jueves, 19 de abril de 2012

Los humanos-computadoras



Algunos trabajadores tienen la fantasía de que pueden desempeñarse como si poseyeran los rasgos positivos de las computadoras.

No podemos perder de vista que las computadoras funcionan como una inteligencia artificial porque fueron copiadas de la inteligencia natural (la de nuestro cerebro).

Aunque aún no fue consagrada como una nueva «entidad nosográfica», es decir, aunque aún no ha sido considerada como una enfermedad clínicamente reconocida, muchas personas tratan de imitar el funcionamiento de las computadoras llevados por la fantasía de que podrán acceder al prestigio y protagonismo que están teniendo estos electrodomésticos.

Se los reconoce porque intentan: 

— ser rápidos, seguros, infalibles, culpando al otro (¿al usuario?) de sus propias equivocaciones;

— apagando las reacciones emocionales porque, efectivamente, son impropias de las máquinas;

— disimulando o negando la fatiga, aunque tengan que compensarse con la ingesta de estimulantes;

— ignorando los días de descanso, puesto que las computadoras trabajan de lunes a domingos de 0:00 a 24:00 horas.

Estos hombres-(o mujeres)-máquinas, son absolutamente sumisos con quienes saben de computación más que ellos y suelen ser despóticos con los que sienten dudas, desconocen la jerga profesional y hasta «temen cometer algún error catastrófico».

La sumisión perruna hacia los informáticos expertos es simétrica (se parece, tiene similar intensidad) al despotismo que aplican sobre los usuarios comunes.

Dicho de otro modo, la humildad (en el primer caso) puede parecerse a masoquismo y la soberbia puede parecerse a sadismo.

Los trabajadores que tienen estas características, suelen tener una alta productividad si poseen los conocimientos suficientes en la tarea que desempeñan. Retomando la comparación que ellos prefieren, «son buenos si poseen el software suficiente».

Sin embargo y por lo ya comentado, estas personas-máquinas no contribuyen muy eficazmente a la productividad del grupo que integran, como tampoco lo beneficia cualquier integrante con excesiva soberbia y algunos rasgos de sadismo.

(Este es el Artículo Nº 1.529)

12 comentarios:

Lilián dijo...

Por suerte esa fantasía computaduresca no la tengo, pero igual me esfuerzo, por una cuestión de amor propio.

Gabriela dijo...

Ah!!! la cantidad de veces que he sido soberbia y sádica. Lástima que me di cuenta mucho después.

Hugo dijo...

De verdad las posturas sádicas, las masoquistas y las sobervias, no ayudan a la producción grupal. La obstaculizan, así como también obstaculizan el crecimiento de quien las padece (me refiero al que las tiene, no sólo al que es víctima de ellas)

Silvio dijo...

Las personas que tienen una memoria fotográfica tal, que pueden darle una mirada a una hoja de la guía telefónica y luego recitarla completa, dicen sufrir la cualidad que poseen. Del mismo modo, quienes olvidan, también padecen.

Lucas dijo...

Y creo que las computadoras cada vez van a tener más rasgos positivos!!

Natalia dijo...

Estoy harta de las personas que ponen la culpa siempre afuera. Todo está mal, nada les sirve y el hecho es que con esa actitud, todo sigue igual.

Evaristo dijo...

Es más fácil descubrir la sobervia que la humildad. La enorme mayoría de las personas (pienso yo, obviamente), son excesivamente humildes. Son tantas que pasan desapersibidas. Y no es falsa humildad, sino que no creen en si mismas.

Elena dijo...

Yo necesito un día de descanso a la semana.

Enrique dijo...

Tenemos la creencia de que saber nos libra de cometer errores.

Gerardo dijo...

La humildad temerosa, tampoco ayuda a la productividad del grupo porque quienes se creen menos, se guardan de hacer aportes que podrían ser valiosos.

Mª Eugenia dijo...

¿Cuál sería la humildad temerosa?

Enrique dijo...

La humildad que es sobervia disfrazada, Mª Eugenia.
Son aquellas personas que pasan desapercibidas y la juegan de espectadores, porque no soportarían equivocarse y que alguien les hiciera ver que son imperfectos.