lunes, 23 de enero de 2012

El patrimonio es un rasgo anatómico - (Artículo Nº 1.442)

La cantidad de dinero que buscamos y obtenemos está determinada por los requerimientos orgánicos de cada uno.

Tengo mis dudas de que algún día lleguemos a saber cómo funcionamos los seres vivos.

Por ahora tenemos unas cuantas ideas que sólo resultan sorprendentes si las ponemos al lado de la ignorancia total, pero que se convierten en unas pocas nociones si las ponemos al lado de todo lo que nos falta conocer de nuestra especie y su vinculación con el medio ambiente.

Pondré un solo ejemplo que es el que me tiene muy conmovido porque esta mañana me avisaron que falleció el hijo menor de un compañero de trabajo.

Este joven de 19 años participaba en una carrera de autos («picada») con otros amigos que se reúnen en una avenida de esta ciudad.

No sé realmente por qué estos jóvenes se arriesgan hasta el punto de que, cada tanto, alguno de ellos muere aplastado por los hierros de su automóvil.

Tengo una hipótesis que comparto con ustedes.

Estos muchachos necesitan dosis extra de adrenalina. Sus cuerpos reclaman excitación fuerte. Si no la tienen, se deprimen, se enferman. Esta adrenalina la obtienen corriendo riesgos con su auto precisamente porque cada tanto uno de ellos muere o queda cuadripléjico.

El desenlace trágico es el verdadero activador de estas prácticas que entristecen a todos quienes nos enteramos.

Una hipótesis bastante confiable, que intenta corregir la falta de conocimientos mencionada al principio, es que cada uno de nosotros funciona con insumos genéricos (comida, abrigo, amor) más otros especiales de cada uno (riesgo, dolor físico, conflictos sociales).

Según esta hipótesis, la disponibilidad de dinero también es un insumo especial de cada uno. Algunos necesitan la abundancia, otros la moderación, otros la escasez.

Para no enfermar, tarde o temprano conseguimos lo que el cuerpo nos exige.

Artículo vinculado:

La armonía global de la que dependemos

●●●

12 comentarios:

Adriana dijo...

Enfermo con demasiada frecuencia. A mi cuerpo le hace falta un buscador de soluciones.

Héctor dijo...

Si es la biología de cada uno la que determina la disponibilidad de dinero que necesitamos para funcionar, entonces la mayoría estamos hechos para la pobreza, dado que ni tarde ni temprano hemos conseguido insumos abundantes.

Luis dijo...

El jugador compulsivo logra el mismo efecto sin arriesgar la vida; arriesga su patrimonio.

Raquel dijo...

La búsqueda de hemociones fuertes te puede llevar a perder la medida en cualquier plano de la vida.

Elbio dijo...

El que necesita transitar caminos extremos para mantenerse despierto, puede adolecer de una falta de capacidad para disfrutar sin hacer ruido.

Estela dijo...

Por lo general, cuando el cuerpo reclama los oidos se mantienen sordos.

Rosa dijo...

Siempre estoy atenta a lo que me pide el cuerpo. No hacerlo es como vivirse extranjero.

Gabriela dijo...

Algunas personas optan por silenciar los reclamos del cuerpo, en el entendido de que el reclamo desnuda la carencia, y si no hay reclamo, no hay carencia.

Gladys dijo...

Hace tiempo que vivo asustada, me sobresalta un ruido inesperado, ando como con los cables pelados, estoy pasada de rosca. No sé si esperar la reacción sanadora de mi cuerpo o aceptar definitivamente que él ya no sabe qué hacer conmigo.

Osvaldo dijo...

A los que corren picadas en la rambla, poniendo en peligro la vida de los demás, habría que quitarles la libreta de manera definitiva.

Daniel dijo...

No creo que el camino que propone Osvaldo sirva. La amenaza de perder la libreta actuaría como un factor más de emoción, se sumaría a la lista de grandes riesgos que hacen de las picadas una actividad emocionante.

Paty dijo...

¿No se puede suministrar adrenalina por inyectable?