sábado, 25 de agosto de 2012

La angustia existencial de los ricos


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Quienes calman su angustia existencial enriqueciendo, generan fortunas de las que, indirectamente, se benefician los menos angustiados.

Por lo que entiendo, los seres humanos somos mezquinos porque no tenemos otra alternativa y popularmente creemos que somos solidarios porque tampoco tenemos otra alternativa.

La causa de ambas características que aparentan ser opuestas, es que apenas podemos con la vida, somos muy vulnerables, nacemos prematuramente, a todos tienen que ayudarnos para seguir viviendo.

El instinto gregario no es una cualidad de la que podamos enorgullecernos sino la consecuencia de que si estuviéramos mucho tiempo alejados de los demás, pereceríamos.

En suma: somos naturalmente débiles pero nuestra psiquis necesita pensar que somos fuertes para no enfermarse. Somos muy egoístas pero necesitamos pensar que somos generosos, solidarios, dadivosos.

Sin embargo, ocurren cosas que nos permiten teatralizar, representar, fingir que podemos dar, ayudar, donar.

En ese afán de compensar la debilidad que nos caracteriza, muchas personas logran alterar su condición natural y comienzan a tener más de lo que necesitan para vivir.

Efectivamente, sin perder la inevitable debilidad, aquellas personas que suponen que con bienes materiales puede enmendarse la debilidad de la especie, terminan convirtiéndose en económicamente ricos.

El fenómeno se parece a quien se sintiera menoscabado por su baja estatura y se esforzara para tener una gran colección de zapatos con suelas muy altas.

De hecho, podríamos pensar que cualquier posesión que exceda lo estrictamente necesario para vivir, está cumpliendo el rol de compensar imaginariamente la carencia humana de la que todos somos más o menos conscientes.

Esta angustia existencial que padecen algunos (los ricos), los vuelve particularmente productivos, gracias a lo cual es posible conservar un promedio de ingresos mínimamente aceptable, mediante la redistribución que logran los Estados aplicando impuestos que financien las políticas sociales.

Así los ricos angustiados ayudan a los pobres.

(Este es el Artículo Nº 1.650)

8 comentarios:

Enrique dijo...

Quizás la mayoría de las veces que ayudamos, lo hacemos sin querer, sin darnos cuenta. Cuando queremos ayudar (o suponemos que queremos ayudar), a veces la embarramos.

Ingrid dijo...

Los menos angustiados por el dinero, nos angustiamos por otras cosas. Pero todos parece que necesitamos la angustia.

Hugo dijo...

Es cierto que no podemos ufanarnos de ser solidarios. No es una virtud, es una necesidad. Cuando deja de ser una necesidad no se sostiene.

Olga dijo...

La vulnerabilidad inherente a la condición humana me despierta amor. Recordar mi propia vulnerabilidad y suponerla en los otros, me conduce a amarlos.

Norton dijo...

Para ser generoso es necesario sentirse fuerte.

Marcos dijo...

Los donativos son el negocio mejor pago.

Mª Eugenia dijo...

Creo que es peligroso tener mucho más de lo que precisás para vivir. ¿Cómo manejás entonces el instinto de supervivencia? ¿Se vuelve superfluo?

Gabriela dijo...

Algún día dejarán de ser necesarias las políticas sociales porque la sociedad sabrá cómo, qué y para qué, funciona.