasión tendríamos que acatarla, porque son innumerables las situaciones en la vida que nos obligan a negociar para obtener lo que necesitamos.

Rogelio dijo...

Me veo más tentado de hacer esperar a mi acreedor, cuando me cobra precios abusivos.

Evaristo dijo...

Estoy de acuerdo con su planteo y pienso que demuestra lo inmaduros que continuamos siendo. Las transformaciones en nuestra conducta se van dando porque necesitamos adaptarnos a la realidad, pero en nuestro fuero íntimo continuamos siendo tal cual vinimos al mundo.

Luis dijo...

Hay personas que terminan pagando intereses por pagar fuera de fecha, aún cuando no tienen necesidad de hacerlo. Puede que sea por la resistencia a pagar algo que consideran debería ser gratuito.

Damián dijo...

Encontramos una forma de organizarnos para obtener los bienes y servicios que precisamos, que nos parece muy lógica, porque no conocemos otra.

Cecilia dijo...

A veces consideramos que la paga ya fue efectuada porque entregamos algo a cambio de lo que recibimos. Puede que inconscientemente manejemos un trueque del que niguna de las partes involucradas llegua a tomar consciencia. Y que por este motivo encontremos dificultades para pagar, o para cobrar.

Olegario dijo...

Es frecuente que quien debe dinero considere que ese no es su problema, sino que es de quien debe cobrarle.

Enrique dijo...

Son pocas las situaciones en las que el cobrador puede elegir no cobrar la deuda. En una empresa eso generaría un enorme caos, ya que si a veces se cobra y otras no (a menos que se defina un criterio para no cobrar)sería imposible contar con un estimativo de las ganacias y los gastos.
El deudor nunca puede elegir no pagar; a menos que esté dispuesto a afrontar las consecuencias.
Por lo tanto, pagar y cobrar, son conductas que vulneran nuestra libertad, y sabido es que a los seres humanos nos gusta sentirnos ilimitados en la libertad de hacer y deshacer a nuestro antojo. Este es un elemento que puede dificultar las transacciones comerciales. Como se trata de comportamientos y reacciones muy infantiles, las negamos y ponemos escusas que creemos verdaderas: "se me pasó", "era mejor no pagarlo este mes", etc.

Martín dijo...

Odio que me cobren por lo que no hice.
Y también que me cobren todo lo que hago.

Yésica dijo...

No te entendí, Cecilia.