sábado, 7 de julio de 2012

Del dinero y del incesto, no se habla



Nuestra cultura no incluye una buena formación, ni hogareña ni escolar, en sexualidad y en el uso del dinero.

La vida en familia parece muy normal, muy simple, natural, pero esta sensación no hace más que complicarnos afectivamente.

Si por el contrario, todos estuviéramos de acuerdo que es más fácil convivir con los compañeros de trabajo, con los compañeros de estudio o con los amigos del club social, la vida familiar no sería tan perturbadora, pues ya tendríamos asumido que vivir bajo un mismo techo, con un tipo de confianza superior al que tenemos en otros ámbitos, donde la vestimenta y las actitudes son tan íntimas pero donde simultáneamente rige la fantasmal prohibición de vincularnos sexualmente (prohibición del incesto), eso sí que es difícil de sobrellevar... con el agravante de que cada uno cree ser el único que padece esa mortificación.

Lo repito con otras palabras: la convivencia en familia es difícil pero cada uno cree ser el único que padece esa dificultad.

Esta sensación de exclusividad ocurre porque de estas sensaciones no se habla. Dentro del hogar existen prohibiciones severas y ominosas (abominables, de mal agüero, execrables).

Son prohibiciones que resultan abrumadoras porque están asociadas a deseos sexuales muy intensos y son abominables porque no puede hablarse de ellas y, peor aún, nadie explica porqué existe tal prohibición. Parecería ser que todo el mundo tiene que «nacer sabiéndolo» y que la ignorancia del por qué, revela una anormalidad mental o moral, grave.

En este contexto se encuentran explicaciones de por qué los hijos no reciben de sus padres algún tipo de asesoramiento práctico de cómo manejar el dinero.

Observemos que ni en el hogar ni en la escuela está previsto que los niños reciban una clara, explícita y profunda formación sobre sexualidad y sobre el uso del dinero.

(Este es el Artículo Nº 1.603)

10 comentarios:

Julia Abero dijo...

Muy interesante. Pero, me falta algo: no puedo asociar dinero y sexualidad, sí estoy de acuerdo en todo lo demás. Seguiré pensando.

Gabriela dijo...

No sé si será una buena explicación, Julia, pero lo intentaré. El dinero sirve para los intercambios comerciales. Yo doy dinero y recibo algo a cambio. El dinero es parte de mi misma, en algún sentido, porque lo obtengo trabajando o por haber trabajado.
Freud, para referirse a las relaciones sexuales, hablaba de comercio sexual, en el sentido de que es un dar y recibir. Él establecía una correlación entre los hijos, el dinero y las heces. Tanto los hijos como las heces son algo que proviene de nuestro cuerpo y luego sale de él. Es algo que se entrega. Damos vida y se nos entrega la posibilidad de ser padres, damos las heces y tenemos la posibilidad de seguir viviendo. Tanto el sexo (vinculado a los hijos), como el dinero y las heces, han sido (y aún continúan siendo), algo considerado sucio y si no sucio, íntimo. Por eso pueden vincularse entre si.

Brenda dijo...

Tanto la sexualidad como el dinero, generan dobles discursos. Por un lado solemos decir que hacemos las cosas desinteresadamente, que el dinero no hace la felicidad, que hay un montón de cosas que resultan impagables. Todo eso está muy bien, pero lo que no encaja es que al mismo tiempo festejamos como locos si ganamos la lotería, gastamos dinero comprándonos cosas que no precisamos para gratificarnos y nos enojamos mucho si alguien mantiene una deuda con nosotros.
Con el sexo pasa igual. Decimos ser muy liberales pero nos matan los celos, nos avergüenza pensar que los viejos (sobre todo si son nuestros padres) tengan sexo, nos parece mal que dos personas se besen en público.
Si existe un doble discurso es porque estos temas no son simples y nos generan conflictos.

Olga dijo...

Otra cosa que nos parece horrible con respecto al sexo, es que nuestros hijos pequeños manifiesten deseos sexuales.

Damián dijo...

No tiene una explicación lógica que debamos ponernos un traje de baño para ir a la playa. Si fuese para no andar provocando deseos sexuales que no podrán satisfacerse, no se usarían bikinis que a la postre resultan más exitantes, por lo que ocultan.

Laura dijo...

Si desde primer año de escuela se enseña a sumar y restar, no entiendo por qué no se vincula esto al presupuesto familiar; para que el niño pueda elaborar y entender por qué no le compramos todo lo que pide.

Martín dijo...

En mi familia la tendencia es a hacer de cuenta que todo está bien. Se esconde la basura abajo de la alfombra.

Anónimo dijo...

De niño me sentía un monstruo porque deseaba acariciar a mi mamá.

Marina dijo...

A veces pienso que cuando nuestros hijos cursan la adolescencia, los vínculos con nosotros los padres, se vuelven tan complicados, en parte porque es el despertar sexual y necesitan pelearse con nosotros para establecer distancia.

Oliverio dijo...

Los asuntos que son importantes y vitales, pero no se hablan, pueden terminar generando problemas. Hablar ayuda a pensar, a elaborar, a digerir las normas que debemos respetar en la sociedad que nos tocó vivir.