miércoles, 2 de noviembre de 2011

Ignorar para no sentirse culpable

Los seres humanos explotamos la naturaleza sin excluir a nuestros semejantes.

Ningún presupuesto familiar se mantiene equilibrado mediante el ahorro, pero convengamos en que la austeridad, la evitación de gastos superfluos y contando cuidadosamente el dinero que damos o cobramos, hacemos una contribución significativa.

El regateo (pugna, tira y afloje, solicitar la rebaja de los precios) es cultural. En algunos países es casi obligatorio y en otros es una pérdida de tiempo, una ofensa causante de enojo.

Donde la práctica es habitual, la compra-venta es considerada un acto social, en el que los participantes se brindan generosas argumentaciones y atractivos espectáculos teatrales, que buscan llegar a un acuerdo con pasión erótica.

En estas culturas, quienes no regatean son vistos como personas frías, indiferentes, antisociales, obscenos derrochadores y si fuera posible, habría que negarles la venta.

Cuando la cultura reinante excluye el regateo, el razonamiento es muy distinto.

El comprador pregunta el precio, el vendedor se lo informa:

— Si el comprador insinúa que es muy caro, el vendedor se ofende porque interpreta que lo están tratando de abusador, estafador o ladrón.

— Si el vendedor cede y hace la rebaja del precio que le pidió el comprador, este no concreta la compra porque interpreta que el vendedor es deshonesto pues hizo un intento de cobrarle de más.

Cada uno de nosotros tendrá su predilección pero quizá no sería razonable afirmar que una de las dos costumbres está bien o mal pues ambas están en sintonía con su respectivo contexto cultural.

En suma: Es sensato no gastar de más y pagar lo mínimo, con lo cual podemos concluir que el deseo de explotar al semejante (ya sea comprador o vendedor) es inherente a la condición humana.

Quienes piensan que la explotación es odiosa, negarán poseer esta característica para poder ejercerla inconsciente e irresponsablemente.

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La explotación es comparable a una violación

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12 comentarios:

Alejandra dijo...

Se puede explotar de distintas formas y a distintos niveles. Desde tomar a otra persona como esclava hasta pedirle a un compañero de trabajo que te lave el plato del almuerzo. Luego tenemos infinitas gradaciones, por lo que podemos pensar junto con Mieres, que la explotación es inherente a al condición humana. Pero tampoco dejemos de ver que entre ambos ejemplos la diferencia es abismal.

Verónica dijo...

Pienso que la explotación es odiosa y por eso la ejerzo raras veces; nunca tantas como quienes piensan que es inherente a la condición humana.

Daniel dijo...

Quien odia la explotación y logra ser más o menos coherente consigo mismo, no la ejerce. Puede que alguna vez el inconsciente le juegue una mala pasada, pero no pasa de ahí.

Diego dijo...

Yo digo... si algo es inherente a la condición humana, es inútil intentar cambiarlo.

Hébert dijo...

Contestándole a Diego, creo que lo propuesto en el artículo es tomar conciencia para moderar, (hacer menos dañina quizás) nuestra tendencia a explotar al prójimo.

Sandra39 dijo...

Creo que tendría que ponerme a hilar muy fino para encontrar mi hebra explotadora. Y no me parece justo que se diga que todos somos explotadores, porque entre unos y otros hay enormes diferencias.

Ernesto dijo...

Pienso que la explotación es odiosa y no creo haberla ejercido.

Marita dijo...

Cuando hablamos de "explotadores" siempre pensamos en los otros. No está mal que Mieres nos incite a mirarnos a nosotros mismos.
(y espero que él haya sido el primero en hacerlo)

Leandro dijo...

Mieres pregona la explotación responsable. QUIERO SABER DE QUÉ SE TRATA ESO! Ya mismo quiero empezar a aplicarlo en la oficina!!

Maruja dijo...

Vio lo que logra, Licenciado, con los energúmenos que leen sus artículos.

Clarisa dijo...

Suerte que no nací en un país con la costumbre de regatear. Sólo de pensarlo me agota.

Diego Martínez dijo...

@Sandra39 Si no encuentras tu hebra explotadora, creo que es un problema mas orientado a falta de auto-conocimiento, o cierta hipocresía de la que todos poseemos. Cada día escucho más que nadie se identifica con ningún mal, son "los otros", cuando debemos reconocer que todos formamos parte de ese mal, en mayor o menor medida obvio.. pero no creernos tan puros, buenos, etc. Cuando muchos decimos "la gente es mala"... ¿lo decimos desde una posición no-gente?.. ¿nos creemos algo distintos?.. la soberbia muchas veces no permite ver nuestros propios demonios, y conforma en cierto grado una de las peores ignorancias, el ignorar como somos. Todo lo digo con el mayor respeto.