viernes, 17 de agosto de 2012

No somos máquinas



Gastamos mucho dinero tratando de «comprar» más productividad, pero perdemos el tiempo y el dinero, porque no somos máquinas.

Nuestro cerebro cree que el rendimiento de nuestro trabajo es proporcional a la cantidad de dinero que nos pagan por él.

Lo expreso de otra forma: Estamos predispuestos a pensar que trabajamos mucho (con entusiasmo) si nos pagan mucho y que trabajamos poco (desganadamente) si nos pagan poco.

Diré en qué pocas circunstancias esto ocurre así.

Si un empresario ofrece 100 por hacer la tarea A, conseguirá trabajadores solo si no existe otro empresario que ofrezca 110 por hacer la misma tarea.

Si las condiciones de mercado laboral fueran estas, el primer empresario tendrá dificultades para conseguir y retener colaboradores porque una mayoría intentará trabajar para el segundo.

Si el primero aumentara su oferta para igualar al segundo, ambos tendrían la misma aceptación.

Simplificando al máximo, me animo a decir que una buena remuneración «asegura» conseguir más y mejores trabajadores, durante más tiempo, pero no más rendimiento por persona.

Lo que nunca ocurre es que el rendimiento del trabajador sea directamente proporcional al dinero que cobra. Es decir: si alguien aprieta 20 tuercas por minuto cobrando 100, no apretará 21 cobrando el doble.

Esto parece ilógico para quienes suponen que los seres humanos somos máquinas, pero NO SOMOS MÁQUINAS. Los estímulos que aceleran o enlentecen nuestro desempeño son mucho más sutiles.

Las máquinas pueden acelerar su producción consumiendo más combustible, pero, repito, ni somos máquinas ni el salario es un combustible para los trabajadores.

Tanto para los empleadores como para los empleados, sería ideal que fuéramos máquinas, porque no nos enfermaríamos, seríamos inmortales y nuestra producción podría ser controlada mediante el dinero.

Gastamos mucho dinero tratando de «comprar» más productividad, pero perdemos el tiempo y el dinero, porque no somos máquinas.

(Este es el Artículo Nº 1.642)

8 comentarios:

Lucía dijo...

A veces un buen salario nos motiva para rendir más, pero el rendimiento no se determina sólo por una buena paga. El mayor rendimiento se logra cuando estamos motivados para realizar la tarea, cuando nos gusta lo que hacemos y sentimos que es valorado por otros.

Javier dijo...

No somos máquinas y por eso cuando nos enfermamos o andamos en problemas, no rendimos bien, aunque nos guste nuestro trabajo.

Andrés dijo...

Creo que es relativamente poco lo que el empresario puede hacer para motivarnos en el trabajo. La motivación es algo que le surge a uno.

Enrique dijo...

Es mejor aumentar la productividad invirtiendo en máquinas más eficientes que apostando al factor humano.

Rubén dijo...

No estoy muy de acuerdo con Enrique. Motivar al personal es fundamental. Se lo motiva con una buena paga, brindándole un ámbito de trabajo agradable, trabajando con los equipos, explicando el por qué y el para qué de la tarea.

Marcos dijo...

Trabajamos con poco entusiasmo cuando estamos muy cansados. Si se nos exige por encima de lo que podemos, llega un momento en el que -por defensa propia- largamos la toalla.

Laura dijo...

Como dice Marcos, cuando largamos la toalla empezamos a hacer ¨como si¨ trabajáramos, pero en realidad no nos comprometemos con la tarea. Lo que hacemos es darle trámite buscando la salida más fácil.

Yoel dijo...

En mi vida tuve toda una etapa en la que trabajaba con desgano. Había encontrado un trabajo presionado por la situación, lo agarré porque fue lo primero que encontré, y después estuve ocupándome de otros aspectos de mi vida. El trabajo quedaba en un 3er o 4º plano y me resultaba una carga.