miércoles, 1 de febrero de 2012

El auge de las psicopatías en tiempos de crisis - (Artículo Nº 1.451)

La psicopatía es propia de muchos seres humanos «normales» pero se vuelve problemática en períodos de crisis económica.

El cerebro humano quizá sea el único que padece de incertidumbre. Para compensar esta característica perjudicial, quizá sea el único que puede creer en Dios

Son ‘acción y re-acción’ complementarias: primero sufrimos con la incertidumbre y después creamos la existencia de Dios para aliviar la ansiedad resultante.

En el terreno de la salud mental, por un lado observamos que algunas personas hacen cosas insólitas que nos inspiran temor, para tranquilizarnos salimos a buscar explicaciones, la ciencia nos satura con datos, estadísticas, teorías, opiniones, pero si a alguien se le ocurre profundizar apenas un poquito, descubrirá lleno de pavor que la ciencia no está segura de nada.

Lo único que nos queda entonces es aferrarnos a una ilusión, a una fantasía que en definitiva nos ayuda. Las religiones aportan la compañía de otros creyentes igualmente angustiados y entre todos nos consolamos, nos damos ánimo y hasta nos olvidamos de los problemas.

Muchos pueblos están padeciendo una profunda crisis económica desde hace varios años.

En épocas como esta la angustia y la desesperación se convierten en campo propicio para que emerjan con su mayor esplendor nuestros clientes, competidores, jefes y compañeros de trabajo psicópatas.

Por supuesto que la ciencia nos dirá que la psicopatía es un trastorno de personalidad que se manifiesta por una pérdida de escrúpulos y las religiones nos dirán que son «ovejas descarriadas que Dios pone en nuestro camino para probarnos», pero ¿qué hacemos con un acosador, con una brillante manipuladora, frente a un competidor que no reconoce los riesgos, con una compañera de trabajo que sólo respeta sus códigos personales?

Lo que hacemos con ellos es lo mismo que hacemos con cualquier otro fenómeno natural adverso: guarecernos para sobrevivirlo.

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15 comentarios:

Verónica Daza dijo...

Un compañero de clase de mi hijo fallece (accidente, 15 años). Con dolor, consternados, fuimos todos a acompañar a la familia: condiscípulos y padres.Al llegar, nos tranquilizó la madre del fallecido: "Mi hijo fue elegido por el Señor para estar a su lado, tal era su bondad"

Nilda dijo...

Si ud propone la resistencia pacífica, está exigiendo mucho, dado que uno tiene que enfrentarse a la misma persona problemática casi todos los días, durante varias horas. A través del tiempo esa situación puede llevarnos a explotar mal.

Marcia dijo...

Guarecerse... claro! Dejar que te resbale...
NO IMPOSIBLE!!!

Osvaldo dijo...

Para mí la mejor forma de protegerse es entendiendo que estamos frente a una persona enferma, y tomar las cosas como de quien viene.

Aldo dijo...

Es interesante el tema de los códigos personales. Cada uno tiene sus propios códigos, pero la convivencia nos obliga a reconocer los códigos ajenos y respetarlos. Por ej. no puedo entrar calzado a un templo donde se acostumbra entrar sin zapatos, es una cuestión de respeto, no importa si yo no acostumbro sacarme los zapatos fuera de casa.

Alicia dijo...

Si hago un alto en el camino y miro hacia atrás, si tomo conciencia plena de todo lo vivido, siento un enorme temor por el futuro.
Estoy pensando en la incertidumbre. El futuro es una enorme incógnita y mirar hacia el pasado nos puede dar vértigo, deseos de sentarnos en el piso y decir ¨hasta acá llegué¨.
Los períodos de crisis económica asentúan esa incertidumbre de manera dramática. Pocos son los aspectos de nuestra vida que no se vinculan a la economía. Lidiar con nuestro temor y enfrentarnos diariamente al temor de los otros, es bastante complicado. Especialmente en el ámbito laboral, donde hay tareas concretas para hacer que no se pueden aplazar. Se debe actuar con lo que hay: con nuestra situación a cuestas y la de los que nos rodean interactuando con la nuestra. Para mí el mensaje esperanzador viene por el lado de la autoconciencia. Ayuda tener una idea de lo que nos pasa y poner en palabras nuestro estado. Es necesario hacerse una composición de lugar, entender donde estamos incertos y qué papel estamos jugando allí. El barullo, la nebulosa, favorece las reacciones imprevistas, los desbordes. Establecer un orden desde nuestra perspectiva es útil, aunque estemos equivocados.

Marta dijo...

Las creencias provenientes de la religión son espeluznantes. Mientras no dañen, no molestan, pero son una bomba de tiempo y un caldo de cultivo para cualquier barbaridad.

Eduardo dijo...

Como la educación religiosa se recibe desde la infancia, a veces es difícil desarrollar una postura crítica hacia ella.

Amílcar dijo...

Bien definen a la personalidad psicopática como locura sin delirio. El divorcio con la realidad está presente, pero no desde lo perceptivo ni desde lo racional, sino desde lo moral.

Silvia dijo...

El psicopático no tiene escrúpulos, miente, no sintoniza con el dolor ajeno, no crea lazos afectivos profundos.
De todo esto... quien no tendrá un poco.

Enrique dijo...

Estoy de acuerdo con el punto de vista de Marta, pero hago una salvedad: cuando las religiones aportan un código ético razonable favorecen la vida en sociedad, la civilización, la cultura.

Marcos dijo...

Según Enrique lo mejor que nos puede pasar es acceder a una civilizada; eso es lo que deja entrever a partir de su comentario. Yo lo pondría en duda.

Enrique dijo...

Imposible ser humano por fuera de la cultura. Si hablamos de civilización ya es otro tema. El humano puede sobrevivir fuera de las ciudades, eso no cabe duda. Sobre este tema ahondó bastante Freud en su obra ¨El malestar en la cultura¨, y sin duda muchos otros intelectuales también lo hicieron, material para pensar debe haber mucho.

Margarita dijo...

Estuve leyendo en Wikipedia, y una cosa que me llamó la atención es que a los psicópatas no se los considera enfermos. No cabe duda que es un trastorno de personalidad, es decir un trastorno mental. Todavía no entiendo la diferencia entre enfermedad y trastorno. Me arriesgo a aventurar que es tan enorme la presión social para que estos individuos sean castigados, que la justicia y la ley se ven obligadas a mirar con el lente torcido. Por otro lado nos encontramos con que aparentemente no hay rehabilitación posible a causa de la ausencia de remordimiento y de sentimientos de culpa. Todo un tema. Un tema en el que nos topamos, una vez más, con nuestras propias limitaciones.

Oliverio dijo...

Mediante la tomografía por emisión de positrones (PET) se puede observar como los estímulos externos activan distintas zonas del cerébro. Es un argumento bastante claro para erradicar dudas en cuanto al sustento biológico de la actividad mental. Así que esa distinción entre enfermedad y trastorno es medio traída de los pelos.