viernes, 24 de febrero de 2012

La discapacidad por omnipotencia - (Artículo Nº 1.474)

Los jóvenes sufren cuando no pueden sacarse de la cabeza las fantasías de omnipotencia propias de la niñez.

En las películas de Rambo, el Coronel Samuel Trautmann es el instructor del invencible guerrero y prácticamente al único que obedece.

Rambo debe su éxito a que muchos varones soñamos ser como él: fuertes, inteligentes, insensibles al dolor, afortunados, con gran fuerza y resistencia físicas.

Otra de las fortalezas envidiables del personaje es que siempre anda solo, no tiene jefes, se manda a sí mismo, algo que tanto anhelamos cuando tenemos que soportar las órdenes de nuestro padre, los interrogatorios de nuestra madre, las exigencias de los docentes, las obligaciones para con quien nos paga un sueldo.

Una escena sublime, que recuerdo bien entre otros motivos porque la vi muchas veces, es la siguiente:

En determinado momento Rambo queda acorralado en un monte de espesa vegetación. Los enemigos tienen rodeado el pequeño cerro de tal forma que los espectadores sabemos que esta vez nuestro héroe no podrá salvarse.

Cuando ya estaba todo pronto para que los enemigos de Rambo comenzaran a cerrar el círculo para apresarlo, llega el Coronel Trautmann, el instructor que lo convirtió en un guerrero invencible. El único a quien Rambo oye y casi siembre obedece.

Quien dirigía el operativo de captura se dirigió al Coronel y antes de que este hablara le dijo que no escucharía ninguna súplica para salvar a su alumno.

El coronel, con la serenidad de los grandes, le dijo:

— No vengo a pedir por él, vengo a pedirle a él que los perdone a ustedes.

Como no le creyeron, no pasó mucho tiempo y Rambo comenzó a vencerlos uno por uno, siempre con técnicas diferentes.

Tuve suerte porque imaginarme tan omnipotente («Querer es poder») como Rambo apenas me discapacitó durante menos de diez años.

Nota: El film se titula First blood y se estrenó en 1982.

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8 comentarios:

Luciana dijo...

Sé que la comparación es infeliz, y de verdad no quiero ofender a nadie, pero la verdad es que lo primero que se me vino a la mente con lo que dijo el coronel: ¨vengo a pedirle a él que los perdone a ustedes¨, fue lo que dijo Jesús cuando estaba en la cruz: ¨perdónalos, porque no saben lo que hacen¨.

Lorenzo dijo...

Los grandes héroes tienen grandes maestros.
A nosotros nos faltan grandes maestros.

Joaquín dijo...

Si uno de verdad cree que todo es cuestión de voluntad, inevitablemente se verá sometido a enormes frustraciones, porque son muchas más las cosas que no se resuelven por la acción de la voluntad humana, que las que estamos dispuestos a aceptar.

Evangelina dijo...

Podríamos vivir en Paz si nos entregáramos a la voluntad de Dios.

Zuleika dijo...

Personalmente creo que vivir en paz, como dice Evangelina, depende de la capacidad que tengamos para aceptar nuestros límites. Aceptación no es lo mismo que resignación y obediencia.

(pero es parecido)

Iñaqui dijo...

No Lorenzo, la cosa es así: tenemos grandes maestros; los grandes hombres que tenemos son todos grandes maestros. Ahí está el problema, en lugar de dedicarse a ser héroes, se dedicaron a ser maestros!

Cecilia dijo...

Yo conozco otra versión de la película: cuando Rambo queda acorralado en un monte de espesa vegetación, flaquean sus fuerzas y cae desmayado. Entonces aparecen entre la maleza bellas mujeres que intentan despertarlo. Entre tanto él sueña que está en el Monte de Venus, pero le extraña que la apariencia del lugar sea idéntica a la de Montevideo. Al fin se le oyen murmurar unas palabras: ¨¿dónde está el del censo?¨, a lo que una de las muchachas responde: ¨tranquilo Rambo, estás en el Monte de Venus¨. ¨Nuevamente mis sueños se hicieron realidad¨, respondío él, ahora totalmente despejado.

Luli dijo...

Es cierto, Rambo termina por vencernos, una por una... aunque siempre con la misma técnica.