sábado, 5 de noviembre de 2011

¿El dinero persigue a quienes lo desprecian?

El desprecio del amor recibido y el empecinamiento con el amor esquivo, pueden aplicarse a la relación con el dinero.

Los humanos somos complicados o los humanos somos tan poco inteligentes que no nos entendemos.

Algunas personas, auto observándose, han intuido, entendido, concluido, que están más enamoradas y por más tiempo de quienes las tratan con indiferencia mientras que, por el contrario, sienten desprecio por quienes las tratan con interés, amor, consideración.

Lo digo de otra forma: A veces uno se da cuenta que ama más cuando no es correspondido.

Por último, el humorista norteamericano Groucho Marx (1890 - 1977), habría dicho: «Me niego a pertenecer a un club que me acepte a mí como socio».

Esta actitud, que parece interesada en reforzar las frustraciones afectivas como estilo de vida, nos permite suponer otra hipótesis que explique algunas pobrezas no deseadas.

Recordemos que nuestro cerebro piensa que todo tiene características humanas porque nuestra propia percepción del entorno es inevitablemente humana (1).

Dada la cantidad de usos que tiene el dinero, es posible pensar que para muchas personas es algo más que un instrumento inerte, carente de intenciones, voluntad y poder.

Muchas personas consideran que el dinero tiene algo humano, así como puede llegar a pensar en términos poéticos que el sol y la luna forman un matrimonio, o que el reloj informa la hora que se le antoja.

Quienes no corresponden el amor recibido sino que, por el contrario, tienden a despreciarlo para concentrar todo su esfuerzo en conquistar el amor más esquivo, pueden desarrollar la estrategia de despreciar el dinero porque creen que el desprecio es atractivo y que el dinero, al verse despreciado (¿?), se empecinará en conquistarlos, vendrá a buscarlos, se meterá en sus bolsillos... como hacen ellos mismos con quienes los tratan con indiferencia.

(1) «La naturaleza piensa como yo»

La naturaleza es una monarquía absolutista

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12 comentarios:

Mariana dijo...

Quizás algunas personas se sienten tan despreciables que no pueden amar a quienes los aman, porque eso significaría que son tan despreciables como ellos.

Nazareth Inglese dijo...

Aún el dinero
no logró conquistarme
lo suficiente.
Espero que con el tiempo
no se caliente.

Anónimo dijo...

Yo creo que al dinero lo llama el dinero. Así que vivo bien, me visto bien. Le hago ver que lo tengo. Que quien manda soy yo. Pruébenlo, da resultado: los que tienen dinero se me acercan, y los que no lo tienen, me tratan con respeto.

Rosana dijo...

Está comprobado (:-) que existe una relación entre quienes aman a aquellos que los tratan con indiferencia y los que no dejan de timbear.

Chapita dijo...

El dinero se metió en mis bolsillos una tarde de lluvia. Buscaba refugio, porque el dinero mojado se deja fuera de la billetera. Si yo fuera un billete nunca querría estar fuera de la billetera porque me podría volar. A mí me dicen que soy un volado, pero yo prefiero excavar una cueva y quedarme allí, bien refugiado.

Adriana dijo...

El amante esquivo es el mejor porque no se le conocen los defectos, pero es el peor porque nunca está. Lo mismo pasa con el dinero, lo mismo, lo mismo.

Ma. Eugenia dijo...

Y cuáles son los defectos del dinero?

Adriana dijo...

Los defectos del dinero se confunden con sus virtudes, Euge. El dinero hace posible que vivamos como vivimos; con eso te digo todo.

Gastón dijo...

No me vengan con la pavada de personalizar el dinero. Está bien que lo haga el inconsciente (él siempre va a hacer lo que quiera), pero ustedes no me van a decir que estamos como estamos por culpa del dinero. La condición humana no se refleja en todo lo que hacemos? Saben que sí, y por supuesto que determina el uso que le damos al dinero.

Mauricio dijo...

El dinero ya estaba en el mundo cuando llegamos a él. No nos responsabilicemos por todo! Estoy de acuerdo con Adriana. No sé si nosotros lo hubíesemos hecho mejor, pero lo cierto es que quienes estuvieron antes nos cagaron la vida.

Gabriela dijo...

Hubo uno que le hizo una canción al reloj para que no cantara las horas. Y el reloj le hizo caso a medias: le obedeció en eso de no cantar porque total nunca había cantado; pero igual dejó que las horas siguieran pasando.

Cacho dijo...

Si tendrá poder el dinero ché, que nomás puesto en la trompa del elefantito, nos trae a todos prosperidad.