lunes, 21 de octubre de 2013

Para hacer caca hay que pagar




La lógica del sistema capitalista es perfecta: Quien se satisface, paga y quienes ayudan a satisfacer esa necesidad, cobran.

Los escritores necesitan escribir y sufrirían si no lo hicieran. Sería injusto que cobraran por satisfacerse.

También sería injusto que el lector no pague por gozar de la lectura, pero no sé a quién tendría que pagarle porque el autor, como dije, está siendo beneficiado por el lector por el solo hecho de que este lee lo que aquél escribe.

En los hechos, este asunto se resuelve con relativa facilidad: de cada libro que se vende, al autor le entregan un importe tan pequeño que, con muy buena voluntad, podríamos llamar «honorífico», el vendedor de libros embolsa el 30% y el resto se lo queda la editora.

Claro que el escritor, que tiene el honor de cobrar esa cantidad miserable, tiene también el honor de figurar en la tapa del libro como el autor de la obra, aunque también deberá hacer todo lo que esté a su alcance para aumentar la ventas de cada ejemplar, esto es, hablar con amigos, divulgarlo, aceptar las entrevistas que puedan pedirle de los diferentes medios de comunicación, hacer obsequios empresariales, hacer una presentación ante público, pagar alguna bebida a quienes se queden esperando el otro gran honor: la firma de autógrafos en cada ejemplar.

En suma: el escritor no puede dejar de escribir así como ninguno de nosotros pueden postergar demasiado tiempo la satisfacción de las necesidades fisiológicas que usted bien conoce; por su parte, como todo esto ocurre en un mercado capitalista, existen costos, precios de venta, utilidades, dinero, repartos, derechos, impuestos.

Digámoslo más crudamente: el escritor necesita hacer caca, pero para poder hacerlo tiene que darle intervención a una cantidad de mecanismos del sistema capitalista que el sentido común sería incapaz de imaginar.

(Este es el Artículo Nº 2.039)


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