sábado, 16 de noviembre de 2013

El equilibrio de la pobreza patológica


Un pobre patológico no puede progresar porque lo bueno y lo malo que le ocurre se neutralizan y lo inmovilizan.

Una patología, o una enfermedad, son casi lo mismo y se refieren a alguna alteración del buen funcionamiento de algo o de alguien.

Pensemos en un reloj con péndulo. Funciona bien cuando, haciendo un mismo movimiento de vaivén, las agujas avanzan en coordinación con los relojes elegidos para determinar la hora oficial del meridiano correspondiente.

Ese reloj está sano  si el vaivén genera un cambio en sintonía con los relojes de referencia, pero está enfermo si el vaivén no genera el cambio de hora esperado. Está muerto si tampoco tiene el vaivén.

Ahora veamos cómo esta metáfora se corresponde con el tema que nos interesa.

La pobreza patológica se caracteriza porque, si bien existen ingresos y egresos en la economía del pobre, el resultado final es insatisfactorio para sus expectativas.

El pobre patológico tiene un vaivén de satisfacción y de insatisfacción, como el péndulo del reloj, pero no logra acceder a la calidad de vida que desearía tener.

Generalmente se habla de síntoma psicológico cuando, en la psiquis de quien lo padece, existen dos fuerzas que se oponen (me gusta-no me gusta, me sirve-no me sirve, avanzo-retrocedo, tengo esperanza-me desilusiono), pero de tal forma que casi se neutralizan o provocan mejorías que, en el mediano plazo, son insuficientes. En el caso del reloj: el vaivén del péndulo ocurre con regularidad pero la hora que informa es notoriamente diferente a la oficial, así como el paciente, trabaja, ahorra, se preocupa, pero termina desconforme, angustiado, deprimido, resentido, irritado, con eventuales malestares psicosomáticos.

Desde mi punto de vista, el pobre patológico adolece de un síntoma consistente en que está demasiado equilibrado, lo bueno y lo malo de su acontecer lo inmovilizan para progresar.

(Este es el Artículo Nº 2.065)


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