martes, 22 de octubre de 2013

La avaricia defensiva


Quien nos dificultan ganar el dinero que necesitamos quizá lo hagan por un tipo de avaricia que necesitan para sobrevivir.

Porque mi cabeza funciona así, este artículo está vinculado a otro (1) que publico hoy.

Cuando intentamos ganar el dinero necesario para satisfacer las necesidades y deseos cotidianos, nuestros y de las personas cuya calidad de vida está bajo nuestra responsabilidad, solemos encontrarnos con personas que tienen mucho dinero pero que, sin embargo, son:

Avaras,  tacañas, mezquinas, cicateras, miserables, roñosas, agarradas, usureras, sórdidas, avarientas, interesadas, egoístas, estrechas, ruines, materialistas, pancistas, utilitarias, aprovechadas, económicas, ramplonas, prosaicas, bastas, groseras, toscas, bajas, chabacanas, pedestres, triviales, insulsas, etc.

Estas 29 maneras de calificar a quienes gastan menos dinero del que tienen, que son menos generosos de lo que podrían, que acumulan exageradamente su riqueza, nos hace pensar que tal condición es preocupante y que nos molesta porque nos angustia.

Dicho de otro modo: que en nuestro idioma tengamos que simbolizar de 29 maneras a una misma condición indica que esa condición es inquietante, perturbadora; si no lo fuera, quizá le dedicaríamos dos o tres sinónimos, como para evitar las molestas reiteraciones cuando la describirnos.

Ahora propongo una explicación de por qué alguien adolece de esas 29 dificultades:

Aunque la mayoría tenemos que rompernos la cabeza y la espalda para conseguir el dinero imprescindible, otras personas lo consiguen sin tanto esfuerzo, les llega sin que lo busquen: herencias, rentas, prosperidad.

En el otro artículo publicado hoy les comento que necesitamos no agotar nuestros deseos porque eso sería poco menos que la muerte inminente: la vida depende de que conservemos algunas necesidades y deseos pendientes de satisfacción.

Quienes adolecen de esas 29 características luchan por no quedarse sin deseos; son austeros, disciplinados, espartanos, sobrios, frugales, por temor a quedarse sin deseos por un exceso de satisfacciones.


(Este es el Artículo Nº 2.040)


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