miércoles, 25 de septiembre de 2013

La esclavitud de los especialistas



 
Los «herreros» del refrán procuran liberarse de su oficio, aunque para lograrlo tengan que usar ineficientes cuchillos de madera.

Compartiré con ustedes una hipótesis que intenta explicar porqué «En casa de herrero, cuchillo de palo», es decir, por qué es probable que los hijos de los psicólogos no estudien psicología, o por qué los hijos de los más costosos informáticos de Silicon Valley (1), quizá no tengan acceso a una computadora hasta su adolescencia, o por qué en la casa de un herrero casi todo está construido con madera.

Consideremos que una de las razones es nuestra natural incoherencia, pero no nos detengamos en esto porque sería demasiado obvio.

El núcleo de mi hipótesis es que los humanos tendemos a idealizar lo desconocido, a la vez que tendemos a menospreciar lo escasamente conocido, así como, muy probablemente, nos fastidie lo excesivamente conocido.

Los especialistas en cualquier tema tienen que hacer un gran esfuerzo para disimular cuán incómodos se sienten cumpliendo con el rol de «especialistas en».

Sus clientes, amigos, allegados y demás integrantes de su núcleo de gente conocida, les exigimos que se aburran dedicándose siempre a lo mismo; les prohibimos que incursionen en otros temas alejados de su especialidad.

Dentro de estas consideraciones puedo incluir el rechazo social a la poligamia.

Casi todo el mundo está en contra de que el esposo o la esposa amplíen sus vínculos íntimos. Los queremos fieles, mutuamente encarcelados en el matrimonio. Cuando nos reunieron para participar en la ceremonia legal, en la ceremonia religiosa y en la fiesta, nos confabulamos para que, si alguna vez los vemos con amores clandestinos, hagamos lo posible para impedirles continuar con ellos.

Los «herreros» del refrán buscan todas las formas posibles de terminar con ese sometimiento, aunque para liberarse tengan que usar los ineficientes cuchillos de madera.

 
(Este es el Artículo Nº 2.013)

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